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Tucson, Arizona.- Un abuelo, su hijo y el nieto, fueron arrestados hace días por agentes migratorios cuando viajaban en su camioneta rumbo a su hogar.
De inmediato, un vecino que presenció la detención, comenzó a grabar y a documentar la forma en que los sometían, esposaban y tiraban al suelo. Cuando llegó la ayuda, los tres miembros de la familia lograron probar su estatus legal en Estados Unidos y fueron liberados.
Ellos conocen y forman parte del programa Respuesta Rápida (Rapid Response) implementado por la comunidad en Tucson, para proteger a migrantes en riesgo de deportación.
Como este, se repiten casos similares diariamente. Detenciones ilegales, agentes que abordan a personas en la calle y son detenidas bajo el criterio del perfil racial. Esta es una imagen cotidiana en EEUU, un país donde el sueño americano se convirtió en acoso, en un cerco que impacta por igual a quienes llevan 20 ó 1 año en el país.
La ciudad de Tucson, en Arizona, conoce las batallas para defender a su comunidad. Lo ha hecho históricamente y con la llegada de la administración Trump a la Casa Blanca, ha retomado experiencias del pasado para protegerse.
Pedro, que prefiere no revelar su nombre real porque está en proceso de regularización migratoria, trabaja en una iglesia del sur de la ciudad, donde usualmente se recibe a migrantes y personas sin hogar en busca de comida y refugio. Pero también es parte de este programa, que en cada uno de sus integrantes tiene un vigilante que detecta posibles redadas o detenciones arbitrarias y las documenta.
” Hay gente que no habla inglés, que no conoce sus derechos, lo que hacemos es documentar cuando una persona tiene interacción con agentes de ICE, la patrulla fronteriza o el sheriff. Nuestra responsabilidad es estar ahí grabando, escuchando, tomando fotos, en el momento de la detención, para que la persona no declare ni firme nada; si se lo llevan preso, solo debe pedir un abogado y así los agentes no puedan decir que era migrante, porque lo que quieren evitar son esos juicios”.
Margo Cowan, directora de la organización Keep Tucson Together, reconoce que Estados Unidos vive una época de gran incertidumbre, donde el sueño americano se convirtió en un acoso constante y los derechos civiles están en riesgo, con gente que sale de casa sin saber si regresará. Con la experiencia de su trayectoria como defensora pública, admite que en este país, el sistema migratorio es mucho más complejo que el criminal, además de que el 97 por ciento de quienes se presentan ante un juez de migración, lo hacen sin abogado.
“Este momento es terrible en la historia de nuestro país, pero ya lo hemos visto antes. Lo que debemos hacer es no perder la fe, proteger a las familias y no dejar que el momento nos paralice, porque eso es lo que ellos quieren, que la gente se autodeporte porque no soporta el miedo; pero en ningún caso debemos dejarnos aterrorizar”.
Margo, quien ha sido abogada por más de 50 años, reconoce que este acoso no perdurará por mucho tiempo; sin embargo, con firmeza, advierte que las familias con miembros sin residencia o ciudadanía, deben tomar medidas temporales pero drásticas como cambiar rutas al trabajo, enviar a los menores a la escuela con personas que puedan acreditar estancia legal y estar en constante comunicación con el resto de los miembros de la familia.
” Hay que ver cómo modificar nuestras actividades diarias. Antes no podían entrar a iglesias, escuelas, pero ahora sí y las familias tienen temor de si volverán a casa por la tarde, por eso aconsejamos, organizamos y analizamos lo peor que puede suceder y a partir de eso, crear un plan.
Lo que hemos visto es que la comunidad de Tucson se ha unido con sus vecinos para ver cómo nos protegemos y son planes diferentes para cada situación y así restarle poder al miedo”.
Mientras la comunidad sufre acoso constante y se sabe de detenciones a diario, muchas de ellas, arbitrarias, en la frontera entre Arizona y México, los cruces irregulares se han reducido en un 70 por ciento comparado con cifras del año pasado. Incluso, organizaciones que normalmente llevaban agua a los migrantes que cruzaban el desierto, ahora enfocan sus esfuerzos en cuidar a su comunidad del acoso de los agentes migratorios.
Bob Feinman, vicepresidente de Fronteras Compasivas, asegura que pese a esta reducción, aún se necesita ayuda porque siguen registrándose muertes de migrantes en el desierto. Si bien ahora las cifras son bajas, nunca se sabe lo que pueda pasar. Reconoce que en esta época, predomina el racismo disfrazado de patriotismo con una directriz impuesta desde Washington.
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