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Celia Cruz, la reina que endulzó la música tropical, se fue un día como hoy

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Hoy se cumplen 22 años desde que la cubana Celia Cruz dejó este mundo, aportando mucho a la música tropical, y dejando un gran ejemplo de grandeza como artista.

Valiente, inteligente, talentosa y con un gran sentido del humor, la “Reina de la Salsa” dio grandes lecciones de vida desde que inició el camino que la llevó a cumplir sus sueños.

A continuación, destacamos algunos momentos de su vida.

Nacida el 21 de octubre de 1925 en La Habana, y bautizada como Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, tuvo una infancia de pobreza dentro de una familia cubana de afrodescendientes. Su madre y una tía nunca dudaron del talento de la artista, pues a Celia, que solía cantar mientras hacía las tareas de la casa o cuidaba a sus hermanos, se quedaban escuchando.

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Celia era hija de Simón Cruz, un fogonero del ferrocarril, que en sus inicios no aceptaba que su hija fuera cantante. Su madre fue Catalina Alfonso Ramos, un ama de casa que junto a su hermana apoyaron e impulsaron el talento de la salsera.

Luego de iniciar su carrera, la gran oportunidad le llegó en 1950 cuando Mirta Silva, solista del reconocido grupo musical cubano La Sonora Matancera, abandonó la formación y Celia la sustituyó.

La cubana se exilió en 1960 a pesar de que Fidel Castro se declaraba fan de la cantante. A ella no le gustaba que le dijesen qué y dónde cantar.

Pedro Knight, trompetista de la orquesta, desde el primer momento en el que vio a Cruz, tuvo un flechazo, y aunque la propia artista decía en entrevistas que el músico era un mujeriego cuando lo conoció, más adelante su corazón solo le pertenecería a ella.

Y así fue como el 14 de julio de 1962, Celia Cruz se casó con Knight, quien a partir de 1965, se convirtió en su representante.

Para “La Guarachera de Cuba”, Pedro no solo fue su esposo y representante, era su todo. Su amigo, su padre, su confidente y su cómplice, desde que salieron juntos de Cuba jamás se separaron hasta que la muerte decidió hacerlo.

La pareja no tuvo hijos, el legado de Celia fueron sus más de 50 álbumes llenos de ritmo y alegría y una biografía escrita en primera persona, “Celia, mi vida”.

Un gran momento en la vida de la cantante, fue en enero de 1990, cuando se subió a un avión rumbo a la Base Naval de Guantánamo, en la región oriental de Cuba.

Esto se dio gracias a que Celia fue invitada a la base para dar un concierto como parte de las celebraciones del Día de la Amistad Cubano-Americana, que se lleva a cabo cada año a finales de enero.

En ese momento, la artista habanera ya era una estrella y el mayor referente del momento en uno de los más populares géneros musicales latinos: la salsa.

Vivía en Nueva York y no en Miami como la mayoría de exiliados cubanos, Celia había alcanzado el éxito en una industria dominada por hombres y ayudado a dar visibilidad a las comunidades negras del Caribe.

“La reina de la sala” era todo un icono para los latinos, se le han dedicado musicales, libros, calles, una Fundación, una muñeca Barbie e innumerables homenajes que continúan 22 años después de que falleciera a los 77 años a causa de un cáncer, en su casa de Nueva Jersey.

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