Tecnologia

La Luna, el engaño y el algoritmo

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Escribe de forma profesional desde 2017 para medios y blogs en español.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Cádiz (1973) Redactor y editor experto en tecnología. Escribe de forma profesional desde 2017 para medios y blogs en español.

Entre 1969 y 1972, doce individuos pisaron la superficie lunar. Lo hicieron en el marco de la carrera espacial, durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos buscaba probar su superioridad tecnológica frente a la Unión Soviética. Las misiones Apollo fueron, sin exagerar, un hito sin parangón en la historia humana. El módulo lunar era un aparato delicado, impulsado por un ordenador que no se igualaba a una calculadora científica actual. Las transmisiones se hacían por radio, las fotos eran en película fotográfica, y sin embargo, todo funcionó. Lo imposible, se consiguió.

Y aun así, hay quienes no lo creen. De hecho, cada vez veo más publicaciones en redes sociales, principalmente en Facebook, que muestran imágenes reales de las misiones, y una avalancha de comentarios asegurando que todo fue un montaje. Que la NASA lo rodó en un estudio. Que la bandera se mueve con el viento. Que no hay estrellas. Que Stanley Kubrick dirigió la escena. Que por qué no hemos vuelto.

Estas hipótesis llevan décadas circulando, pero nuestro mundo con el mayor acceso a la información jamás visto lo ha amplificado como nunca. Ya no se necesitan libros difíciles de obtener ni documentales de madrugada. Basta con un vídeo de TikTok, una imagen viral en Facebook o un post en X con miles de likes. El algoritmo no distingue entre verdad o mentira, solo recompensa lo que genera reacciones. Y nada lo hace mejor que una buena conspiración.

En los años 60, si alguien hubiera querido falsificar un alunizaje, habría tenido que hacerlo con efectos especiales rudimentarios y cintas analógicas. Hoy, con CGI, deepfakes y renderizados en 3D, sería infinitamente más fácil simularlo todo. Pero nadie se lo plantea. En cambio, se duda de aquellas imágenes granuladas, de aquellos trajes rígidos, de aquella bandera rígida por un simple mástil en forma de L.

¿Y qué pruebas tenemos de que fuimos? Muestras de rocas lunares que han sido analizadas por científicos de todo el mundo, incluidas agencias espaciales no estadounidenses. Experimentos activos como los retroreflectores que aún devuelven señales láser desde la superficie lunar. Miles de fotografías, horas de vídeo, telemetría, grabaciones de las comunicaciones. Y sobre todo, el testimonio de miles de personas que trabajaron en la NASA para hacerlo posible.

Pero no importa. En tiempos de desinformación masiva, las pruebas importan menos que la narrativa. Y la narrativa de que todo fue una farsa, de que los gobiernos mienten, de que los poderosos nos manipulan, es demasiado atractiva para muchos. No porque sea cierta, sino porque encaja con una visión del mundo basada en la sospecha constante.

Este fenómeno dice mucho de cómo nos relacionamos hoy con la tecnología. Vivimos rodeados de avances que hace 50 años parecían ciencia ficción. Hablamos por videollamada con alguien al otro lado del planeta, llevamos superordenadores en el bolsillo, y podemos ver Marte en 4K desde el sofá. Pero, al mismo tiempo, una parte de la población desconfía cada vez más de todo lo que suene a ciencia o institución.

Quizás el problema no está en la tecnología, sino en la educación. En la falta de pensamiento crítico. En la facilidad con la que compartimos sin verificar, comentamos sin informarnos y damos por válido lo que refuerza nuestras ideas previas. Si la llegada a la Luna hubiera ocurrido hoy, probablemente habría quien la negara desde el primer minuto con vídeos de YouTube y memes.

Pero sí, fuimos. Doce personas caminaron por la Luna. Y lo más triste no es que haya quien no lo crea, sino que estemos desaprovechando el mayor acceso al conocimiento de toda la historia para alimentar bulos de hace medio siglo. La próxima vez que veas un vídeo dudando del Apollo 11, piensa en esto, si lo que queremos es regresar a la Luna y quedarnos allí, necesitamos más ciencia, más educación y menos nostalgia de una ignorancia que nunca fue inocente.

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