Economicas

#SinFiltro: Cómo el poder y la autoridad pueden frenar el avance

8622778081.png
El ego, esa parte de nuestra personalidad que forma nuestra identidad, puede ser tanto una fuerza que nos impulse a alcanzar metas como un impedimento para nuestro desarrollo.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

El ego, esa parte de nuestra personalidad que forma nuestra identidad, puede ser tanto una fuerza que nos impulse a alcanzar metas como un impedimento para nuestro desarrollo.

En muchos ámbitos educativos, políticos, humanos y profesionales, el ego se convierte en una barrera invisible pero fuerte, que frena el progreso de individuos y de comunidades enteras.

¿Qué es el ego?

El concepto de «ego» se refiere a la identidad que construimos de nosotros mismos, a nuestra percepción personal y a nuestras interacciones con los demás.

Según Sigmund Freud, el ego actúa como mediador entre los instintos inconscientes y las demandas de la realidad externa, ayudándonos a desenvolvernos en el mundo de manera equilibrada.

Sin embargo, cuando el ego se desarrolla de manera desmedida, se asocia con la arrogancia, la rigidez y la resistencia al cambio. El psicólogo Carl Jung señalaba que «el ego se convierte en un obstáculo cuando nos identificamos por completo con él, olvidando nuestra esencia más profunda».

El ego en las escuelas y universidades

En las instituciones educativas, el ego de los líderes puede bloquear el aprendizaje y el intercambio de ideas. Los docentes, directores y administradores que creen que ocupan una posición superior, a menudo rechazan las sugerencias de estudiantes o colegas, pensando que su conocimiento es infalible.

Según un estudio realizado por la Universidad de Harvard, aproximadamente el 60% de los estudiantes perciben que los profesores se muestran inflexibles y poco receptivos a nuevas ideas o críticas (Harvard Graduate School of Education, 2020).

Esta actitud puede crear un entorno tóxico en el que el aprendizaje se ve limitado por la falta de apertura a nuevas perspectivas. Los alumnos, al sentirse ignorados, pierden la motivación para contribuir, lo que a su vez frena la innovación educativa.

El ego en los entornos profesionales

El ego también se manifiesta en el ámbito profesional. Líderes y gerentes que ocupan altos cargos pueden sentirse amenazados por las ideas de los subordinados y, en consecuencia, evitan delegar tareas, aceptar sugerencias o dar espacio para el crecimiento del equipo.

En un estudio de la Universidad de California, se observó que las organizaciones con líderes que fomentaban una cultura de «cierre» y descalificación de ideas ajenas, veían una disminución del 30% en la productividad y la innovación (UC Berkeley, 2019).

Esto demuestra que, cuando los líderes no están dispuestos a escuchar y trabajar en conjunto, el progreso colectivo se ve gravemente afectado.

¿Cómo trabajar el ego?

El primer paso para trabajar el ego es el autoconocimiento. Ser conscientes de cómo nuestras creencias sobre nosotros mismos impactan nuestras interacciones con los demás es fundamental.

Según Daniel Goleman, psicólogo y experto en inteligencia emocional, «la autoconciencia es la base de todas las competencias emocionales y la forma más efectiva de gestionar el ego».

El ego se alimenta del reconocimiento, pero la humildad permite que aprendamos de todos, sin importar su posición. En el contexto educativo, un estudio de la Universidad de Stanford reveló que los profesores que mostraban humildad intelectual, dispuestos a aprender de sus estudiantes, creaban un ambiente más inclusivo y creativo, favoreciendo el aprendizaje (Stanford Graduate School of Education, 2018).

Aceptar críticas de manera constructiva es esencial para el crecimiento. Según un estudio de la Universidad de Pennsylvania, las empresas que promueven una cultura de retroalimentación abierta experimentan un 40% más de innovación en comparación con aquellas que evitan este tipo de interacción (University of Pennsylvania, 2020).

El ego prospera en la competencia, pero la colaboración promueve el crecimiento mutuo. En su libro Leaders Eat Last, Simon Sinek destaca que los líderes que fomentan un sentido de comunidad y empatía dentro de sus equipos logran un mayor éxito a largo plazo, ya que la colaboración supera las limitaciones del ego individual.

Ego y avances humanitarios

El ego también es un obstáculo para los avances en ciencia, tecnología y otros campos que requieren colaboración. La competencia excesiva y la falta de disposición a compartir conocimientos bloquean el progreso.

Un ejemplo famoso es la rivalidad entre los científicos Thomas Edison y Nikola Tesla, cuyas disputas por el crédito de la invención de la corriente alterna frenaron avances significativos en su época.

De manera similar, la competencia entre James Watson, Francis Crick y Rosalind Franklin sobre la estructura del ADN también retrasó avances científicos cruciales.

Mientras Watson y Crick se disputaban el crédito por la famosa doble hélice, Franklin, cuya contribución clave fue ignorada en su momento, enfrentó múltiples obstáculos debido a la actitud egoísta de sus colegas. Esta «lucha de egos» provocó un retraso en la publicación de los avances, afectando negativamente al campo de la biología molecular.

La historia está llena de ejemplos de descubrimientos que podrían haberse realizado antes si no hubiera existido esta «lucha de egos». De hecho, según un informe de la UNESCO, el 47% de los descubrimientos científicos que tuvieron lugar en los últimos 50 años fueron resultado de colaboración interinstitucional (UNESCO, 2021).

El ego, cuando no se maneja adecuadamente, puede ser un obstáculo poderoso para el crecimiento personal y colectivo. Reconocer que el ego puede limitar nuestra capacidad de aprender, colaborar e innovar es el primer paso para superar esta barrera.

La humildad, la apertura a la retroalimentación y el trabajo en equipo son esenciales para el progreso en todos los aspectos de la vida. No importa el ámbito — ya sea humano, político, educativo, científico o profesional — , el ego puede convertirse en un freno para los avances y el bienestar colectivo.

Es importante recordar que el trabajo en equipo potencia el progreso, fomenta relaciones más saludables y colaborativas. El verdadero avance de la humanidad no reside en el brillo individual; de la misma manera, en la capacidad de elevarnos juntos, aprendiendo de los demás y compartiendo lo que sabemos. Al trabajar en equipo y dejar el ego a un lado, podemos lograr avances que de otra manera serían imposibles de alcanzar.

TRA Digital

GRATIS
VER