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Deivis Alberti, road manager de Rubby Pérez: “Tan solo pensé: -voy a dejar a mis hijos sin padre”

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O sea, los que estábamos en la tarima nos vimos afectados, no por el techo, porque colapsó, sino porque el techo de la tarima era un anexo.

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“A nosotros lo que nos viene encima son todas las estructuras de las luces, las pantallas, los ductos de aire”, afirma sobre lo ocurrido la madrugada del 8 de abril en la discoteca Jet Set.

Bajo los escombros, tras el estruendo del desplome del techo de la discoteca Jet Set, la madrugada del martes 8 de abril, Deivis Alberti, road manager de Rubby Pérez, solo pensaba en sus dos hijos menores de edad y en esos instantes le pidió a Dios que le permitiera verlos crecer.

Deivis sufrió una herida en la cabeza y golpes fuertes en otras partes del cuerpo como en la espalda, brazos y piernas.

El lunes anterior había sido un día sin nada en particular que pudiera prevenir a Deivis la tragedia que se avecinaba.

Llevaba cinco años desempeñando el trabajo de road manager y asistente del merenguero Rubby Pérez, fallecido en la tragedia.

Su función en la orquesta era asistir y estar pendiente del artista en todo lo que este necesitara, al igual que de los músicos.

En las actividades su deber es vigilar que todo estuviera en orden tal como se acordó en el contrato, también que se cumpliera el tiempo en que subían a tarima y el tiempo en que debían estar tocando, era parte de su trabajo.

Ese día, la venta de la fiesta llevaba un buen ritmo y había un gran interés, por parte del público venezolano, que le solicitaban a Deivis conocer a Rubby Pérez, esa noche. Así se lo hizo saber al artista.

Dentro de lo inusual Deivis se sorprendió al saber que debía iniciar la fiesta antes de la medianoche, y no como se hacía siempre a eso de las 12:30 de la madrugada.

“Teníamos previsto iniciar a las 12 de la medianoche, y hacer un set largo de dos horas para terminar a las 2:00 de la mañana”, recuerda.

Con todos los músicos listos, Deivis dio inicio a la fiesta a las 11:50 de la noche. “Después de 20 o 30 minutos tocando podría definirla como una fiesta tensa, porque me hacían muchas peticiones y al mismo tiempo mucha gente del público pasaba papelitos solicitando temas y saludos”.

Recuerda Deivis que minutos antes de la tragedia Ruuby comenzó a sentir un calor intenso y el agua que acostumbraba a tomar en dos horas, ya la había bebido en 30 minutos.

“En una ocasión su yerno estaba interpretando un tema y Rubby se acercó a mí, yo siempre estoy detrás del pianista y le dije que se quitara la bufanda y aflojara un poco la corbata para que se refrescara”.

En el momento de la caída del techo Deivis estaba en su sitio de siempre, detrás del piano, no se movía de esa parte para estar pendiente de que al artista no le faltara nada.

“De Color de Rosa” fue un tema que solicitaron, y no estaba preparado porque Zulinka, su hija, es quien lo interpreta y ella no estaba en condiciones de salud para hacerlo, entonces Rubby decide interpretarlo él”.

Ese preciso instante en que Rubby decide interpretar el tema asignado a Zulinka, y quedarse con su micrófono marcó la diferencia para el artista y su hija.

“Después que todo pasa a uno le llegan muchos pensamientos y digo que sí quizás Zulinka hubiera estado parada en ese micrófono ella como mujer hubiera sido más precavida, al ver el movimiento se hubiese echado hacia atrás”, expresa.

La muerte del saxofonista Luis Solís la define como algo extraño. “O sea, los que estábamos en la tarima nos vimos afectados, no por el techo, porque colapsó, sino porque el techo de la tarima era un anexo. A nosotros lo que nos cae encima son todas las estructuras de las luces, las pantallas, los ductos de aire, pero el saxofonista, justo donde él estaba, se desplomó un bloque de la pared, no del techo”.

Deivis recuerda que segundos antes del suceso Rubby está mirando hacia su derecha “y veo que hay un movimiento, es la gente que se está parando hacia la puerta, en ese momento pensé que era una pelea, pero cuando vuelvo y giro la mirada hacia Rubby, yo vi como venía todo hacia abajo, ahí me lanzo hacia la izquierda protegiéndome la cabeza, porque pensé que era un terremoto”.

Agrega: “Después ahí, cuando yo estaba debajo de los escombros, yo nada más pensé: -voy a dejar a mis hijos huérfanos. Eso fue lo que pensé en ese momento”.

Lo que siguió para Deivis es una escena que desea sacar de su cabeza, desde auxiliar a sus compañeros, percatarse de la muerte de uno de los músicos, buscar desesperadamente a Rubby y tratar de abrir una puerta para sacar a sus amigos de la escena. Herido continuó velando porque sus compañeros estuvieran bien y ayudando en lo que pudo. Es Deivi quien a través de una llamada telefónica pone en contexto al manager de la orquesta Fernando Soto. “Oye, vente para acá, llama al presidente, a todo el que tú conozcas que aquí ha pasado algo muy grande”, refiere haberle dicho a Fernando.

Al igual que para todos, las siguientes horas fueron dolorosas, la incertidumbre y las expectativas a la vez, de que su amigo Rubby Pérez apareciera con vida.

Durante el hecho a Deivis le tocó vigilar la puerta de emergencia para confirmar si por allí podrían sacar a Rubby, durante ese tiempo vio desfilar muchos cadáveres, así también vio a personas saquear y robar pertenencias de los heridos y fallecidos. Pasadas las horas pasó a una ambulancia a curarse la herida de la cabeza pues el sangrado comenzaba a ser abundante. Ya mucho mejor volvió a la zona cero a vigilar y esperar a que sacaran al merenguero.

Ese martes las horas fueron interminables, además de vivir la tragedia se sumó la confusión de las falsas esperanzas de encontrar a Rubby con vida y luego la tristeza de saber que no había sido así. Ya pasada la medianoche, entonces sí se confirmó el deceso del merenguero. “Cuando confirmaron que encontraron su cuerpo sentí como si hubiera perdido a un familiar muy cercano, porque eso era Rubby para mi familia. Rubby no era mi jefe, Rubby era mi amigo”.

A pesar de todo Deivis confiesa sentirse privilegiado pues siempre fue un admirador de Rubby Pérez, desde que este tocaba con la orquesta de Wilfrido Vargas, sin imaginar que años después sería su road manager.

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