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La inestabilidad en Haití impacta significativamente a República Dominicana.
La materialización de una misión de paz en Haití, que erradique el problema de las pandillas, garantizando la estabilidad política que a su vez fomente la inversión y el empleo, debería ser la meta del Gobierno dominicano, según Humberto Cristian, Economista y miembro de la Unidad de Estudios de Haití del Centro de Estudios P. Alemán, de la PUCMM.
En el artículo “Las políticas migratorias basadas en emociones y su impacto en la vida de la nación”, Cristian considera que las medidas que se están implementando para el control de la migración haitiana en República Dominicana, por sí solas no aseguran que, a mediano o largo plazo, el país no vuelva a tener dificultades, ya que la tasa de natalidad en Haití es mucho más alta.
“Y si a esto agregamos la imposibilidad de lograr un clima de seguridad sin las bandas, con estabilidad política y económica, en diez o quince años la situación podría ser aún más problemática que ahora”.
Afirma que hay acciones que el Gobierno dominicano está tomando o debe tomar que son realmente necesarias para resolver la crisis haitiana, la cual también es una crisis dominicana debido a su impacto en este lado de la frontera.
Indica que para lograr la misión de paz en Haití se requieren alianzas internacionales que ofrezcan apoyo político, financiero y los medios necesarios para que el Consejo Presidencial de Transición logre el control del territorio haitiano, y en la medida de lo posible, el monopolio de la fuerza.
Consideró que los partidos y asociaciones patrióticas locales no toman en cuenta lo vinculados que están sectores de la economía dominicana a la mano de obra haitiana, o si lo saben, no les importa.
Señaló que dicha mano de obra, considerada barata (aunque realmente no lo es, al menos en el sector de la construcción) y abundante, impide la aplicación de avances tecnológicos en algunas áreas, como está sucediendo con la siembra y cosecha de arroz.
“Cualquier proceso de nacionalización y mecanización llevará tiempo, y no podemos detener la economía en lo que esos procesos dan resultado.
Cristian señala que otro aspecto a considerar es que Haití es nuestro segundo socio comercial para exportaciones nacionales y reexportaciones.
Un negocio y una guerra
Indica que la aplicación de la ley migratoria fue desatendida por mucho tiempo, debido a que se convirtió en un negocio muy lucrativo, pero delictivo, para funcionarios civiles y militares en la frontera y el resto del país.
Apunta que la presión mediática de los partidos de derecha y los movimientos patrióticos, después del éxito logrado al movilizar al Gobierno con el tema del Hoyo de Friusa, así como con las parturientas haitianas y, antes de eso, al cierre de la frontera con el tema del canal de Juana Méndez, ahora ha iniciado una campaña en la cual se habla de una guerra patriótica contra Haití.
Agrega que esto indica que ya es tiempo de pensar con sensatez y dejar de seguir las indicaciones y presiones de esas organizaciones antes de incurrir en un error histórico. “Una cosa es cerrar la frontera por el canal de Juana Méndez, lo cual produjo ganancias políticas, pero pérdidas económicas para muchos comerciantes, y otra muy distinta sería hacer caso a quienes promueven una guerra contra Haití”.
Lamenta que esos partidos y movimientos no dirijan su atención a las causas de la abundante migración como son los problemas políticos, económicos, de seguridad y sociales de Haití, así como los negocios con el tráfico y extorsión de personas en condición migratoria irregular que realizan funcionarios dominicanos.
Afirma que, aunque la nueva política del Gobierno ha logrado reducir significativamente este tráfico delictivo, esto se ha convertido en una cultura, por lo que aún queda mucho por hacer.
Critica que los movimientos patriotas hablen de guerra sin preguntarse cuáles son los objetivos de la misma, si exterminio u ocupación permanente.
“No creo que hayan pensado en una estrategia de salida, en caso de que eso suceda. Puras emociones y la utilización de estas como herramienta de control político y para asegurar relevancia”, concluye Cristian en su artículo.