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Los cambios ambientales y del entorno en primavera, animan, mejoran el estado de ánimo, aumentan el entusiasmo y la motivación, e impulsan la vida social, la diversión y las salidas, al mismo tiempo que el uso de ropa más ligera y relajada tiende a mejorar nuestro atractivo personal, favoreciendo el enamoramiento y la sensualidad, según se explica.Los días más cálidos y la mayor exposición a la luz solar provocan que nuestro organismo segregue sustancias asociadas al bienestar y la felicidad, como la serotonina o la dopamina, y por otro lado, invitan a la práctica deportiva y la actividad física, lo cual favorece que también se liberen otras sustancias llamadas endorfinas, que generan sensaciones placenteras.
Los cambios ambientales también incitan a que nuestro cuerpo produzca feromonas, mensajeros químicos que son captados por un órgano olfativo (vomeronasal) de otras personas, causando en algunas de quienes los reciben un aumento de la atracción y de la predisposición sexual hacia quien emite dichas hormonas, explica la doctora Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga argentina especialista en el sentido del olfato.
Las sustancias secretadas por distintas glándulas y por estructuras cerebrales llegan al torrente sanguíneo que las transporta a distintas partes del cuerpo donde ejercen sus respectivos efectos y funciones. En ese sentido, podría afirmarse, de manera simbólica, que en primavera “el amor corre por nuestras venas”.
El doctor Bernardo Reina Burgos, de las clínicas de salud sexual masculina The Test (https://thetest.es) denomina ‘efecto primavera’ al despertar sexual que pueden experimentar algunos hombres en esa época del año.
Este fenómeno se debe a la acción combinada de tres hormonas, cuya liberación en el organismo se activa debido a las condiciones climatológicas y ambientales, según detalla.
Se trata de la serotonina, asociada a la felicidad y el bienestar; la testosterona, vinculada al vigor y la fuerza masculinos; y la melatonina, clave en la regulación de los ritmos biológicos circadianos; las cuales ejercen en conjunto un efecto estimulante de la libido y las funciones sexuales y reproductivas.
“Ahora bien, el ‘efecto primavera’ solo se mantiene mientras la persona se mantenga en equilibrio, descansando bien, realizando actividad física de manera habitual y teniendo unos bajos niveles de estrés. Si hay sobrecarga laboral o falta de sueño, ese efecto puede apagarse rápidamente, como cualquier otra respuesta fisiológica”, advierte el doctor Reina Burgos.
Un estudio de la web y aplicación (‘app’) de citas Gleeden (https://es.gleeden.com), respalda lo que dice la Ciencia, al arrojar como resultado que un 70% de encuestados/as afirma que en primavera, experimentan ‘alteración sexual’, mientras que el 43% de las personas encuestadas confiesa que durante esa época tiene más encuentros íntimos que en otras estaciones.
Cerca de un 40% de los 1.236 usuarias y usuarios de Gleeden que fueron encuestados, señalaron que en primavera su libido (deseo sexual) es más elevada que en las otras estaciones del año y además manifestaron que en esa época están más abiertos a conocer gente para entablar nuevas relaciones.
Los encuestados atribuyen la subida primaveral de la libido a distintos motivos: un 31% opina que se debe a que la gente lleva menos ropa y se ven más los cuerpos; un 25% cree que es porque los días son más largos y hay más luz; un 13% considera que obedece a que hay más alegría en el ambiente y, por último, un 6% cree que es porque empieza a hacer calor, según Gleeden.
“Para Helen Fisher, una de las principales científicas que han analizado la atracción y el apego amorosos, el amor no es una emoción, sino una pulsión tan poderosa como el hambre”, explica la psicóloga y neuróloga francesa Anaïs Roux especialista en neurociencias, creadora del pódcast ‘Neurosapiens´ y autora del libro con ese mismo título.
“Cuando estás enamorado de alguien, no puedes dejar de pensar en esa persona, como si estuviera acampada tranquilamente en tu cabeza, sin pedirte permiso. El amor se impone sobre ti, sin ningún tipo de reflexión. No tienes elección”, señala Roux.
Explica que “estar ante la persona amada da lugar a numerosos ‘síntomas’ físicos. El corazón se acelera, a menudo se tienen golpes de calor, sudan las manos, se sienten ‘mariposas’ en el estómago. Son efectos totalmente imposibles de controlar”.
“Este estado de euforia es el resultado de un asombroso cóctel químico que tiene dos ingredientes principales: la oxitocina, una hormona presente en los mamíferos y asociada con el parto y la lactancia; y la vasopresina, relacionada con el comportamiento protector agresivo de la hembra y el comportamiento paternal en los mamíferos machos”, según explica Roux.
Esta experta señala que “el investigador Thomas Insel, estudioso de los vínculos de apego y los aspectos biológicos relacionados con ellos, concluyó en sus investigaciones con animales, que la oxitocina y la vasopresina tienen la extraordinaria capacidad de activar o desactivar el desarrollo de un vínculo de pareja.
“A partir de los estudios de Insel, el papel de esas dos hormonas ha sido estudiado en seres humanos, y se ha confirmado su importancia en nuestro apego emocional”, destaca.
Por otro lado, los investigadores Andreas Bartels y Semir Zeki, del Reino Unido, han comprobado que tanto en el apego materno (madre-hijo) como en el romántico (relación de pareja) intervienen la oxitocina y la vasopresina y se desactiva un grupo de áreas cerebrales vinculadas a las emociones negativas y la evaluación crítica de otras personas, según Roux.
“Por lo que parece, el sentimiento amoroso se genera en unas estructuras cerebrales muy antiguas y localizadas en lo más profundo de los dos hemisferios, denominadas ganglios basales o ganglios grises, lo que explica porqué podemos enamorarnos repentinamente, sin razonamiento ni reflexión”, añade.
“Estos ganglios alojan unas subestructuras que son responsables del comportamiento automático e impulsivo, y liberan una gran cantidad de dopamina, precisamente una sustancia encargada de anticipar el placer y la motivación, y esencial en las adicciones”, según puntualiza.
Añade que en un ‘cerebro enamorado’ también se activa otra estructura cerebral denominada ínsula, situada entre los lóbulos temporal y frontal, involucrada en los deseos conscientes, como la búsqueda activa de alimentos o drogas, y en el impacto corporal de las emociones, lo que podría ser la causa de que sintamos ‘mariposas’ en el estómago, al enamorarnos.
“La activación de todas estas estructuras cerebrales podría explicar el carácter adictivo, repentino y apasionado del amor”, enfatiza Roux.
Respecto a por qué nos enamoramos de una persona y no de otra, “la antropóloga y bióloga Helen Fisher, considera que es nuestra biología la que nos ’empuja’ hacia algunas personas en lugar de otras”, según la psicóloga y neuróloga francesa-.
Explica que Fisher creó una web de citas (Chemistry.com) en la que cada nuevo miembro debía responder a un cuestionario para evaluar sus niveles de cuatro sustancias orgánicas: dopamina, serotonina, estrógenos y testosterona.
Una vez completado el cuestionario, los participantes de la web se conocían entre sí; se enamoraban (o no) y formaban parejas (o no), todo ello seguido por la investigadora, que comparaba los niveles hormonales de las personas que se emparejaban.
De ese modo Fisher llegó a la conclusión de que las personas con altos niveles de dopamina se sentían atraídas por personas similares, y que las personas con altos niveles de estrógenos se sentían atraídas por personas con altos niveles de testosterona.
El estudio de Fisher involucró a miles de personas, pero necesitaría ser contrastado por otros investigadores y en otros contextos. Por lo tanto, aún no tenemos una respuesta definitiva a la pregunta de por qué nos enamoramos de una persona y no de otra, concluye Anaïs Roux.
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