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En República Dominicana se calcula que hay entre 2 y 3 millones de animales que viven en la calle (perros y gatos).
Cada 27 de julio se celebra el Día Internacional del Perro Callejero, con la finalidad de visibilizar una problemática real: el abandono y el sufrimiento que implica no tener un hogar.
Por su lealtad, el perro se ha ganado el título de “el mejor amigo del hombre”. Sin embargo, el humano no siempre corresponde a esa amistad, ya que en muchos casos se descuida la responsabilidad en la tenencia de mascotas.
En República Dominicana se estima que hay entre 2 y 3 millones de animales callejeros (perros y gatos). De estos, un tercio se encuentra en Santo Domingo y la mayoría son caninos, según explica Ivette García de Blanck, presidenta de la Fundación de Blanck.
¿Cómo sobreviven los perros en las calles? Bajo el riesgo de sufrir accidentes o la violencia humana y dependiendo de la basura como fuente de alimento, “especialmente en áreas con una gestión deficiente de residuos sólidos, lo que favorece su supervivencia y reproducción”, detalla Ivette.
En estas circunstancias, su forma de vida es precaria, siendo propensos a la desnutrición, anemia, erliquia y babesia.
Uno de los mayores retos del país en cuanto a los perros callejeros es la falta de “políticas públicas efectivas”.
“La Ley 248‑12 (Ley de Protección Animal y Tenencia Responsable) existe, pero no se aplica adecuadamente, y no hay refugios estatales”, señala García.
Además, asegura que las fundaciones enfrentan recursos “limitados”, así como un apoyo irregular y “voluntariado agotado”. Mientras que, la sobrepoblación animal por baja esterilización es otro desafío.
En el caso de la Fundación de Blanck, uno de los mayores problemas es la “inestabilidad de su sede”, así como el insuficiente financiamiento y espacio, lo que pone en riesgo las 147 vidas que alberga e impide la posibilidad de recibir más animales.
Al consultar a la presidenta de la Fundación de Blanck sobre las medidas necesarias ante los desafíos con los perros callejeros, indicó que se debe fortalecer la aplicación de la Ley 248‑12, incluyendo “sanciones reales” a los responsables de maltrato y abandono.
Asimismo, impulsar campañas de educación pública desde la escuela, “sensibilizando sobre tenencia responsable, no al abandono, y respeto animal”.
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