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Como ya mencionamos en esta serie de artículos, los orígenes de la postura del presidente Donald Trump sobre la anexión y adquisición de territorios, se encuentran en la política seguida por el presidente Ulysses Grant (1869-1877). El presidente Trump ha sido insistente en esto. Así, en la reunión que mantuvo a principios de mayo con el recién elegido primer ministro de Canadá, Mark Carney, volvió a exponer su intención de anexar Canadá a Estados Unidos, a lo cual su vecino respondió: “Canadá nunca estará en venta”.
Durante su mandato, Grant intentó reconocer a los cubanos sublevados contra España en su guerra de independencia, pero temía que esto desencadenara un enfrentamiento armado con el país europeo, además de poner en peligro sus reclamaciones ante los ingleses, por el caso del buque Alabama, que favoreció a los sudistas en la guerra civil estadounidense.
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En ese contexto, llegó a conocimiento del presidente Grant el plan de un norteamericano amigo suyo, Paul S. Forbes, quien también era amigo del general Juan Prim, en ese momento jefe del gobierno español (junio 1869 – diciembre 1870). El plan consistía en comprar Cuba, “para los cubanos”, con dinero adelantado por una compañía de especuladores que esperaba cobrarse con la renta de aduanas de la isla.
El proyecto atrajo tanto la atención de Grant, que en junio de 1869 lo convirtió en plan oficial de mediación de Estados Unidos. Fueron encargados de llevarlo a cabo en Madrid el general Daniel E. Sickles, nombrado para ello ministro (embajador) en España, mientras Forbes le auxiliaría como agente privado confidencial.
El objetivo final de la mediación norteamericana era el mismo que, en su momento, plantearon los presidentes James K. Polk (1845-1849), Franklin Pierce (1853-1857) y James Buchanan (1857-1861): la compra de Cuba. El gabinete Grant conocía la situación interna que atravesaba España a raíz de la proclamación de la Restauración en 1868 y la propia sublevación de los cubanos.
Las negociaciones, aunque complicadas, habían comenzado, pero al hacerse públicas, hubo fuertes protestas en toda España, que imposibilitaron la continuación del proyecto. A petición del gobierno español, Estados Unidos no tuvo más remedio que retirarlo. Una vez más, fracasaban los intentos estadounidenses de anexionarse a Cuba.
El tercer aspecto al que se dirigía la política exterior de Grant era la anexión de la República Dominicana. El presidente dominicano de entonces, Buenaventura Báez, había reanudado las propuestas de anexión hechas en épocas anteriores a los gobiernos de Franklin Pierce y Andrew Johnson.
Para Grant, esa era otra oportunidad que no debía perderse y el 17 de julio de 1869 partía de Nueva York el general Orville E. Babcock, secretario privado del presidente, rumbo al país caribeño.
El 4 de septiembre (1869), se firmaba con carácter informal el proyecto de anexión, lo cual se expresa en la introducción:
“Las siguientes bases, que servirán para establecer un tratado definitivo entre los Estados Unidos y la República Dominicana, han sido redactadas y acordadas por el general Orville E. Babcock, edecán de Su Excelencia, el general Ulysses S. Grant, presidente de los Estados Unidos de América y su agente especial en la República Dominicana, y el señor Manuel María Gautier, secretario de Estado de los Departamentos de Interior y Policía, encargado de las relaciones exteriores de dicha República Dominicana”.
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