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La Catedral Episcopal de la Epifanía se vio desbordada por fieles, personalidades del ámbito religioso, académico y social, quienes se congregaron para dar el último adiós al obispo Telésforo Isaac, fallecido el viernes a los 97 años. Al concluir la ceremonia, sus restos fueron trasladados al cementerio central de San Pedro de Macorís, su lugar de origen.
Durante la misa, el obispo diocesano Moisés Quezada Mota sintetizó su legado en tres pilares: una fe profunda en Dios, una esperanza latente y una lucha firme por la justicia social.
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“Conciencia de que la iglesia debe posicionarse frente a la injusticia y la falta de dignidad. Su cristianismo no era concebido sin justicia social”. Recordó que fue un ejemplo de humildad, servicio y perseverancia.
Más allá del ámbito eclesiástico, el obispo tuvo un impacto en toda la sociedad. “Fue muy prolífico, escribió 12 libros de espiritualidad y luchó contra toda forma de discriminación. Su apertura ecuménica le permitió cultivar relaciones cercanas con católicos y evangélicos, participando activamente en foros sociales y estuvo presente en la sociedad bíblica y en el servicio social de la iglesia dominicana”, relató Quezada.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue la lectura de un poema del sacerdote católico Julín Acosta, quien denominó a Isaac “San Telésforo de los migrantes”.
Finalizado el servicio religioso, este apelativo fue retomado por Max Puig, vicepresidente ejecutivo del Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio, quien rindió homenaje con sentidas palabras.
“Siempre le profesé un gran respeto y cariño. Su obra pastoral y su responsabilidad ciudadana lo convirtieron en una figura clave para la democracia dominicana”, manifestó.
Puig continuó su homenaje: “le sirvió a su iglesia, pero también al pueblo y su contribución fue muy importante. Yo sostengo que los niveles de democracia que vivimos hoy en República Dominicana también se deben en gran medida a su actitud y a su comportamiento responsable”.
Para el sacerdote episcopal Edwin Paraison, director de la fundación Zile y exdirector de la pastoral haitiana, Isaac fue “una voz de equilibrio en el debate sobre la migración y las relaciones dominico-haitianas”.
“Conoció Haití de cerca, vivió allí como seminarista y entendió sus realidades. Como hijo de inmigrantes, tenía una sensibilidad única. Con su partida, en el debate público hemos perdido una voz de equilibrio. Un equilibrio que hacía entre lo cristiano, lo justo y lo dominicano.
Declaró que combinaba esos tres elementos para generar reflexiones, propuestas y recomendaciones tanto al Gobierno como a la sociedad en general.
El rector de la Universidad Adventista Dominicana, Orestes Natera, lo definió como “un modelo que supo vincular la teología con la responsabilidad social” y destacó su influencia en la juventud de su pueblo.
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