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MADRID (EFE). — Las dosis de radiación ultravioleta (UV) recibidas en la superficie de Marte son similares a las que pudieron existir en la Tierra primitiva, y los análisis y resultados posteriores han desvelado que esos niveles podrían ser compatibles con ciertas formas de vida.
Un estudio internacional, encabezado por el Centro de Astrobiología (CAB) — del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español y del Instituto de Técnica Aeroespacial (INTA) — reveló las dosis de radiación ultravioleta que llegan a la superficie de Marte, gracias a datos recogidos por el instrumento REMS (Rover Environmental Monitoring Station) a bordo del explorador Curiosity de la NASA, que aterrizó en 2012 en el cráter Gale, cerca del ecuador marciano.
Los hallazgos de la investigación se publican en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)”, resultado del análisis de más de cinco años marcianos (equivalentes a más de diez años terrestres) de datos de los distintos tipos de radiación ultravioleta en el planeta rojo, incluyendo la radiación UV-C, la más perjudicial para los seres vivos.
En la Tierra, la radiación UV-C es absorbida por la capa de ozono que protege el planeta, pero la atmósfera de Marte, aunque contiene ozono, es unas 100 veces más delgada, por lo que no protege de la misma manera, permitiendo que la radiación solar, casi en su totalidad, alcance la superficie, explicó el CAB en un comunicado.
Niveles altos
La escasa protección que ofrece la atmósfera de Marte ante la radiación ultravioleta es causada por el polvo en suspensión, especialmente significativo durante la temporada de tormentas de polvo.
Los resultados de este estudio muestran cambios drásticos y muy rápidos en los niveles de radiación ultravioleta, con capacidad de modificar las dosis en más de un 30% en pocos soles (días marcianos), observó el CAB, que resaltó que estas variaciones son complejas e impredecibles con los modelos atmosféricos actuales.
Aunque las dosis de radiación ultravioleta en Marte superan ampliamente las actuales en la Tierra, sus niveles son comparables a los que se cree que existían en la Tierra primitiva, cuando la vida surgió y evolucionó.
Pese a su capacidad esterilizadora, este estudio demuestra que la radiación que llega a la superficie marciana “no es del todo incompatible con la vida”, y podría no ser suficiente por sí sola para eliminar todos los microorganismos terrestres que viajan en las misiones espaciales.
Por consiguiente, es crucial seguir aplicando medidas estrictas de protección planetaria para evitar la contaminación de Marte con vida terrestre, especialmente en futuras misiones tripuladas, ha advertido el Centro de Astrobiología.
Estas medidas están estrechamente relacionadas con los tres objetivos principales de la misión que el róver de la NASA inició hace más de diez años: verificar el potencial biológico de la zona explorada por el vehículo, investigar los procesos planetarios que ocurren en su superficie y que influyen en su habitabilidad, como el agua, y caracterizar los niveles de radiación que llegan a la superficie de Marte.
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