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Roberto Prevost, al enterarse de la posibilidad de ser papa: “Eso no se revela, solo lo conoce Dios”

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El jueves, Robert Francis Prevost, de 69 años, se convirtió en el primer papa estadounidense con nacionalidad peruana, bajo el nombre de León XIV.

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El jueves, Robert Francis Prevost, de 69 años, se convirtió en el primer papa estadounidense con nacionalidad peruana, bajo el nombre de León XIV. A León XIV, el estadounidense Robert Francis Prevost, un fraile que lo formó como novicio y a quien llama ‘padre Roberto’, le dijo el domingo: “Debes ser muy santo porque serás elegido papa”. Y él respondió: “Esas cosas no se dicen, solo Dios lo sabe. No digas eso”. Robert Francis Prevost, de 69 años, se convirtió el jueves en el primer papa estadounidense -también peruano- de la historia, bajo el nombre de León XIV. Fray Justo, profesor de un colegio de los agustinos de Málaga (sur), a cuyos votos definitivos asistió el propio Prevost, siendo general de la Orden de San Agustín, recordó a EFE este viernes la conversación que tuvo en Roma con quien finalmente fue elegido papa. “Es muy sencillo, cordial, y cercano; pero humilde, y cuando le dije eso, se sorprendió y escuché que dijo: ‘Esas cosas no se dicen, eso solo lo sabe Dios. No digas esas cosas”, detalló este afable fraile, también encargado de la Iglesia de San Agustín en Málaga. Fray Justo había escuchado “en las especulaciones, que rara vez llegan a buen puerto”, la posibilidad de que Prevost fuera el sucesor de Francisco. “Tenía la profunda convicción de que iba a ser elegido papa, cuando ayer se anunció ‘habemus papam’ y su nombre fue una alegría, al igual que para todos los miembros de la comunidad”, destacó refiriéndose a los agustinos malagueños, con quienes el hoy papa estuvo en 2007 durante una visita como prior general de la orden. Para este fraile, el ahora papa “siempre” ha sido ‘padre Roberto’, “aunque sea obispo y cardenal”. Lo vio el domingo cuando Fray Justo volvió a Roma, después de muchos años, a ganar el jubileo. “Allí estaba porque el papa Francisco lo había nombrado cardenal y era prefecto del Dicasterio de los Obispos, encargado de nombrar obispos, pero seguía con su vínculo natural con los agustinos. El domingo estaba comiendo en la comunidad de la curia general agustiniana, cerca del Vaticano, donde él también residía y pude saludarlo”, explicó. Del año en que convivieron -entre 1997 y 1998-, siendo Prevost maestro de nueve jóvenes novicios, entre ellos algunos que llegaron a obispos, alaba “su sencillez” y que es “un hombre de profunda vida de oración, de profunda vida interior”. “Son los dos rasgos que siempre me impresionaron siendo formador de la orden: un hombre de oración, pero que se volcaba en la vida y era un hombre cercano, sencillo, trabajador. Conectaba perfectamente los dos ámbitos: el interior con el exterior”, señala. Ha mantenido durante años comunicación con él a través de correos electrónicos y han coincidido en varios lugares. “Ha sido elegido para el honor más importante de la Iglesia, para servir a la Iglesia”, concluye.

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