Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Tanto en Estados Unidos como en República Dominicana, los mercados financieros anhelan una disminución de las tasas de interés, que se mantienen en niveles muy altos.
Además, parece que esa rebaja empieza a ser necesaria, según lo que muestran las cifras sobre el desempeño económico. El producto interno bruto (PIB) real de Estados Unidos disminuyó a una tasa anual del 0.3 % en el primer trimestre de 2025, según la estimación preliminar publicada por la Oficina de Análisis Económico de ese país, después de haber crecido un 2.4 % en el cuarto trimestre de 2024. Aunque en menor medida, la economía dominicana también exhibió señales de desaceleración durante ese mismo periodo: su PIB creció solamente un 2.7 %, una baja considerable frente al 4.5 % registrado en el mismo trimestre del año anterior.
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De manera que, para dar un impulso a ambas economías debilitadas, parecería conveniente una reducción de tasas.
La gran interrogante es: ¿Qué condiciones deben darse para que esa baja ocurra y cuándo podría tener lugar?
En el caso de Estados Unidos, los mercados esperan que, a pesar de las presiones del presidente Trump, una posible disminución de tasas no se concrete, sino, hasta después del verano — es decir, tras junio, julio y agosto — , debido a la incertidumbre que generan los nuevos aranceles impuestos por su administración y su impacto en los precios.
Es poco probable, además, que el Banco Central de la República Dominicana se adelante a la Reserva Federal en la decisión de bajar sus tasas de interés, pues debe asegurar un rendimiento atractivo a los inversionistas y preservar la estabilidad del tipo de cambio.
Solo una sorpresa podría adelantar la decisión de la Fed y dependería de los siguientes factores:
Disminución de la incertidumbre sobre los precios. A esto contribuiría que se definan claramente los nuevos niveles arancelarios y que estos resulten manejables para el mercado. El dato de abril fue alentador: el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de Estados Unidos se moderó en ese mes hasta un 2.3 % interanual, una décima menos que en marzo. Se trata del menor aumento desde febrero de 2021.
Desempeño del crecimiento económico. Si el crecimiento resulta decepcionante, la Fed podría adelantarse a las expectativas del mercado y reducir las tasas antes de que finalice el verano. No olvidemos que, aunque en sus inicios el banco central estadounidense se enfocaba exclusivamente en la estabilidad de precios, su mandato cambió con la reforma de la Ley de la Reserva Federal en 1977. Desde entonces, su política monetaria se guía por un mandato dual: controlar la inflación y promover el empleo.
Respeto al rigor técnico. La Fed tendría que hacer valer su autonomía para tomar decisiones basadas en criterios técnico-económicos, sin ceder a presiones del Ejecutivo ni dejarse influenciar por los antagonismos que dividen a la sociedad estadounidense. Para eso, no basta con tener autonomía; también debe ejercerla con responsabilidad y compromiso.
Sabemos que la tan esperada reducción de tasas está más cerca y confiamos en que el criterio técnico sea el que le ponga fecha. Al fin y al cabo, no debemos olvidar que, “lo que más anhelamos no siempre se apresura, florece cuando es su hora”, con oportunidad, no con demora.
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