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Construyendo la infraestructura de la era de la IA

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CAMBRIDGE - El Metro de Londres, el sistema de metro más antiguo del mundo, se inauguró en 1863.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

CAMBRIDGE – El Metro de Londres, el sistema de metro más antiguo del mundo, se inauguró en 1863. Casi al mismo tiempo, el ingeniero civil Joseph Bazalgette diseñó el sistema de alcantarillado moderno de Londres en respuesta al Gran Hedor de 1858, que paralizó el Parlamento. Con mucha anticipación, Bazalgette construyó el sistema para que durara 150 años. Solo ahora, con el proyecto Thames Tideway, se está expandiendo significativamente.

Recorra cualquier ciudad importante del Reino Unido, desde Londres hasta Glasgow, desde Belfast hasta Bristol, y descubrirá que gran parte de la infraestructura de finales de la época victoriana sigue en uso. Esto se debe, en parte, a que los victorianos construyeron con previsión y planificaron con décadas de antelación. Como en muchos otros países, la infraestructura del Reino Unido es como un palimpsesto, con nuevas capas construidas sobre las antiguas.

Una dinámica similar se está desarrollando hoy en día, a medida que las nuevas tecnologías se integran en la vida cotidiana y el crecimiento económico. La banda ancha, las redes móviles y los centros de datos, que hoy son tan vitales como las carreteras y las redes eléctricas, son ejemplos destacados.

Al mismo tiempo, el concepto de infraestructura social está cobrando fuerza entre los responsables políticos de todo el mundo. La nueva estrategia de infraestructuras a diez años del Reino Unido, por ejemplo, se centra en las oportunidades de colaboración, el aumento de la productividad y la eficiencia, y los beneficios más amplios de la planificación estratégica y espacial en los sistemas de salud, educación y justicia. Como señala el plan, esta es la primera vez que el gobierno británico incluye la infraestructura social en su estrategia nacional. Si bien el énfasis se centra principalmente en los activos físicos que respaldan estos servicios, el plan refleja una comprensión más amplia de lo que se considera infraestructura.

Pero incluso esa visión es demasiado limitada. Consideremos las características de los sistemas que mantienen nuestras economías en funcionamiento: larga vida útil, altos costos fijos, bajos costos marginales y amplia accesibilidad. Es importante destacar que su valor no proviene de los activos físicos en sí, sino de las actividades económicas que posibilitan. No son los cables eléctricos ni las redes de comunicaciones los que crean valor; es la luz, la calefacción y el contenido que proporcionan.

Nuestra definición de infraestructura debería ampliarse para reflejar las demandas de la era digital. Si bien los gobiernos suelen considerar la infraestructura de IA en términos de centros de datos y el consumo de energía y agua que estos consumen, una visión verdaderamente integral también debe incluir activos intangibles como el software y los datos.

Sin duda, esto puede parecer un salto conceptual. Pero los confinamientos por el COVID-19 de 2020-21 revelaron cuán esenciales se han vuelto las plataformas digitales. Las herramientas de videoconferencia como Zoom, por ejemplo, son tan cruciales para el trabajo, la educación y los servicios públicos que es difícil imaginar la vida sin ellas.

Como resultado, un número creciente de países está desarrollando lo que suele denominarse infraestructura pública digital, aunque en la práctica suele implicar una combinación de servicios públicos y privados. En 2020, el banco central de Brasil lanzó el sistema de pagos en tiempo real Pix, que ha sustituido en gran medida las transacciones en efectivo. De igual manera, el sistema de identificación biométrica Aadhaar de la India ahora sirve como plataforma tanto para servicios públicos como para pagos digitales, mientras que la plataforma de intercambio de datos X-Road de Estonia sustenta gran parte del gobierno electrónico del país.

Estos sistemas digitales se han adoptado con mayor rapidez en países con menos servicios tradicionales consolidados. Por el contrario, países como Estados Unidos y el Reino Unido cuentan con sistemas de pago consolidados, dominados por proveedores privados, como las compañías de tarjetas de crédito, lo que puede dificultar la adopción de alternativas públicas.

Dada su creciente importancia económica, los gobiernos deben empezar a pensar estratégicamente en el software y los datos: los equivalentes digitales de las carreteras y las redes eléctricas. Un desafío importante es que la demanda de infraestructura es indirecta y sus componentes forman un sistema complejo e interdependiente, lo que dificulta la evaluación del impacto de cada proyecto.

Esto es especialmente cierto en el caso de los activos intangibles. Los gobiernos con problemas de liquidez tienden a infrainvertir en recursos como datos y software, mientras que los inversores privados suelen considerarlos demasiado arriesgados. Sin embargo, la falta de una base digital sólida y bien mantenida puede obstaculizar el crecimiento económico.

Una segunda razón para invertir en infraestructura digital es la soberanía nacional. En los últimos años, los responsables políticos de todo el mundo han mostrado una creciente preocupación por los riesgos para la seguridad nacional que plantea el dominio de las empresas estadounidenses en la computación en la nube. Estas preocupaciones se vieron acentuadas por la decisión de Microsoft de suspender la cuenta de correo electrónico de Karim Khan, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, a instancias de la administración del presidente estadounidense Donald Trump.

La lección para los gobiernos es que deben distanciarse de los puntos críticos inmediatos y adoptar una perspectiva a largo plazo. La infraestructura ofrece una perspectiva útil para pensar estratégicamente sobre qué inversiones se necesitan, quién debería realizarlas y cómo deberían gestionarse para sostener el crecimiento económico.

Un sistema judicial que funcione correctamente es particularmente importante, no solo por su infraestructura física, sino también por la aplicación oportuna, predecible y procesalmente justa de la ley. Igualmente importante es una base de datos de alta calidad y software interoperable que facilite la autenticación de usuarios, mejore el acceso a los servicios en la nube e impulse la creación de nuevos negocios digitales.

La previsión de los planificadores victorianos sigue beneficiándonos más de un siglo después. Deberíamos abordar los desafíos actuales de infraestructura con la misma mentalidad.

La autora

TRA Digital

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