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Nacido en Chicago, pero con ciudadanía peruana. Hasta 2023 era obispo de una pequeña diócesis de Lambayeque, hasta que Francisco lo convocó a Roma, para dirigir el Dicasterio de los Obispos. En un solo día, los cardenales se pusieron de acuerdo para escoger a Robert Prevost como el sucesor 267 de Pedro. Un Papa misionero, con probada experiencia de gestión tras doce años al frente de los agustinos, y que, en la Conferencia Episcopal Peruana demostró una gran capacidad para tender puentes en un momento de cambios y dificultades en esa Iglesia local. El nombre elegido para su misión, León XIV, es toda una declaración de intenciones, siguiendo la línea del gran Pontífice de la doctrina social, que abrió las puertas al Concilio Vaticano II. En su primer saludo y bendición desde el balcón de la Plaza de San Pedro, se presentó con sencillez, llamando a la unión y a la comunión en la Iglesia, para proseguir con la sinodalidad. “Con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo”, dijo, citando a San Agustín, a una multitud que coreaba “vivas al Papa” apenas salió el humo blanco por la chimenea del Vaticano. Los retos serán enormes. Desde la apertura al diálogo con todos, León XIV recalcó la importancia del anuncio del Evangelio “sin temor” a un mundo que “necesita su luz”. Por eso los cardenales han escogido a un Papa misionero. Sus probadas virtudes humanas, no obstante, serán mucho menos determinantes que la Gracia. El pueblo fiel lo sabe. Por eso ya celebraba la elección sin siquiera conocer el nombre del elegido.
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