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El doctor Zoilo García solicita el despliegue de equipos de apoyo emocional después de desastres.
El primer informe del Observatorio de Salud Mental y Bienestar de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm) revela que el derrumbe del techo en la discoteca Jet Set, en Santo Domingo, el 8 de abril de este año, no solo causó fallecimientos y heridos, sino que también desató una crisis de sufrimiento emocional, causando depresión al 27.9 % de los involucrados en esa tragedia, ansiedad al 21.7 % y el 14.1 % presentó trastorno de estrés postraumático.
El colapso del techo de la popular discoteca provocó la muerte de 236 personas, dejó 189 heridos y 174 huérfanos, algunos de padre y madre.
El estudio indica que la tragedia provocó secuelas emocionales y que las emergencias colectivas dejaron heridas emocionales en la gran población del Gran Santo Domingo, que deben ser atendidas con gran rigor.
La ola de sufrimiento que desató el evento de hace tres meses y 16 días, son evaluados en el estudio “Impacto emocional tras la catástrofe del Jet Set: primer informe del Observatorio de Salud Mental y Bienestar”, de la academia católica. Se realizó entre los días 7 y 10 posteriores al colapso del techo del Jet Set.
El psicólogo clínico e investigador principal del estudio, doctor Zoilo García, presentó ayer los hallazgos de la muestra, representada con 1,034 personas adultas, residentes en Santo Domingo y áreas urbanas cercanas. Estableció que los síntomas de depresión más comunes fueron: fatiga persistente (56.8 %), pérdida de interés o disfrute (47.6 %) y tristeza frecuente (44.2 %). En ansiedad, los síntomas más reportados fueron: preocupación excesiva (42.1 %) y dificultad para relajarse (40.8 %).
García resaltó que el estudio identificó que las mujeres, los jóvenes de 18 a 30 años y los desempleados, fueron los grupos más afectados psicológicamente. “Las mujeres tienden a asumir múltiples roles familiares y laborales que las hacen más vulnerables y los jóvenes tienen menos experiencia para enfrentar crisis”, dijo. De las personas sin empleo, sostuvo que enfrentan un estrés adicional, vinculado a la inseguridad económica. “Uno de los factores psicológicos que mostró mayor asociación con el sufrimiento emocional fue la supresión emocional, el hábito de contener las emociones negativas sin expresarlas ni procesarlas”.
Advirtió que reprimir lo que se siente no elimina el malestar, sino que lo intensifica.
El doctor afirmó que la investigación sugiere que las respuestas institucionales ante tragedias deben incluir componentes de salud mental desde el primer momento. El equipo del Observatorio insta al Ministerio de Salud Pública a crear unidades de atención psicológica en emergencias, con protocolos nacionales de intervención post-desastre y realizar campañas de alfabetización emocional. Desarrollar estrategias específicas para poblaciones vulnerables e incluir indicadores de salud mental postemergencia en los sistemas de vigilancia epidemiológica.
García recordó que, “el trauma colectivo no se cura sólo con cemento y estructuras” y que sanar también requiere cuidados emocionales, políticas públicas y acceso a servicios psicológicos dignos.
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