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El canciller estadounidense Marco Rubio ha criticado públicamente a la Organización de Estados Americanos (OEA) por no hacer nada para solucionar la tragedia haitiana, y, para ello, plantea por primera vez que sea esa organización quien resuelva el asunto.
Los esfuerzos a través de Naciones Unidas han fallado debido al poder de veto chino y ruso en su Consejo de Seguridad y a la falta de fondos para seguir pagando a los soldados kenianos, quienes, según se dice, no cobran desde octubre del año pasado. Debido a esto, han adoptado una postura defensiva, custodiando ciertos edificios, pero no una posición ofensiva tratando de eliminar el liderazgo de las bandas hoy calificadas como terroristas por los gobiernos de los presidentes Donald Trump y Luis Abinader.
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Justamente, hace poco en la prensa se comentaba que el jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses se había reunido con el liderazgo militar colombiano, grupo este último que probablemente sea el que más experiencia tiene en Latinoamérica en la lucha contra el terrorismo urbano.
Específicamente el canciller Rubio propuso reactivar a la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), cuyo único y triste precedente fue su creación en 1965 para apoyar a los 38,000 soldados estadounidenses que llegaron a Santo Domingo supuestamente para evitar “una segunda Cuba”.
En nuestra obra “El peligro comunista en la guerra de abril. ¿Mito o realidad?” creemos haber demostrado que eso fue un mito y que lo que Lyndon Johnson realmente quería era lograr una fácil victoria militar en el Caribe, para contrarrestar la vergonzosa derrota sufrida por su antecesor John F. Kennedy en Bahía de Cochinos, o Playa Girón. En aquella ocasión la dictadura brasileña aportó la mayor parte de los integrantes de la FIP, junto con unos pocos nicaragüenses. ¿De qué país provendrían estos soldados y quiénes los pagarían? O, alternativamente, ¿se emplearían mercenarios, es decir, personas pagadas por combatir a las bandas, como ocurrió con los estadounidenses que lo hicieron en Afganistán e Irak? La OEA ahora está presidida precisamente por un caribeño, Albert Ramdin, de Surinam. Suponemos que, dado que ahora el objetivo es bien diferente, los haitianos y los latinoamericanos respaldarán esta nueva FIP.
Los chinos en el Consejo de Seguridad se quejaron de que los estadounidenses proveían armas y municiones a las bandas haitianas a través del contrabando que se origina en el río en Miami y es por eso que en su pronunciamiento el canciller Rubio prometió luchar contra ese asunto.
En definitiva, una nueva FIP, pero ahora “a l’autre coté de l’ile”
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