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Cada 8 de julio se celebra el Día Mundial de la Alergia, una fecha para reflexionar sobre el impacto real que estas reacciones tienen en la vida diaria.
En Argentina, una de las afecciones más comunes — y menos visibles — es la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), una condición que afecta principalmente a bebés y niños pequeños, y que puede generar reacciones severas si no se diagnostica y trata a tiempo.
Se estima que afecta a alrededor del 1% de los lactantes y puede manifestarse con síntomas digestivos, respiratorios o cutáneos, y en casos graves derivar en anafilaxia, una reacción potencialmente mortal. El tratamiento requiere la exclusión total de esa proteína de la dieta del bebé y, si se mantiene la lactancia, también de la madre.
Cuando la dieta no puede llevarse a cabo de forma adecuada, los profesionales de la salud indican fórmulas especiales conocidas como leches medicamentosas, fundamentales para garantizar el desarrollo nutricional sin provocar reacciones alérgicas.
En Argentina, la Ley 27.305 establece que la cobertura de estas fórmulas debe ser del 100%. Según datos de la Asociación Civil Leches Medicamentosas, que brinda apoyo legal y administrativo a familias de todo el país, en algunos casos, hay obstáculos y demoras que no se corresponden con la urgencia.
Leandro Desplats, fundador de la asociación, habló sobre “inequidades entre coberturas y tiempos que no se condicen con la urgencia del tratamiento”.
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Entre julio y septiembre de 2024, un estudio de la consultora IPSOS recogió la experiencia de 305 cuidadores (padres y madres de niñas y niños de 0 a 2 años con indicación médica de fórmulas especiales) y de 150 profesionales de la salud (pediatras, alergistas y gastroenterólogos) de siete grandes centros urbanos del país. La encuesta demostró que 7 de cada 10 familias que inician un reclamo logran acceder finalmente al tratamiento, aunque otras no lo hacen por falta de recursos, desconocimiento o porque creen que no tiene sentido reclamar.
El resultado es doble: por un lado, pacientes que postergan el inicio del tratamiento, lo interrumpen o recurren a grupos de trueque informal en redes sociales, donde intercambian latas sin trazabilidad sanitaria; por otro, profesionales de la salud que ven limitada su capacidad terapéutica frente a decisiones administrativas ajenas al criterio médico.
El caso de Yanina, en Santiago del Estero, ilustra la situación. Tiene tres años y una APLV severa. La falta sostenida de fórmula provocó un cuadro de desnutrición aguda y anorexia, lo que derivó en alimentación por sonda. Se evalúa incluso una intervención quirúrgica (gastrostomía). “Lo alarmante — señala Desplats — es que este cuadro no fue consecuencia del diagnóstico, sino del incumplimiento del tratamiento”.
La asociación Leches Medicamentosas acompaña casos como estos en todo el país. “La alimentación adecuada para estos bebés no puede esperar”, concluyó Desplats.
En paralelo a los desafíos específicos que enfrenta la población con APLV, los datos globales muestran una creciente conciencia sobre los riesgos que implican los alérgenos. Con motivo del Día Mundial de la Alergia, se difundieron los resultados de una encuesta realizada en 40 países a más de 35.000 personas adultas.
El informe revela que, entre 2018 y 2025, la proporción de personas que evita activamente productos que pueden causar reacciones alérgicas creció del 30% al 40% a nivel mundial. Esta tendencia se observa en todos los grupos de edad, niveles educativos y ocupaciones. Sin embargo, el comportamiento varía según el género: 43% de las mujeres afirma adoptar medidas preventivas frente a alérgenos, frente al 36% de los varones. El trabajo fue realizado por Voices! y Worldwide Independent Network of Market Research.
Argentina se ubica entre los países con mayor nivel de precaución: el 52% de la población evita productos que pueden provocar reacciones, cifra que supera ampliamente la media global. Este comportamiento es especialmente frecuente entre mujeres (58%), personas de entre 35 y 49 años (60%) y habitantes de la Ciudad de Buenos Aires (59%).
En el resto del país, los niveles también son elevados: 49% en el Gran Buenos Aires y 52% en el interior. Solo un 14% de los encuestados evita productos alergénicos ocasionalmente, y un 27% rara vez o nunca lo hace.
“En Argentina estamos viendo un cambio concreto en las conductas cotidianas: cada vez más personas toman decisiones informadas para protegerse de los alérgenos”, señaló Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices! y responsable del estudio local. “Este tipo de prevención activa es un reflejo de una mayor conciencia sobre el impacto de las alergias en la vida diaria”.
A nivel internacional, el presidente de WIN, Richard Colwell, sostuvo que los resultados “recuerdan que la educación sanitaria es una de las herramientas más eficaces para la prevención de enfermedades”. Según explicó, el aumento global de la evitación de alérgenos demuestra que “la concientización sobre el bienestar personal traspasa fronteras, grupos de edad y estilos de vida”.
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