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En un sector donde cada instante cuenta, el termómetro marca la línea entre el éxito y el fracaso. El cuerpo desvía energía para regular la temperatura, disminuyendo la capacidad aeróbica y cardiovascular, mientras la deshidratación y la pérdida de electrolitos causan calambres, falta de coordinación e incluso colapsos térmicos graves. Ante esta amenaza, la Agencia EFE ha conversado con dos expertos para entender cuál es el verdadero impacto del calor en los deportistas, cómo puede afectarles y cuál es la mejor forma de remediarlo. “El calor es un estresor enorme que se puede agravar por otros condicionantes como la humedad, porque expone al sistema cardiovascular a una lucha por intentar recuperar el equilibrio y disipar ese aumento extra de temperatura corporal. Lea también: Wimbledon: La No. 1 Aryna Sabalenka mantiene a raya a la favorita local Emma Raducanu en la pista central A partir de los 40,5ºC el rendimiento de los atletas disminuye, incluso con valores inferiores se desencadena un efecto dominó que repercute en todas las ‘piezas’ del sistema, afectando a la toma de decisiones y aumentando la impulsividad”, comienza a revelar a EFE Pedro Ruiz Solano, doctor en Ciencias del Deporte y, a su vez, expreparador físico del Levante UD español. El corazón trabaja para enfriar el cuerpo y oxigenar todos los músculos, lo que hace que se llegue a la fatiga más rápidamente. Según Ruiz Solano, “el rendimiento aeróbico en futbolistas se reduce entre un 5 y un 25 %, y esto se debe al nivel de exposición, que es demasiado largo”. Sin embargo, no todo es negativo, y en algunos casos el calor puede incluso funcionar como un aliado del deportista, con especial incidencia en la recuperación muscular. “Ya se ha visto que los míticos baños de frío después del entrenamiento ralentizan este proceso de recuperación muscular, porque el frío funciona como un antiinflamatorio muy potente y local. Pero si es verdad que los baños con agua a más altas temperaturas ayudan a una mejor y más rápida recuperación. Esto es un equilibrio, pero es cierto que el calor no es un enemigo completo, sino todo lo contrario”, explica Patricia Núñez de Aysa, médica rehabilitadora del centro Ripoll y DePrado en Madrid. El primer aviso de un golpe de calor, advierte la médica, es “la sensación física de calor elevado que percibe el propio deportista, un reflejo que indica que la temperatura corporal comienza a disiparse”. “Además, se pueden producir alteraciones de nivel neurológico, como confusión, desorientación, incoherencia al hablar, cambios de humor, conducta inusual, irritabilidad; y en casos más extremos convulsiones o pérdida de conciencia”, agrega la doctora. La sudoración, clave en la regulación térmica, también cambia- tras un sudor inicial muy intenso, puede detenerse por completo, dejando al deportista seco; mientras que a nivel cardíaco, el pulso se acelera y la respiración se vuelve rápida (hiperventilación), acompañada de dolor de cabeza, debilidad y sensación general de malestar. Estrategias para combatir al enemigo invisible Ambos expertos coinciden en que las estrategias básicas para combatir a este enemigo invisible son adaptar los horarios de entrenamiento a primeras horas de la mañana o por la noche, usar ropa técnica de colores claros y con buena transpirabilidad, hidratarse de forma programada, no solo cuando aparece la sed, e incluso facilitar una refrigeración de zonas claves como el cuello, las axilas y las ingles. “(En el Mundial de Clubes de la FIFA de EE.UU) ya vemos paradas para hidratación, y se aplican métodos como toallas frías en el cuello o chalecos refrigerados. Y es que es importante aplicar hielo en zonas que son más sensibles como las axilas, el cuello o las ingles, porque son zonas que tienen las arterias y las venas principales del cuerpo muy cerca, que hacen que la sangre se enfríe”, apunta Núñez de Aysa. Ruiz Solano, quien sigue la misma línea de pensamiento, agrega que “las toallas húmedas y frías (comunes entre tenistas, ciclistas o futbolistas) pueden llegar a reducir la temperatura corporal 0.1ºC por minuto”. Asimismo, no se descarta que, además del agua, los deportistas necesiten bebidas isotónicas para reponer las sales que se pierden con el sudor. “El sudor no solamente es agua, sino que es agua con electrolitos, sales que necesita tener el cuerpo para que las membranas de todas las células funcionen correctamente”, dice la médica. ¿Puede el cuerpo adaptarse al calor? Ante las graves consecuencias que la exposición al calor pueden acarrear surge la gran pregunta- ¿Puede el cuerpo adaptarse al calor? Los peritos sanitarios apuntan a que el cuerpo se aclimata parcialmente. “El 75-80 % de la adaptación se logra en los primeros siete días de exposición, aunque existe consenso en que la aclimatación debe ser mayor que una semana, siendo lo ideal las dos semanas”, subraya el también expreparador físico del Rayo Majadahonda y del Fuenlabrada. No obstante, advierte Núñez de Aysa, siempre existe un límite. “Por mucho que un deportista se adapte, hay que seguir vigilando sus comportamientos, sus signos vitales, porque hay días en que está más bajo de fuerza, en que el cuerpo colapsa, y eso porque la energía no llega adecuadamente a todos los órganos, aparatos y sistemas. Es un fallo energético”, detalla. El calor no solo desafía la resistencia física de los deportista, sino también su vida. Mientras que el tenista serbio Novak Djokovic lucha contra el calor de Wimbledon y los clubes europeos compiten en la sofocante Miami, llegando incluso a colapsar, el deporte de élite confirma que a veces, su rival más peligroso no perdona.
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