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En el flujo interminable de retos virales que emergen, se extienden y se transforman a diario en TikTok, uno de los más recientes ha captado la atención por su aparente sencillez (y por el impacto de sus imágenes): sumergir el rostro en agua helada por unos segundos. Aunque podría parecer una moda fugaz más del algoritmo, este desafío esconde una curiosa combinación de ciencia, estética, ansiedad colectiva y muchos cubos de hielo.
Pero ¿de dónde nace este reto, qué busca provocar y qué riesgos o beneficios podría tener?
El “ice water face dip challenge” (o reto de sumergir la cara en hielo) se hizo viral en TikTok a principios de 2024 y ha seguido creciendo en 2025 con millones de visualizaciones. El desafío consiste en llenar un recipiente grande con agua y abundante hielo, y luego sumergir el rostro por varios segundos, a menudo mientras se graba la reacción o se añade una explicación sobre sus supuestos beneficios.
Algunos usuarios lo hacen como un acto de autocuidado, otros por estética facial y algunos simplemente por la adrenalina del momento. La práctica no es del todo nueva: proviene de técnicas usadas por celebridades del cuidado de la piel y también de ejercicios respiratorios de algunas culturas asiáticas, como las haenyeo, las buceadoras surcoreanas que controlan el estrés y la temperatura con inmersiones frías.
En redes sociales, se han difundido varios beneficios que supuestamente aporta esta práctica:
Algunas influencers de belleza lo recomiendan como parte de rutinas matutinas, mientras que otras personas lo utilizan como técnica de regulación emocional en momentos de estrés. Esto último tiene cierto respaldo: el contacto con agua fría activa el sistema parasimpático, lo que puede reducir la frecuencia cardíaca y generar una sensación de calma temporal.
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Si bien la práctica puede tener algunos efectos beneficiosos a corto plazo, no está exenta de riesgos, especialmente si se realiza sin precaución o con fines extremos. Algunos peligros incluyen:
Dermatólogos advierten que los beneficios estéticos son superficiales y temporales, y que sumergir la cara en hielo no sustituye tratamientos médicos, ni es recomendable hacerlo a diario. En el caso de usarlo para controlar ansiedad, se sugiere primero consultar con profesionales de salud mental.
Más allá del hielo, este reto habla de algo más profundo: la necesidad de los usuarios por sentir algo real, tangible y desconectado de la pantalla, aunque sea por unos segundos. También es un reflejo de cómo plataformas como TikTok transforman prácticas sencillas en fenómenos colectivos que mezclan salud, estética y entretenimiento.
La estética del sufrimiento controlado, la autoexploración frente a la cámara y la búsqueda de control emocional se unen en este tipo de desafíos. No es coincidencia que muchos videos estén acompañados de frases como “esto me ayuda a bajar mi ansiedad” o “así empiezo mi día con energía”.
Sumergir el rostro en agua helada puede ser una experiencia revitalizante, siempre que se haga con moderación y conocimiento. Como muchas prácticas virales, tiene una base real pero también está revestida de exageración y tendencias de consumo rápido. El reto puede ser una curiosa puerta de entrada a la exploración emocional y el autocuidado, pero nunca debe reemplazar la atención profesional ni convertirse en una obligación estética más.
Al final, lo importante no es cuánto frío puede soportar tu rostro, sino qué estás buscando realmente al hacerlo.
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