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En cada industria creativa siempre ha existido ese punto de inflexión, el que marca una corriente y, por consiguiente, este cambio se convierte en el patrón a seguir para lograr un producto listo para ser consumido.
La música resulta ser uno de esos ejemplos al ser una de las siete Bellas Artes, ya que es la que más cambios ha sufrido en la historia a la hora de llegar al público, desde el punto de vista comercial.
En República Dominicana hemos sido testigos de esos cambios, y nuestro merengue como género musical nacional, también ha tenido que adaptarse en la forma de producir y llegar a las masas a través de su distribución.
A eso le llamamos industria musical, y esta se ha servido de la tecnología para estar presente hasta el día de hoy.
Primero hagamos un breve repaso histórico por los formatos físicos en los que la música ha evolucionado.
Un año más tarde tres compañías se unen para revolucionar el mercado (RCA Records, Lear Jet Company y Ampex Magnetic Tape Company) con la cinta 8 pistas (8-Track), tanto que en un par de años sería el estándar para escuchar música mientras conduces gracias a Ford Motors ofreciendo el formato como única opción en su línea de automóviles.
Para 1972, IBM -el entonces gigante informático de la época- dejaba claro que el disquete de 8 pulgadas o Floppy Disk no solo servía como almacenamiento de datos para los ordenadores.
Ni la misma empresa sospecharía que este sería el soporte discográfico (por breve lapso de tiempo) para editar música durante los años 80 y 90, siendo un importante augurio del futuro digital de la música.
Para 1982 hace su aparición el Compact Disc (CD). Al principio fue visto como una rareza, pero gracias a figuras dentro de la industria muchos le vieron grandes posibilidades, no solo comerciales, sino creativas y prácticas.
La idea nace en 1974, pero es en 1977 que se logra desarrollar el producto en los laboratorios de la compañía Philips en Holanda.
Mientras tanto en Japón, Sony mostró por primera vez públicamente un disco de audio digital óptico en 1976.
Se trata de una evolución del laserdisc cuyos prototipos fueron desarrollados, primero de manera independiente y, posteriormente, de manera conjunta por ambas empresas.
Nombres como los de Stevie Wonder o Herbie Hancock, así como el del director clásico Herbert Von Karajan apostaron al formato, algo que sus creadores tomaron en cuenta pero no los sellos disqueros, mostrándose un poco escépticos.
Así nació un disco digital óptico de 12 cm por la capacidad de las máquinas de producción existentes en ese momento, aunque la razón exacta puede ser controvertida, se dice que la capacidad del CD para contener la novena sinfonía de Beethoven fue un factor clave en la decisión de establecer la duración de 74 minutos.
De ese modo para 1982 se editan los primeros títulos grabados en discos compactos en Europa, como la Sinfonía alpina de Richard Strauss, los valses de Frédéric Chopin interpretados por el pianista chileno Claudio Arrau, y el álbum The Visitors de la banda sueca ABBA.
Cuando el disco compacto debutó en el mercado de la música grabada un año después, el vinilo seguía liderando las ventas seguidas por el cassette.
Eso cambiaría con el tiempo. Es en 1983 que se llegaría a producir el primer disco compacto en Estados Unidos por CBS (hoy Sony Music), siendo el primer título en el mercado occidental; se trata del álbum ’52nd Street’ de Billy Joel.
En lo adelante la producción se concentró por varios años en Estados Unidos y Alemania, de donde eran distribuidos a todo el mundo.
Es entonces que varios sellos importantes a nivel global ven el CD como una nueva alternativa de distribución, junto a los millones de tiendas de discos en todo el planeta.
Aquí es donde entra al juego alguien con una visión diferente, pero lucrativa, del negocio.
El señor Marcos García se inicia en el mundo de la música a mediados de los años 60 adquiriendo los derechos de distribución del sello disquero Montilla Records (fundado en Cuba en 1955 por Fernando J. Montilla), teniendo al dominicano Primitivo Santos como uno de sus artistas estrellas al ser un pionero en ventas liderando la plaza del merengue en Estados Unidos.
Más adelante en los años 70, García funda el sello 4 Points Records teniendo en su catálogo al dominicano Fausto Rey y al nuyo-rican Héctor Rivera como artistas exclusivos, distribuyendo material en los Estados Unidos.
Para 1976 emprende otro proyecto y es cuando expande sus operaciones al crear Algar Records, teniendo como norte principal el mercado merenguero en República Dominicana y su distribución y promoción de los proyectos desarrollados entre New York y Santo Domingo.
Este sello se encargó de impulsar nuevos talentos a nivel local e internacional. Cabe mencionar el apoyo constante a la orquesta de Milly y Los Vecinos en la gran urbe de New York (así como la joven carrera como solista de Milly Quezada a finales de los 70).
Otros artistas dentro de la planilla fueron El Gran Trío (trío de boleros radicado en NY y formado en 1966 por Lily, Mon y Junior); El Súper Trío (trío boricua de boleros desde 1969 con Luis Valentín, Juan Alicea y Eterio Cruz); el Sonido Original (con Luisito Martí y Anthony Ríos tras la salida de estos de la orquesta de Johnny Ventura, así como la posterior carrera solista de Ríos); Bonny con Kenton (con Bonny Cepeda y los hermanos Freddy y Eddy Kenton, y luego el proyecto solista de Eddy y Bonny, respectivamente con sus orquestas); Siano Arias y su Conjunto, con merengue típico; los inicios de Ricky Leonardo, quien luego junto a Orison Pérez formaría la Orquesta Voltaje; así como los inicios de El Equipo de Dionis Fernández.
Mientras en República Dominicana se libraba La Guerra de las Papeletas en la Tv local y se vivía la denominada Época Dorada del Merengue, en el resto del mundo el formato CD lentamente fue compitiendo con los clásicos formatos análogos.
De hecho, el mismo Cassette ya estaba tomando un amplio terreno en el mercado con la popularidad del Sony Walkman, lanzado en 1979 pero que en la década 80 se convertiría en el amo indiscutible de la música portátil.
Ante estos cambios de tendencias, y con miras a posicionar a sus artistas en mercados internacionales, es cuando Mario García se acerca a un sello disquero de renombre mundial: RCA International.
A raíz de la compra de la Victor Talking Machine Company (compañia que fabricaba los fonógrafos, conocidos como Victrola) en 1929, Radio Corporation of America (RCA) pasó a llamarse RCA/Victor en 1931 como un importante sello disquero en la era de la Depresión en Estados Unidos.
Décadas después se convertiría en un gigante de la música, fusionándose o haciendo alianzas con otros sellos como Columbia (EE. UU.), BMG (Alemania) o Sony (Japón).
Tras adquirir Ariola Records en 1979, RCA lo convirtió en la plataforma por excelencia de los años 80 en hispanoamérica apoyando artistas como Rocío Dúrcal, José José, Camilo Sesto, Juan Gabriel, entre otros.
Ante esta visión de proyección internacional, sumando a eso la decadencia del género salsa y el auge del merengue en el Caribe y la comunidad dominicana en Estados Unidos, el sello Algar se asocia a RCA International creando la estrategia de promover orquestas dominicanas por otras vías y canales de distribución enfocados a otros mercados.
Esta alianza haría de 1985 el año punta de lanza para que el merengue conociera otro modelo de negocio.
Los artistas y producciones seleccionados para este esquema piloto de mercadeo fueron Bonny Cepeda y Orquesta con su “Noche de Discotheque” (IL7-7408); Los Vecinos con el disco “Dinastía” (IL7-7422) (quienes venían de las navidades del 84 con el éxito ‘Volvió Juanita’); así como “Ama mucho”, el segundo disco de Ricky, Orison y la Orquesta Voltaje (IL7-7423).
Posteriormente saldría al mercado internacional el compilado de merengue “Merengueando!” (5682-1-RL), incluyendo a los artistas anteriores y sumando grabaciones de Los Kenton, Dioni Fernández y el conjunto de salsa La Herencia Latina de Rico Rodríguez y Sammy Navarro.
Estas producciones tuvieron un masivo lanzamiento abarcando países como Panamá, Colombia, Perú, Venezuela, teniendo como base de operaciones a Estados Unidos y República Dominicana.
Ya para 1986 en todo el mundo se habían vendido unas 50 millones de copias del nuevo formato CD, a pesar de la resistencia de algunos sellos (incluyendo a la misma CBS Records, división musical de Sony, uno de los creadores del nuevo medio de ventas).
Lo cierto es que no había vuelta atrás. Un punto a favor del formato es que el propio reproductor de Sony, el CDP-101, ya podía adquirirse a un precio asequible: de $1000 dólares de la época, podía conseguirse por $200, mientras que los discos costaban unos $16, por unidad.
De su lado, Algar Records tenía montada su estrategia con dos de sus artistas estrellas. Ese año de 1986 se convirtió en el punto de partida para que el merengue se estrenara en el mundo del Disco Compacto.
La primera producción en aparecer en los estantes de las tiendas fue “Special Delivery” de Los Vecinos, bajo el número de catálogo 7535-2-RL de RCA International para los Estados Unidos.
Previamente, el lanzamiento tuvo su edición análoga en LP en Puerto Rico (Algar/RCA I.), Venezuela (Palacio) y Colombia (Sonolux).
La segunda producción de merengue a publicarse en forma digital fue “Dance It! Báilalo!”, también en 1986, bajo el número de catálogo 7541-2-RL de RCA International, una edición que fue fabricada en Japón, con su obligatorio tiraje en LP para Bolivia, Canadá, Venezuela, República Dominicana, Estados Unidos y Colombia.
Lamentablemente, el empresario disquero Marcos García murió a finales de ese año, 1986, lo que devino en la d
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