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La multitudinaria y emotiva despedida del papa Francisco, que reunió a delegados de unos 148 países, cerca de 50 jefes de Estado y una gran cantidad de creyentes, envía un mensaje tanto a los que ostentan el poder como a su sucesor en el solio de San Pedro.
El estadounidense Donald Trump y el argentino Javier Milei, con quien Francisco tuvo diferencias, figuraban entre los presentes en las exequias, pero también el dominicano Luis Abinader, quien lo había visitado.
En el adiós, como tributo a su pontificado, se resaltó su camino marcado por la humildad, la espontaneidad y la sencillez.
No solo expresó su deseo de una iglesia humilde y para los pobres, sino que, como pastor de almas, predicó con el ejemplo, renunciando a los símbolos del poder.
Frases como “¿Quién soy yo para juzgar?”, que tanto malestar provocaron en la estructura eclesiástica, aumentaron su popularidad entre los fieles y no fieles del catolicismo.
La sencillez de Jorge Mario Bergoglio, quien falleció a los 88 años, se manifestó desde que adoptó el nombre de Francisco de Asís, un religioso modesto, que desempeñó su misión en favor de los más necesitados.
En la homilía del histórico funeral, Francisco fue descrito como un papa cercano a la gente con el corazón abierto a todos. Su vida ha sido un ejemplo para todos.
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