Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
El Día de las Madres es una fecha que conmemora el vínculo y el amor maternal que las madres prodigan a sus hijos. Esta fecha puede ser muy dolorosa para un hijo que ha perdido a su madre o para una madre que ha perdido a la suya. La neurociencia, desde hace unos años, ha empezado a investigar cómo el duelo afecta el cerebro y el cuerpo, para entender y brindar apoyo a nivel biológico y emocional.
El duelo es un proceso neurobiológico complejo. Tras una pérdida, áreas cerebrales como la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal están directamente relacionadas con este proceso. La amígdala se encarga de procesar emociones como la tristeza y el miedo, estando más activa al sentir la ausencia de un ser querido. En el hipocampo almacenamos los recuerdos de nuestro ser querido, que estará sobreactivado al recordar eventos especiales o no tan especiales de esa persona. La corteza prefrontal, por su parte, modera las respuestas emocionales, reduciendo su actividad en estos momentos.
Desde días previos a esta fecha especial, la neurociencia indica que se activan los circuitos neuronales asociados a la pérdida, incrementando los sentimientos de tristeza, nostalgia y soledad. En este proceso disminuye la oxitocina, reduciendo en nosotros la conexión y el bienestar que solíamos sentir antes de este evento.
La manera en que se experimenta el duelo tras perder a una madre es totalmente individual. Dependerá mucho de cómo era la relación con ella, cómo fue su muerte, entre otros factores.
A nivel fisiológico podemos experimentar síntomas como presión en el pecho, dolores musculares, cambios en la alimentación, desánimo, tristeza o ira. Estos cambios son normales para afrontar y adaptarse a la nueva vida sin el ser querido.
La recomendación es sentir y expresar lo que sientes. En fechas especiales es común sentir tristeza y desmotivación. Las emociones nos guían y nos ayudan a adaptarnos en este momento. Nos vemos obligados a crear nuevas razones para vivir, asumir un nuevo rol y desarrollar nuevas habilidades. Mediante la neuroplasticidad podemos facilitar la sanación emocional, con ejercicio físico, aprendiendo cosas nuevas o meditando, podemos sobrellevar mejor este proceso.
Si notas que pasa el tiempo y no logras gestionar de manera adecuada las etapas del duelo, impidiendo una vida cotidiana funcional, lo ideal es buscar ayuda psicológica para evitar que se convierta en un duelo patológico.
La autora es doctora en Neurociencia, docente e investigadora de la PUCMM.
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