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Es la manera de garantizar la entrada de la mercancía comprada en territorio dominicano, buscando la protección de grupos paramilitares ante la falta de seguridad.
Los comerciantes haitianos que se abastecen en el mercado binacional de Malpasse, en la frontera con Jimaní, están contratando mercenarios para evitar saqueos y cobros de peajes — o extorsión — por parte de las bandas criminales.
Es la forma de asegurar el ingreso de la mercancía comprada en suelo dominicano, buscando la protección de fuerzas paramilitares ante la deficiencia que provoca la crisis sociopolítica en ese país.
Así lo reporta una fuente de inteligencia a LISTÍN DIARIO, convalidado en que los residentes haitianos de la zona fronteriza están “contentos” y protegidos con la línea de defensa.
Esto contrasta con las noticias publicadas la madrugada del martes en medios haitianos, indicando que hombres armados tomaron las instalaciones de la agencia aduanal en el lado haitiano de Malpasse.
Sin embargo, las investigaciones permitieron confirmar que se trata de combatientes pagados para la seguridad de los negociantes, luego que el personal aduanal comenzara a cobrar impuestos sin reportarlos al fisco.
Los grupos armados de comerciantes forman parte de brigadas ubicadas en Font Parissien, una comunidad en el oeste haitiano que se encuentra cerca de la puerta con Jimaní, provincia Independencia (lado dominicano).
Este periódico publicó hoy un reportaje donde se evidencia cómo el fantasma de las bandas criminales se extiende en el mercado binacional, realizando requisas indiscriminadas a los revendedores haitianos.
Las mismas organizaciones que ya fueron un obstáculo en la venta fronteriza, provocando cierres por tener custodiado un pueblo cercano a la zona comercial.
Por esto, los negociantes tuvieron que trasladarse de territorio, lo cual, en palabras de una vendedora de golosinas consultada, impulsó a que “se tuvieron que mudar hacia otro pueblo y está fluyendo un poco la venta”.
Sin embargo, la sombra del crimen persiste. Además de las inspecciones de autoridades aduanales en el traslado de productos, a los pandilleros les tenían que “pagar un impuesto al pasar”.
La ocurrencia de estos abusos -que generan personas del “gobierno” y maleantes-, terminó induciendo a los minoristas a refugiarse bajo la protección de ejércitos privados que no interfieran con el desarrollo de sus actividades.
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