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Artículo de opinión: El estado de derecho

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Tras la muerte del dictador, la República se transformó en un territorio sin ley.

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Tras la muerte del dictador, la República se transformó en un territorio sin ley. La situación se reproduce a lo largo de las décadas, y se ha ido intensificando sin que se atisbe una solución favorable para el sistema democrático, que ha mejorado la calidad de vida del dominicano promedio y más allá.

La realidad de caos, desesperanza e irrespeto que observamos diariamente provoca pena y vergüenza, incluso ante sociedades más atrasadas que la nuestra, por no hablar de aquellas con un nivel superior en sus condiciones materiales.

El deterioro del sistema educativo a los niveles actuales ha contribuido al deterioro cognitivo y sensorial de lo que significa vivir bajo el amparo de reglas y normas de convivencia pacífica, entendiendo lo que implica transgredir las normas y el respeto al derecho ajeno, como nos recuerda Benito Juárez.

No es inusual ver cómo a la policía nacional, a los miembros del orden y las fuerzas armadas se les falta constantemente el respeto con agresiones físicas y verbales a diario, como señal de rechazo a detenciones y llamados al buen comportamiento, agravado por ser grabados por medios digitales y expuestos en las redes sociales, creando una opinión pública a menudo distorsionada de los hechos y las razones reales.

El dicho “roba y fuma, pero no robe motor”, pronunciado por la madre de un presunto hijo delincuente, nos lleva a reflexionar sobre el relativismo moral, ético y cívico de este país, que está patas arriba en las clases más desfavorecidas, pero que no es exclusivo de este sector social.

En efecto, la clase media, que es la que paga la mayor carga tributaria y, por lo tanto, la que más protesta en las diversas manifestaciones sociales, también cree que las leyes solo sirven para los pobres y que los ricos no pagan, evaden y son tratados con guantes de seda en sonados casos de corrupción política o eventos catastróficos, aumentando la percepción de un callejón sin salida.

Quien roba no es ladrón si tiene apellidos y/o es funcionario público. Gente delicada que se ofende por cualquier cosa. Las redes se utilizan para distorsionar los hechos, por regla general. Esas situaciones son el pan de cada día. Los intereses privados están por encima de los públicos para los poderosos con capital para evadir la justicia.

La acusación de pertenecer a tal partido es un arma poderosa en este país. La judicialización política es un arma poderosa que vemos en muchos países, sin perder de vista la necesidad de castigar la corrupción gubernamental, que ocurre con frecuencia en todos los gobiernos.

El individualismo prevalece sobre todo lo demás. “Sálvese quien pueda” es una dura realidad que se aplica desde la instauración de la democracia en nuestra república y en muchas naciones con rasgos históricos similares.

Controlar las emociones es difícil cuando los niveles de vida se alejan de las expectativas creadas. El Imperio de la Ley es una suma de conceptos, leyes, normas, reglamentos, dispositivos, sentencias, apelaciones, etc., que, aplicados adecuadamente en un ciudadano instruido e informado, ayudan a elevar la calidad de vida de una nación.

Una sociedad más empoderada en materia de cumplimiento de la ley es lo que necesitamos, pero cómo lograrlo sería una tarea social de gran envergadura. Se requiere sembrar en la mente de los jóvenes y universitarios un estudio crítico de nuestra Constitución; el Congreso Nacional debería crear una Escuela de Formación Ciudadana.

El Ministerio de Educación debería incluir en el currículo de nivel medio y secundario una materia que contribuya a la comprensión de los deberes y derechos del ciudadano con respecto al ordenamiento jurídico.

Los diferentes gremios sociales deben apoyar esta iniciativa de respeto y conducta ciudadana con cursos y talleres para dar a conocer las consecuencias de la inobservancia de las leyes.

Para crear una cultura de respeto a las leyes, la participación activa de las fuerzas del orden (policía nacional y cuerpos castrenses) es vital, ya que constituyen el primer eslabón de la cadena de justicia.

La concientización, producto del conocimiento y alcance en la aplicación de las leyes, es esencial para una convivencia más civilizada en nuestro tejido social y en las diferentes capas sociales: baja, media y alta.

No se puede amar lo que no se conoce, y ciertamente hemos avanzado mucho en dotar a nuestra policía de tecnología y herramientas que facilitan la tarea. Pero, nos falta mucho en materia de deberes y derechos legales, además de aplicar el régimen de consecuencia acorde con los códigos establecidos.

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