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“Celia Cruz: el Musical” ¡hizo vibrar el Teatro Nacional con ritmo, sabor y…azúcar!

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La producción ejecutiva estuvo en manos de Billy Hasbún, y la producción local fue dirigida por Aidita Selman, reconocida por su compromiso con el teatro de calidad.

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Homenaje. El espectáculo logró algo más que interpretar canciones. Actriz. Lidia Ariza, figura icónica del teatro dominicano, interpretó a Celia en su etapa de vejez magistralmente.

SANTO DOMINGO.- La sala Carlos Piantini del Teatro Nacional se llenó de vida, ritmo, historia y emoción con “Celia Cruz: el Musical”, un tributo vibrante a la reina indiscutible de la salsa, la eterna guarachera del mundo: Celia Cruz. La noche fue una celebración a su legado, un recorrido sonoro y visual por su vida, su carrera y su inconfundible sello: ¡Azúcar!

Desde las primeras notas de “La vida es un carnaval”, el espectáculo se apoderó del escenario con una energía arrolladora que no decayó durante las más de dos horas que duró la puesta en escena. Con una selección de más de 30 temas icónicos, el público revivió las canciones que hicieron de Celia Cruz una leyenda.

Los temas

El repertorio fue un viaje musical que incluyó clásicos como “Que le den candela”, “Cucala”, “Yerberito moderno”, “Bemba colorá”, “Guantanamera”, “La negra tiene tumbao”, “Quimbara” y “Yo viviré”, entre muchos otros. El cierre, como un círculo perfecto, volvió a ser con “La vida es un carnaval”, provocando ovaciones y aplausos de pie.

Un elenco

La historia de Celia fue narrada a través de dos etapas de su vida: Yelidá Díaz dio vida a la joven Celia en sus inicios, mientras que la actriz y cantante Lucrecia Pérez, con una impresionante similitud vocal y una interpretación conmovedora, encarnó a la Celia adulta, logrando una conexión genuina con el público. Su voz, potente y emotiva, logró capturar la esencia de la artista cubana.

Lidia Ariza, figura icónica del teatro dominicano, interpretó a Celia en su vejez, ofreciendo una mirada íntima a los momentos finales de su vida. Ramón Emilio Candelario, en el papel de Pedro Knight, su eterno compañero (su “cabecita de algodón”), aportó calidez y ternura al relato.

Producción impecable

La dirección y guion estuvieron a cargo de Gonzalo Rodríguez, mientras que la dirección musical fue de Javier Concepción, con arreglos de Braily Ramos. La producción ejecutiva estuvo en manos de Billy Hasbún, y la producción local fue dirigida por Aidita Selman, reconocida por su compromiso con el teatro de calidad. Cabe destacar el excelente trabajo coreográfico de Joan Matos y el talentoso grupo de bailarines, que dieron más vida aún al musical.

Uno de los elementos más destacados fueron los cambios de vestuario -llenos de color, brillo y teatralidad- así como las inmensas pantallas que mostraban imágenes inéditas, documentos y material de archivo de Celia Cruz, enriqueciendo la narrativa con profundidad y nostalgia.

Homenaje inolvidable

El espectáculo logró mucho más que interpretar canciones; reconstruyó el espíritu, la alegría, la fuerza y la historia de una mujer que rompió barreras, que llevó la salsa a escenarios internacionales y que, más de 20 años después de su partida, sigue viva en la memoria colectiva.

Recuerdo

— Obra

Celia Cruz: El Musical no fue solo un concierto o una obra teatral. Fue una celebración. Un acto de amor. Un grito al mundo que dice: la música de Celia vive, su historia inspira y su “azúcar” sigue endulzando generaciones.

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