Entretenimiento

Duarte y la urgencia de salvaguardar su herencia

8777788718.png
El mes de julio presenció la partida física de dos de los tres Padres de la Patria.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

El mes de julio presenció la partida física de dos de los tres Padres de la Patria. El día 4 de 1861, en San Juan, fue fusilado el patricio Francisco del Rosario Sánchez. Duarte, por su parte, se despidió del mundo terrenal en Venezuela el 15 de julio de 1876. Sánchez murió a los 44 años (había nacido el 9 de marzo de 1817), mientras que Juan Pablo Duarte (nacido el 26 de enero de 1813) contaba con 63 años al momento de su deceso.

Como el tiempo, el mejor juez, va ubicando cada cosa en su sitio, a pesar de que por sus luchas por la libertad, Duarte ni siquiera pudo estar presente el día de la proclamación de nuestra Independencia Nacional, la gloriosa noche del 27 de febrero de 1844, ya que era perseguido por el gobierno haitiano encabezado por el presidente Charles Rivière-Hérard, cuyo mandato fue del 4 de abril de 1843 al 3 de mayo de 1844. Y como si fuera poco, en agosto de 1844, se le declaró -increíblemente- traidor a la patria por quien sí la traicionó, cuando en marzo de 1861 la anexó a España a cambio de beneficios personales y por su falta de fe en el proyecto de independencia.

Cuando decimos que el tiempo coloca cada cosa en su lugar, es porque conocemos y hemos visto a través de los años que, cuando las mezquindades humanas han querido y se han impuesto en determinadas circunstancias, luego, como un volcán en erupción, la verdad sale a flote y cada pieza encaja donde corresponde.

Ejemplos sobran en la historia dominicana, incluso recientes, donde figuras destacadas que han hecho innegables aportes al país han sido objeto de todo tipo de perversidades, maquinaciones y otras vilezas, y que, aunque no hayan ocupado la presidencia de la República, nadie hoy en día, con dos dedos de frente, se atrevería a colocarlas por debajo de aquellos que sí ocuparon dicha posición.

El caso del patricio Juan Pablo Duarte y Díez, cuyo 149 aniversario de su partida física conmemoramos el pasado 15 de julio, es un ejemplo de lo anterior. A pesar de que, tras su muerte física en 1876 en las llanuras del Apure en Venezuela, no había sido reconocido del todo, tiempo después, específicamente el 11 de abril de 1894, mediante la Resolución No. 3392, promulgada por el presidente Ulises Heureaux, fue reconocido junto a Sánchez y Mella como uno de los Padres de la Patria. Sus restos fueron trasladados y sepultados junto a sus compañeros en el Altar de la Patria.

No es casualidad que el historiador Emilio Rodríguez Demorizi, para quien Duarte “no es solo un líder independentista, sino una figura histórica de gran trascendencia, un hombre de ideas claras y un símbolo de la lucha por la libertad y la construcción de la nación dominicana”, lo definiera, en una frase atribuida a él, como “el dominicano de gloria más pura”.

Cada vez resulta no solo justo, sino sobre todo necesario, tener presente la figura del patricio que renunció a todo, incluyendo una vida acomodada junto a sus padres, dada su condición socioeconómica y prestigio social de la época, para entregarse en cuerpo y alma a la construcción, luego de idealizarla, de una patria libre, soberana e independiente.

Estoy convencido, y diría que hoy más que nunca, de que su antorcha debe seguir iluminando los caminos del futuro del pueblo dominicano en su lucha constante por mantener y consolidar su Independencia Nacional, para que los dominicanos de hoy mantengamos encendida y los del mañana nunca dejen apagar “la llama augusta de la libertad”.

Asimismo, estoy convencido, y de ahí estos escritos, de que urge mantener viva en la mente y el corazón de los hijos de la patria, sobre todo de las generaciones presentes y futuras, la figura del patricio, con jóvenes que estén a la altura de mantener vivo su legado, asumiendo, en la medida en que lo requieran las circunstancias, los retos que como nación nos depare el futuro.

Esto es así porque, si la obra y legado de Duarte no se hubieran dado a conocer, difícilmente se habría llegado a apreciar su grandeza; eso fue gracias a los textos de intelectuales dominicanos de la talla de José Gabriel García (padre de la historiografía dominicana), Federico Henríquez y Carvajal, Emiliano Tejera, Emilio Prud’Homme, Félix María del Monte, César Nicolás Penson, Monseñor Fernando Arturo de Meriño (expresidente de la República), entre otros, con especial énfasis en su hermana, quien se encargó de preservar cada fragmento, rescatando sus escritos, completando los que estaban inconclusos y organizando sus documentos, a los que luego llamaría Apuntes de Rosa Duarte (archivo y versos de Juan Pablo Duarte).

Consciente de todo esto, siempre procuraré -en la medida de lo posible y a pesar de la desidia de estos tiempos, en los que muchas veces lo intrascendente se torna trascendente y viceversa- que su vida, su legado y sus aportes sean cada vez más valorados, algo que no es posible lograr sin antes conocerlos. De ahí la importancia fundamental de que sigamos valorando su trayectoria, recordando su vida, para que jamás la ingratitud de los pueblos y la mezquindad de algunos hombres logren hacer olvidar su sacrificio y entrega en busca siempre del bienestar de la patria.

El autor es ocoeño y egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

TRA Digital

GRATIS
VER