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La higiene de manos es una práctica que busca evitar y reducir la expansión de enfermedades provocadas por distintos microorganismos como bacterias, virus, hongos, etc.
Esta es una cuestión que involucra tanto a las instituciones de salud como a la población en general, ya que, mediante una adecuada higiene de manos, contribuimos a la buena salud de nuestros allegados.
Conforme al artículo más reciente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cada año, millones de pacientes y profesionales de la salud se ven perjudicados por infecciones asociadas a la atención médica, muchas de ellas evitables.
El lema de la OPS para este 2025: “Guantes, a veces; higiene de manos, siempre”.
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Una correcta higiene de manos implica efectuar el lavado con agua y jabón, procurando abarcar todas las zonas de las manos (dorso, palmas, espacios interdigitales y uñas), con una duración aproximada de 40 a 60 segundos.
La higiene con soluciones de alcohol en gel debe realizarse de igual forma, en un tiempo de 20-30 segundos.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aconseja que los desinfectantes de manos a base de alcohol contengan al menos un 60% para ayudar a prevenir la propagación de gérmenes.
Es crucial que tanto el personal de salud, pacientes y la población en general, desarrollen una conciencia sobre la higiene de manos, saber que esta es la acción más costo-efectiva para prevenir enfermedades infectocontagiosas y por lo tanto integrarla en nuestras rutinas diarias marcará la diferencia.
Se recomienda lavar las manos antes y después de llevar a cabo nuestras tareas cotidianas, antes de preparar la comida, después de tener contacto con nuestras mascotas, de igual modo, enseñar a nuestros hijos a llevar a cabo estas prácticas de higiene y así promover los buenos hábitos en la comunidad.
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