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En los alrededores de la Parroquia San Pablo Apóstol se relata la historia de La 40 José De León.
Luego de la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo, la calle La 40, del sector de Cristo Rey, cambió su nombre por avenida de Los Mártires, en honor a los que perdieron la vida en la cárcel La 40, la cual fue cerrada en 1961 con la llegada al país de una comisión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), para verificar si en ese lugar había violaciones a los derechos humanos.
El padre Eulalio Antonio Arias Inoa, mejor conocido como padre Lalo, quien fue víctima de la tiranía trujillista, encarcelado y torturado en la cárcel La 40, después del cierre del recinto construyó una ermita y así ese lugar dejó de ser un centro de tormento, opresión y tortura, para convertirse en un refugio de oración y esperanza.
“El padre Lalo, que falleció en 1988 y fue sepultado en el cementerio de Cristo Rey, edificó una ermita que, con los años, evolucionó hasta convertirse en lo que hoy es la Parroquia San Pablo Apóstol y una escuela que acoge a 1,350 estudiantes en los niveles de Primaria, Básica y Media”, explica el sacerdote José Luis Hernández, quien fuera párroco de esta iglesia durante ocho años y que, aunque actualmente está a cargo de la parroquia La Ascensión del Señor, en el Residencial Carmen María, de la avenida República de Colombia, conoce a fondo la historia de Cristo Rey y todo su entorno.
En su exposición, continúa explicando que, además de esta iglesia y centro educativo, en ese lugar también funciona una Unidad de Atención Primaria.
Queda muy poca gente de aquella época, porque estamos hablando de hace 64 años de ese triste episodio de nuestra historia y ante la situación, el padre Hernández entiende que a los jóvenes no se les está transmitiendo este mensaje. “Yo entiendo que mucha gente no le da importancia a mirar más allá, pasan por allí, no se detienen a leer esa exposición, por eso creo que es urgente hacer un trabajo más intenso”.
Reiteró que la nueva generación que vive en los alrededores de la Iglesia San Pablo Apóstol ignora el contexto histórico del lugar. “Lo que ahora tenemos que hacer es recrear la memoria histórica, lo estuve haciendo con sobrevivientes como Fafa Taveras y Juan Rodríguez, quienes nos visitaron y conversaron con nuestros estudiantes. También hemos tenido la experiencia de colocar esos murales, por medio de los cuales se les explica lo que significó esa época tan dura de nuestra historia”.
El padre Hernández es reiterativo al afirmar que, en tres mil diez metros de terreno ocupado por la iglesia, con sus dos salones de acto con capacidad para 120 personas y la escuela de tres niveles y un sótano, no hay posibilidad de espacio para construir un museo aquí.
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¿Cómo se construye ahora un museo?, ¿qué van a quitar? -se cuestiona- al tiempo que afirma que aquí lo que se tiene es mucha demanda de estudiantes, por lo que imploró por la remodelación del politécnico, al indicar que debido a la alta demanda de estudiantes, cerca de 300 niños cada año se quedan sin matricularse.
“En los últimos días hemos escuchado voces repitiendo que aquí debe instalarse un museo, pero lo que quedó aquí se lo llevaron para el Museo de la Resistencia. No entiendo por qué ahora se le quiere hacer competencia a esta entidad, porque no hay necesidad de hacer un museo aquí, lo que se debe hacer es trabajar en conjunto para que los jóvenes tengan conciencia de lo que significó esa época, por eso se levantaron esos murales hace tres años”, reflexiona.
Este centro educativo tiene elementos que lo califican como una construcción de alto riesgo. “Tiene dos escaleras muy estrechas y un sótano donde se levantó una construcción sobre una base que no es firme; entonces, estamos hablando de un lugar con serios peligros. Hace cuatro años vinieron del Cuerpo de bomberos y del Ministerio de Educación a evaluar y nos pidieron que si estábamos de acuerdo con que eso se demoliera que enviáramos la solicitud a través de una carta y se le hizo. Se debe hacer una construcción más moderna, porque la idea es trasladar a los estudiantes del nivel media y del politécnico, al nuevo centro que se está construyendo en la Ortega y Gasset con Ovando y esta convertirla solo en una escuela básica”, dijo el sacerdote.
Ana Teolinda Guzmán, directora del politécnico desde hace siete años, ofreció su testimonio de lo que representa que este lugar fuera uno de los más temidos del régimen de Trujillo. “Hay una parte del sótano que el Ministerio de Educación no permite que se le ponga la mano. Dicen que por ahí arrojaban los cuerpos y se iban al río Ozama”, me comenta en voz baja, como susurrando un secreto.
Por su parte, Melvin Lara, coordinador pedagógico del centro educativo, informó que siempre se hacen encuentros con sobrevivientes y los alumnos. “A nivel pedagógico siempre para esta fecha se trata el tema de La 40 y en el acto de inicio se hacen actividades alusivas al 30 de Mayo, recalcando la importancia de la libertad de expresión, de ser un crítico de la sociedad y la de tener valores firmes”, manifestó el educador.
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