Salud

Impacto de la desigualdad en la niñez temprana en República Dominicana

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En zonas rurales, donde residen 308,779 niños y niñas de 0 a 5 años, solo 48,385 están matriculados, según el Ministerio de Educación, lo que representa un 15.73%.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Santo Domingo.- Las disparidades socioeconómicas en República Dominicana impactan la calidad de vida de los infantes, desde su nacimiento hasta los cinco años.

Las brechas sociales inciden en desnutrición, aumento de la mortalidad infantil, y limitado acceso a servicios básicos como la vacunación.

Además, se registra una alta tasa de niños que viven en hacinamiento y son víctimas de violencia y maltrato psicológicos.

Así lo indica el reciente informe “Situación de la primera infancia en República Dominicana”, el cual señala que el 8.2% de los niños y niñas de 0 a 5 años en República Dominicana reside en casas en hilera, barracones o piezas en la parte trasera de una vivienda, lo que podría estar asociado a condiciones de mayor hacinamiento, pero eso no es la generalidad, ya que el 91.5% del total vive en casas o apartamentos.

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La población infantil de cero a cinco años, el 0.2% reside en espacios no destinados para vivienda o en construcción, una proporción reducida pero que refleja situaciones habitacionales de alta vulnerabilidad.

Sin embargo, a pesar de que esos niños viven en casas o apartamentos, esas viviendas no cuentan con espacios privados suficientes como aposentos propios.

El informe indica que el 68.4% de los niños y niñas reside en casas que solo tienen dos o una habitación, lo que sugiere que una parte importante de los hogares podría enfrentar condiciones de hacinamiento.

En tanto que el 30.8% reside en viviendas con tres o cuatro dormitorios, y apenas un 0.8% tiene acceso a cinco o más.

El 77.1% de los hogares donde reside esta población cuenta con un inodoro privado. No obstante, un 7.0% usa letrinas privadas, otro 7.0% comparte inodoros, un 5.3% utiliza letrinas compartidas y el 3.6% no tiene acceso a ningún tipo de servicio sanitario.

Las desigualdades territoriales también se reflejan en la cobertura educativa. En zonas rurales, donde residen 308,779 niños y niñas de 0 a 5 años, solo 48,385 están matriculados, según el Ministerio de Educación, lo que representa un 15.73%. En zonas urbanas, con 754,590 niños y niñas, la matrícula alcanza el 41.37%. Esta brecha evidencia limitaciones estructurales en las comunidades rurales, como la falta de infraestructura educativa, transporte escolar y altos niveles de pobreza. Según un informe de UNICEF (2017a), las familias consultadas consideran que las principales razones por las que los más pequeños no están escolarizados son la percepción de que el nivel preprimario tiene baja utilidad y los riesgos que supone para niños muy pequeños.

A nivel nacional, el 52.1% de los niños y niñas de 3 a 5 años asiste a educación de la primera infancia. Las niñas presentan una mayor tasa de asistencia (54.2%) frente a los niños (50.0%), lo que subraya la importancia de fortalecer políticas públicas que mejoren esta cobertura.

En el ámbito familiar, el 59.6% de los niños y niñas de 0 a 5 años vive con ambos padres. Sin embargo, un 32.4% reside solo con la madre, un 2.2% solo con el padre y un 5.2% vive sin ninguno de los dos.

Estos datos revelan una alta proporción de hogares monoparentales maternos, una situación vinculada a factores económicos, sociales y culturales, que deben analizarse desde un enfoque de género. La ausencia de ambos padres, aunque menor, representa una vulnerabilidad crítica por la falta de redes de apoyo que garanticen cuidados, afecto y acompañamiento para el desarrollo integral de la niñez.

El análisis por sexo indica que del total de niños y niñas que viven solo con sus padres, el 55.9% son niños. Entre quienes viven sin padre ni madre, el 51.9% son niñas.

El 47.9% de esta población infantil en esa edad experimenta agresión psicológica elevada como forma de disciplina. La Oficina Nacional de Estadística explica que se consideran como agresión psicológica aquellos casos donde se usó al menos uno de los siguientes métodos de disciplina infantil violenta: “gritos o gritos muy fuertes, o se le llamó tonto(a), vago(a), haragán o alguna otra cosa parecida”.

En el caso del castigo físico, las niñas son más víctimas del castigo como disciplina violenta que los niños. En el primer caso, son las niñas quienes tienen porcentajes ligeramente más elevados, con un 49.3%, frente a un 46.6% en el caso de los niños, precisa el estudio publicado recientemente por la Oficina Nacional de Estadística.

Hogares con más ingresos

La situación es diferente en cuanto a los quintiles de índice de riqueza, pues en este caso, son los niños y niñas de hogares del quintil más rico quienes tienen los porcentajes más altos de agresión psicológica (49.6%), seguidos por aquellos del segundo quintil (49.2%); no obstante, en los demás quintiles se observan porcentajes cercanos al 50%.

Las mujeres más violentas

Los niños y niñas que viven solo con sus madres experimentan agresión psicológica con mayor frecuencia (51.2%), seguidos por quienes no viven con ninguno de los dos padres (49.8%). De igual manera, el porcentaje de infantes es más alto entre quienes son miembros de hogares con jefatura femenina (50.4%), quienes están 4.7 puntos porcentuales por encima de la población de hogares encabezados por hombres (45.7%).

La República Dominicana, a pesar de los avances logrados, continúa entre los países que, como Guatemala, Bolivia, Honduras y Perú, tienen las tasas de mortalidad infantil más elevadas en América Latina (OPS/OMS, 2024).

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