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Fermín Quezada, conductor público, protagonista en primera línea del tránsito en Santo Domingo/ Eliezer Tapia.
“Me llamo Fermín Quezada, tengo 60 años, soy chófer de la ruta que comienza en la Tunti Cáceres y termina en la Peña Batlle, del sector de Villa Juana, manejo un Toyota Corola 2003 desde las 5:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde, en una rutina de trabajo puedo hacer ocho vueltas o recorridos al día”. Esta es la presentación de Fermín, un hombre sencillo, que se levanta temprano, que se juega la vida por el sustento de su familia, y tiene como único medio de subsistencia el concho, es decir, chófer de carro público.
Su peculiar forma de expresarse, hablador y directo, deja en evidencia que claramente es de alguna región del Cibao, entre anécdotas y quejas, realiza una radiografía del tránsito de la ciudad de Santo Domingo, que empieza cuando el sol se acerca al horizonte y termina con su ocaso.
En una de sus paradas y entre paréntesis, dentro de su intensa jornada laboral, compartió su experiencia de más de cuatro décadas detrás del volante.
¿Qué es lo más difícil de ser chófer en esta ciudad?, le pregunto en busca de una respuesta que nos ayude a entender el congestionamiento del tránsito en la capital. “En mi ruta los tapones son 24/7 por los vehículos mal estacionados de clientes y empleados de comercios aledaños porque no tienen parqueos y se ven en la obligación de subir los carros hasta en las aceras, y como si fuera poco también parquean otros carros paralelos, sin importarles los problemas que esto ocasiona”.
Ante este panorama, le consulto ¿Cuáles medidas tomaría si usted tuviera la oportunidad de dirigir el tránsito?
“Lo primero sería tomar importantes medidas con los comercios que no tienen parqueos. Las importadoras de negocios chinos son los que con más frecuencia violan las normas porque no tienen parqueos para sus clientes, lo que provoca que se estacionen en plena vía, sin un control de las autoridades”.
En su denuncia también destaca que los peatones de igual forma se ven afectados por la invasión de las aceras por los dueños de talleres de reparación de estufas y otros artefactos, así como las metaleras, que ocupan estos espacios para colocar sus maquinarias, generando un flujo incesante de camiones cargando materiales pesados, provocando ruidos molestos y aglomeración que afecta la movilidad y seguridad.
De igual manera, destacó que las tiendas de ropa y vendedores ambulantes provocan tapones.
“Usted puede ver cómo la gente tiene que caminar por las calles arriesgando hasta su vida porque pueden ser atropellados por un carro o una guagua”.
De acuerdo con el señor Quezada otros de los problemas que fomentan los tapones en la ciudad de Santo Domingo es la falta de iluminación y el mal estado de las calles. “Eso representa un peligro para todos los que andamos manejando y ha sido la causa de muchos accidentes, además de que es una ventana para la delincuencia”.
En cuanto al mal estado de las calles sostiene que las vías por las cuales transita se encuentran en mal estado y esto solo favorece a que los tapones sean más frecuentes. “Además con esos frenazos y cambio de velocidad gastamos más combustible y como si fuera poco cuando llueve las calles se vuelven un mar, lo que provoca en muchas ocasiones que los carros terminen dañados porque los drenajes pluviales en su mayoría están tapados”.
En ese mismo orden, señala que muchas de las calles por la que transita a diario están falta de señalización. “No puede ser posible que en este país muchas de las calles carecen de una correcta señalización vial y uno tenga que encomendarse al Señor”.
Este chófer que cubre una de las rutas más activas de la ciudad de Santo Domingo destacó que ya es tiempo de que las autoridades competentes lleven a cabo operativos para organizar y supervisar todos los choferes que se dedican al concho. “Se debe velar para que cada vehículo que brinde un servicio público esté en buen estado, licencia y seguro al día, así como chequeo de las gomas”.
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