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¿Qué transformaciones ha experimentado Estados Unidos tras el fallecimiento de George Floyd?

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Mientras estaba inmovilizado en el suelo, el policía Derek Chauvin le presionó el cuello con su rodilla, ante la mirada de varios transeúntes que grabaron la escena.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Este domingo se cumplen cinco años del fallecimiento de George Floyd a manos de un policía blanco en Minnesota (EE.UU.), un caso que impulsó el movimiento antirracista Black Lives Matter y la conciencia sobre la discriminación racial, que ahora se encuentran muy debilitados al iniciarse el segundo mandato de Donald Trump.

Las palabras “No puedo respirar”, últimas que pronunció Floyd ante el policía que llevaba varios minutos presionando su cuello con la rodilla, fue el “grito de guerra” y el detonante (junto con un vídeo de lo ocurrido) de las protestas que se extendieron en Estados Unidos y más allá, con la participación de millones de personas que exigían el fin del racismo y reformas en los cuerpos policiales, e incluso, quitar fondos a la policía.

Floyd, un hombre negro y pobre de 46 años, elementos que jugaron en su contra, se vio involucrado en un incidente menor cuando el empleado de una tienda llamó a la policía y lo acusó de comprar cigarrillos con un billete falso, tras lo cual fue arrestado. Mientras estaba inmovilizado en el suelo, el policía Derek Chauvin le presionó el cuello con su rodilla, ante la mirada de varios transeúntes que grabaron la escena.

“¡Mamá!”, decía también Floyd, quien pasó de ser un afroamericano más muerto bajo custodia policial a un símbolo contra el racismo. Chauvin fue sentenciado a 22 años de prisión por asesinato y otros 21 por violar derechos civiles de la víctima. Sus tres compañeros, que no hicieron nada para frenar a Chauvin, también fueron sentenciados a penas menores.

El homicidio de Floyd desencadenó una serie de protestas que pedían el fin de la violencia contra los negros, al grito de “Black Lives Matter” (las vidas negras importan), que tomaron las calles en todo EE.UU. y en más de 60 países en solidaridad, convirtiéndose en las protestas más grandes en la historia reciente, a pesar de que en el mundo se enfrentaba la pandemia del covid-19.

En algunas ciudades estadounidenses se impuso el toque de queda y se movilizó la Guardia Nacional por orden del entonces presidente Trump, quien no tomó medidas contra los abusos y la brutalidad policial.

Las protestas generalizadas impulsaron el movimiento Black Lives Matter, que había nacido en 2013 luego de que se absolviera a un vigilante por la muerte a tiros del adolescente negro Trayvon Martin en 2012 en Florida y que siguió creciendo con tras muertes de otros afroamericanos hasta llegar al caso Floyd, que generó un diálogo nacional sobre el racismo.

Después de cinco años de su muerte no se han logrado cambios trascendentales y las muertes bajo custodia de la policía siguen ocurriendo, de manera desproporcionada para afroamericanos, que tienen 2,8 veces más probabilidades que los blancos de morir en estas circunstancias.

Según un recuento del diario The New York Times, las muertes violentas a manos de la policía por cada 100.000 personas desde 2015 han sido de 6.8 de nativos americanos y 6.7 afroamericanos, frente a 2.9 hispanos y 2.5 blancos.

Tras las protestas, en algunos lugares se redujo el presupuesto de la policía, se prohibió el uso de llaves de estrangulamiento, se impartió educación sobre discriminación, se reescribieron instrucciones de cómo actuar durante la confrontación con un sospechoso y se implementó el uso de cámaras corporales, recordó el mismo diario.

Aunque Black Lives Matter puso el foco en las injusticias contra la comunidad negra, el regreso a la Casa Blanca de Trump parece haber mermado los esfuerzos del movimiento por visibilizar el problema. Su Departamento de Justicia ha denegado las demandas contra varios departamentos de policía, que se gestaron bajo la presidencia de Joe Biden, y ha dejado de lado otros acuerdos destinados a asegurar la rendición de cuentas y la reforma.

“La decisión de Justicia de poner fin a las investigaciones es una traición peligrosa a los derechos civiles. Está dando la espalda a la rendición de cuentas y señala que los departamentos policiales no serán responsables por mala conducta, incluso cuando existan pruebas claras de abuso”, ha recordado la organización de derechos civiles Latino Justice.

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