Economicas

Centrémonos en los aranceles

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Entre los países que ya habían aplicado aranceles a este producto se encuentran México, Brasil, Chile, India, Turquía y la propia República Dominicana, por citar algunos ejemplos.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

No es correcto que nos mantengamos en el extremo de que Donald Trump haya aumentado los aranceles, aunque sabemos que, en su estilo transaccional, él actúa bajo el criterio de aplicar tarifas altas para, en las negociaciones, terminar en niveles más bajos, además de lograr objetivos secundarios.

También es un error aferrarnos a la idea ilusoria de seguir creyendo posible que la globalización nos conducirá a un mundo sin aranceles ni barreras no arancelarias, en el que los gobiernos solo se financien con impuestos al consumo interno y sobre la renta.

La realidad es que estamos ante los inicios de una nueva era, irreversible, que ya es admitida por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), en la cual el establecimiento de aranceles para proteger mercados nacionales o regionales es una realidad.

En esta nueva era, emergen gobernantes como Trump, con la voluntad de imponer aranceles (lo demostró en su primer mandato y lo está evidenciando ahora al inicio del segundo), y como Joe Biden, quien, si bien no ha mostrado entusiasmo por imponer aranceles, sí ha mantenido los impuestos implementados por Trump, además de aplicar, por vía administrativa, medidas anti-mercado aún más perjudiciales para restringir la participación en el mercado estadounidense de empresas tecnológicas chinas.

A República Dominicana, al igual que a los demás socios de Estados Unidos, no le favorecería presentar los aranceles como algo inaceptable, como se ha hecho antes de la segunda ofensiva de Trump, particularmente en el caso del acero proveniente de China. Entre los países que ya habían aplicado aranceles a este producto se encuentran México, Brasil, Chile, India, Turquía y la propia República Dominicana, por citar algunos ejemplos.

El único país que tiene motivos para seguir aferrado a la globalización, tal como la conocíamos, es China, ya que ha logrado desarrollar una sobrecapacidad industrial para inundar todos los mercados del mundo con sus productos. Esto lo ha logrado con el apoyo de una población trabajadora que prefiere ahorrar e invertir en lugar de consumir, con habilidades productivas, con una gobernanza estratégica en lugar de reactiva, y con un mercado interno cerrado, pero con un gran apetito por exportar y desdén por importar.

A RD, con relación a los aranceles de Trump, le conviene no aferrarse a posturas ideológicas o políticas que estén alejadas de sus intereses, sino lograr una moderación en esos aranceles, para que los productos dominicanos no se vean en desventaja frente a otros competidores, como México, y aprovechar el trato favorable que nos brinda Estados Unidos al ubicarnos en el grupo de países con el arancel más bajo, muy inferior al de otros países que compiten con el nuestro, y que podríamos lograr que se reduzca aún más, utilizando el poder de negociación que nos otorga nuestra condición de aliado preferencial de Estados Unidos.

Por supuesto, no debemos quedarnos solo en eso. Debemos ir más allá, impulsando reformas que reduzcan nuestros costos de producción y desarrollando las habilidades de nuestra gente para producir, lo que fortalecería aún más la competitividad del país.

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