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Una de las atletas dominicanas más condecoradas de la historia tiene ahora como prioridad ser
la educadora, guía, consejera y pastora de sus hijas Sara Nicole, Ana Isabel y Deborah Esther.
Ahora, como madre, Wanda Rijo se empeña en alcanzar los niveles de excelencia que tuvo como deportista. Es su mayor reto.
Como en sus días de levantadora de pesas — en las que le dio al país medallas mundiales, panamericanas y centroamericanas — dedica tiempo y esfuerzo para enseñar, disciplinar, educar, orientar, corregir y aconsejar a las tres hijas que procreó con su esposo Argelis Rodríguez.
Sara Nicole, Ana Isabella y Débora Ester, de 16 años, 13 y 11, respectivamente, son las tres medallas de diamante que más atesora de todas las acumuladas en una carrera que comenzó a coleccionar oro en los Juegos Nacionales “Mao ´97”, donde obtuvo tres como parte de la delegación de San Pedro de Macorís.
“Una de las cosas que le pedí a Dios fue que me regalara una familia. Mi desafío es desempeñar con excelencia el rol de madre”, expresó Wanda, quien se retiró en el 2007 y entregó su vida al Señor, la que considera su otra gran medalla.
“Estoy plena desarrollando ese rol de madre, esposa y pastora a la vez. En eso estamos ahora”, resaltó la reina continental de la categoría 75 kilogramos y una de las deportistas dominicanas más laureadas de la historia.
“La prioridad es desempeñar ese rol de madre, conjuntamente con el de esposa y pastora. Estamos llenos de gozo y de gratitud al Señor”, significó la menor de los nueve hijos procreados por Urbia Contreras y Juan Rijo.
Wanda tiene 13 años pastoreando en la provincia de La Romana, donde fijó residencia con Argelis, quien también es pastor evangélico.
Relación con Dios
Destacó que esa relación, ese conocimiento que tiene con Jesucristo, “que me llena todo en todo”, le ha dado vida, esperanza, un esposo maravilloso, esas tres medallas de sus hijas y, por supuesto, una familia ejemplar.
Su ejemplo de vida le ha allanado el camino para servir de modelo a Sara Nicole, Ana Isabel y Deborah Esther, quienes han incursionado en la práctica del voleibol.
Como tal, la inmortal del Deporte Dominicano no pretende que se conviertan en un clon de ella porque tienen capacidades, personalidades, identidades y definiciones propias, pero sí procura ser ese modelo de principios, carácter, responsabilidad, ético y de temor a Jehová conforme la palabra del Señor.
“Obviamente, quiere uno modelarles en el área que uno desempeñó con tanto éxito, en el área del deporte”, subrayó Wanda, lejos de las luces, del foco de atención que una vez tuvo.
La presea dorada que conquistó en el torneo de halterofilia de los Juegos Panamericanos “Santo Domingo 2003”, delante de su gente, fue una de las más celebradas de todas las obtenidas por la delegación dominicana.
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