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El límite de personas que pueden ingresar, según la página web del Museo del Palacio Imperial, se establece para preservar tanto la estructura como las colecciones artísticas de este Patrimonio de la Humanidad.
Debido a su gran popularidad, la administración de la “Ciudad Prohibida” o “Museo del Palacio Imperial” en Beijing, China, ha limitado a 40 mil personas el número de visitantes diarios que pueden entrar y disfrutar de lo que fue el hogar de los emperadores o gobernantes de ese país durante casi 500 años.
A este sitio, que tiene una extensión de 728,000 metros cuadrados, solo podían acceder el emperador, su familia, sirvientes y funcionarios selectos, pero desde 1925, tras la finalización del gobierno imperial chino, se decidió abrirlo al público. El límite de personas que pueden acceder, según la página web del Museo del Palacio Imperial, se implementa para preservar tanto la estructura como las colecciones artísticas ubicadas en este Patrimonio de la Humanidad.
Si bien no existen datos oficiales sobre la cantidad de personas que visitaron el museo en 2024, las estimaciones rondan los 18 millones. En 2019, antes y durante la pandemia, este lugar recibió una cifra récord de visitantes con 19.3 millones de personas; mientras que en 2023, las personas que disfrutaron de los palacios y las estructuras exhibidas allí alcanzaron los 18 millones.
De acuerdo con la historia de la Ciudad Prohibida, si una persona entraba sin permiso, cometía un delito gravísimo que se castigaba con la pena de muerte, ejecutada sin juicio previo, además de la posibilidad de ser torturado.
Los datos sugieren que incluso dentro del palacio, si una concubina o sirviente cruzaba zonas prohibidas, podía ser castigada o ejecutada.
En este lugar, donde vivieron 24 emperadores chinos desde 1420 hasta 1924, se encuentran más de un millón de objetos, incluyendo pinturas antiguas, caligrafías, porcelana de diversas dinastías, vestimentas, muebles, relojes, piezas de cerámica, entre otros.
El Museo del Palacio Imperial abre de martes a domingo durante todo el año, incluyendo los días festivos que caen en lunes, excepto la víspera del Año Nuevo Chino o la Fiesta de la Primavera.
El último emperador que residió en este museo nació en 1906 y fue bautizado con el nombre de Puyi. Con tan solo dos años de edad, fue nombrado emperador de China.
Cuando el emperador cumplió seis años, China experimentó la Revolución de Xinhai, un levantamiento político y social que condujo al fin de las dinastías, declarándose la fundación de la República China. Aunque no tenía poder, a Puyi se le permitió seguir viviendo en la “Ciudad Prohibida”.
Para 1924 y con 18 años, tras un golpe de estado militar, fue expulsado de este lugar, refugiándose en embajadas.
Según la historia, en 1934 los japoneses lo nombraron emperador del Estado, un título nominal que permitía su manipulación. Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Puyi fue capturado y enviado a un campo de prisioneros, donde sufrió un proceso de “reeducación” en el comunismo.
Pasó sus últimos años trabajando como jardinero en el Jardín Botánico Chino y archivista en la Biblioteca Nacional de Beijing. Puyi falleció en 1967.
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