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1 de mayo en EE.UU.: marchan para “vencer el miedo”

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Este primero de mayo no será un día conmemorativo más de los trabajadores en Estados Unidos.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Miami. — Este primero de mayo no será un día conmemorativo más de los trabajadores en Estados Unidos. Será, más bien, una expresión acumulada de rabia, de hartazgo y de determinación. De Los Ángeles a Nueva York, de Chicago a Phoenix, miles de personas se preparan para tomar las calles con un mensaje inequívoco: no estamos solos, no nos vamos, no retrocedemos.

Esta vez, el Primero de Mayo se ha transformado en una línea trazada por comunidades enteras en la Unión Americana que ya no están dispuestas a callar ante las redadas, las deportaciones, los salarios de miseria, la represión política y el abandono institucional que viven, según dicen, desde la llegada de Trump al poder.

La Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA), una de las organizaciones centrales de la movilización, ha dejado claro que esta no es una marcha más. Angélica Salas, su directora ejecutiva, dice a EL UNIVERSAL que “el primero de mayo es el día en que decimos basta. Basta de criminalizar a nuestras familias, basta de deportaciones injustas, basta de callarnos mientras se pisotean nuestros derechos”.

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Salas encabezará el frente de la columna que avanzará desde Olympic Boulevard y Figueroa Street, en Los Ángeles, California, a las nueve de la mañana, junto a madres, trabajadores, estudiantes, religiosos, jornaleros, enfermeras, pastores y toda una gama de representación social, que saben que la frontera ya no es una línea geográfica, sino una estructura política.

Pedro Trujillo, director de organización de CHIRLA y facilitador principal de la Coalición del Primero de Mayo de Los Ángeles, señala a este diario el sentido de urgencia que ha llegado con fuerza a las comunidades del sur de California. “Estamos presenciando una emergencia nacional en Estados Unidos. Mientras multimillonarios conspiran para llegar a nuestro gobierno, acaparan riqueza, explotan a la gente trabajadora y recortan empleos y recursos en el proceso, además de demonizar y atacar a los inmigrantes, los angelinos se unen ante una crisis nacional para declarar que estamos en una sola lucha y en una sola batalla, todos los trabajadores unidos. La gente trabajadora, incluyendo a los inmigrantes, impulsa a esta ciudad, este condado y este país. Mantenemos nuestras comunidades funcionando. Nos unimos para exigir la participación activa de todos en la lucha por nuestras familias, nuestros derechos colectivos, nuestra seguridad y nuestro futuro”.

Las marchas coinciden con la semana de “festejos” del gobierno por los primeros 100 días de Donald Trump en el cargo, que han desatado una ola de protestas por los recortes y otras medidas que han impactado el bolsillo de los estadounidenses.

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En Chicago, el Consejo de Resistencia en Defensa del Inmigrante, una coalición que agrupa a más de 200 colectivos y sindicatos, se ha sumado a la movilización masiva de este jueves desde Union Park hasta Grant Park. La ciudad, históricamente epicentro de luchas laborales y migratorias, se prepara para una jornada que no será menor.

Carlos Arango, líder comunitario, lo resume con una frase que atraviesa generaciones, “una de cada cinco personas en Chicago es de origen mexicano y por eso le incumbe a la gran mayoría de mexicanos salir a marchar este 1 de mayo”.

Para Héctor Rico, también organizador de la marcha, la jornada tiene una dimensión moral además de política. “Hacemos un llamado a organizaciones, uniones de trabajo, inmigrantes y el público en general a que salgan a marchar, mano en mano como trabajadores y ciudadanos del mundo”, dice.

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Desde Milwaukee y Madison, donde Voces de la Frontera ha mantenido una agenda constante de movilización, se articulan los mismos reclamos con otro acento, pero con idéntica urgencia. “El Primero de Mayo, Un Día Sin Inmigrantes y Trabajadores, es una poderosa demostración de nuestra fuerza colectiva” en Estados Unidos, se lee en el pronunciamiento oficial de la organización. “Nuestro trabajo impulsa la economía del país y quienes se benefician de él deben respetar nuestros derechos, dignidad y humanidad”.

Ese mismo día, la organización encabezará marchas en dos ciudades, con paros laborales, eventos comunitarios y mensajes directos a los legisladores estatales que han respaldado medidas antiinmigrantes.

En Detroit, el Movimiento Cosecha ha convocado a una huelga general acompañada de una procesión comunitaria. El grupo, conocido por su activismo directo y su negativa a negociar con las instituciones que han fallado a los trabajadores indocumentados, tiene una consigna clara, “sin papeles y sin miedo”. En Nueva Jersey, sus aliados han llamado a tomar el espacio público con banderas y pancartas que digan: “Aquí estamos. No más detenciones. No más familias separadas”.

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La organización Arise Chicago, liderada en parte por el veterano activista Jorge Mujica, ha lanzado una consigna provocadora. “Vamos a darle a esta sociedad estadounidense un 5 de Mayo sin margaritas ni guacamole”. Mujica explica que la marcha busca desenmascarar la hipocresía cultural que celebra la comida, la música y el folclor de los pueblos inmigrantes mientras criminaliza a quienes los encarnan.

“Es ridículo que quieran nuestra comida y se apropien de nuestra cultura, pero no nos quieran a nosotros”, insiste. Arise ha llamado a una semana completa de desobediencia civil, una estrategia que incluye ocupaciones simbólicas de oficinas estatales, boicots económicos y vigilias nocturnas, de cara al 5 de Mayo, cuando se conmemora la Batalla de Puebla.

Las demandas que confluirán en la marcha de hoy son diversas. Desde las organizaciones laborales hasta las redes estudiantiles, desde los sindicatos de limpieza y hotelería hasta las parroquias evangélicas del sur, hay una visión compartida: la estructura actual de poder es insostenible. Exigen un salario mínimo federal de al menos 20 dólares por hora, leyes laborales que respeten el derecho a sindicalizarse, licencias pagadas, condiciones de trabajo humanas, atención médica gratuita y universal y, sobre todo, un alto inmediato a las deportaciones.

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En las últimas semanas, varias organizaciones han denunciado públicamente el recrudecimiento de las políticas migratorias, señalando que el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) ha intensificado redadas en escuelas, centros religiosos y hospitales, bajo nuevas directrices impulsadas desde Washington.

El caso de Mahmoud Khalil y Mohsen Mahdawi, dos estudiantes activistas de Columbia University detenidos por ICE tras su participación en protestas políticas, ha generado indignación en sectores académicos y religiosos. “La represión contra nuestros hermanos migrantes y trabajadores es un pecado estructural”, sentencia uno de los líderes de Faith in Action, red que agrupa a más de mil congregaciones en todo EU. En un comunicado nacional, la organización ha llamado a cerrar iglesias durante la jornada del 1 de Mayo, como acto simbólico de solidaridad y protesta.

En múltiples ciudades como Elgin, San Francisco, Denver, Dallas, Phoenix, Albuquerque, Minneapolis y Nueva York, las movilizaciones de este jueves se desarrollarán como jornadas amplias de protesta, huelgas sectoriales, caravanas, talleres jurídicos y eventos culturales. En muchas de ellas, los eventos estarán respaldados por clínicas legales que ofrecen asesoramiento gratuito a inmigrantes sin documentos, defensas frente a redadas y capacitación sobre derechos civiles.

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La movilización también ha llegado a espacios universitarios. En varios campus, colectivos de estudiantes migrantes y organizaciones aliadas han programado clases públicas sobre historia de la represión estatal, cinedebates sobre deportaciones y vigilias por las familias separadas. La Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC, por sus siglas en inglés), junto a grupos como Just Harvest USA y March for Our Lives, han llamado a vincular la lucha migrante con otras agendas fundamentales: el acceso a la vivienda, el fin de la violencia policial y la derogación de leyes represivas como la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, que ha sido recientemente invocada por el presidente Trump.

“El eco que esta marcha nacional estadounidense proyecta es un llamado a articular el poder que tenemos desde abajo, con los pies en la calle y el cuerpo como bandera”, subraya Salas a este diario; “es, también, una advertencia. Si esta sociedad continúa levantando muros físicos, legales, raciales o simbólicos, los pueblos al otro lado no sólo los derribarán, los convertirán en trincheras de dignidad”.

El 1 de Mayo no es sólo una fecha, es una afirmación. Es la declaración de que aún hay quienes luchan, que aún hay quienes no se han resignado, que aún hay quienes saben que no basta con sobrevivir si no se puede vivir con justicia.

Y este año, más que nunca, esa afirmación caminará junta. Con tambores, con pancartas, con pasos firmes y con la certeza de que esta vez, nadie marchará solo.

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