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Desde temprana edad, Agliberto Meléndez se sintió fascinado por el cine.
En una entrevista en 1989, reveló que la primera vez que vio una película, cuando solo tenía seis años, quedó impactado y mantuvo consigo la impresión que le dejó el cine mudo frente a la gran pantalla.
Desde ese momento, el cine lo acompañó a lo largo de su vida, incluso en sus momentos más duros.
A los 17 años fue apresado por el régimen de Trujillo. Mientras era torturado, su mente se refugiaba en una película que había visto sobre una mujer condenada a muerte, titulada “Quiero morir”. En sus propias palabras, las escenas de aquella película le “prepararon el ánimo” cuando pasó por situaciones similares.
Meléndez tuvo después, como él mismo la definía, una trayectoria “accidentada”, en la que viajó por Estados Unidos, Inglaterra y España y ejerció de profesor de economía en la UASD, director de la Cinemateca y director de Radiotelevisión Dominicana.
Dejó este último trabajo en 1983 para irse a vivir al campo y ocuparse de un conuco mientras ideaba su primera película.
Para lograr filmarla, el cineasta hipotecó su vivienda y todas sus pertenencias y no tuvo reparos en lanzarse a su proyecto. Después de varias jornadas de grabación, desánimo, discusiones con los actores y actrices, buscar los recursos necesarios y sustentarse únicamente de comida china, “Un Pasaje de Ida” fue terminada.
“Un pasaje de ida” fue el primer largometraje del director, después de varios años realizando cortometrajes y documentales a encargo. La película nació del profundo deseo de Meléndez de demostrar que en el país podía hacerse un cine trascendente, de calidad.
Cuando Agliberto hablaba de “preferir el mango al melocotón”, frase que solía decir, hablaba sobre la elección de valorar lo nacional sobre lo importado, creer en el potencial propio en lugar de menospreciarlo.
Para llevar a cabo su propuesta tuvo que enfrentarse a varios desafíos.
Sin embargo, al estreno de su ópera prima en 1988, el director manifestó ante la prensa la satisfacción que sentía por su éxito.
La película marcó un hito en la cinematografía dominicana; fue aclamada tanto por el público como por la crítica y fue galardonada con 14 premios internacionales.
Agliberto tuvo siempre presente el tipo de historias que deseaba contar. Él quería hacer un cine de dominicanos para los dominicanos.
La historia de su primer largometraje se centró en la tragedia del Regina Express, embarcación en la que murieron varios migrantes indocumentados. Con “Un Pasaje de Ida” Agliberto denunció las condiciones de los migrantes dominicanos que, en medio de la crisis económica, abandonaban su país de forma clandestina.
De igual forma, “Del color de la noche” fue el único otro largometraje que Agliberto Meléndez llegó a dirigir, basado en la vida del líder político José Francisco Peña Gómez. A lo largo de la promoción de la película, el director manifestó que buscó representar a su protagonista con la mayor autenticidad posible.
Como manifiesto de su concepción del cine, Meléndez dijo en una entrevista en el 2015 para El Nacional lo siguiente: “Hacemos un cine diferente, nadamos contra la corriente, hay quienes hacen tres películas al año, comedias, cine de entretenimiento. Tratamos de hacer cine para pensar”.
Meléndez era un hombre lleno de sueños. Sin embargo, no llegó a realizarlos todos.
La primera idea que tuvo Meléndez para un largometraje se centraba en la dictadura de Trujillo. Meléndez planeaba recoger en el filme los últimos dos años del régimen, junto con sus experiencias personales, pero desistió de este proyecto.
Un año después de “Un Pasaje de Ida” el cineasta se encontraba trabajando en el guion de su propuesta cinematográfica para “1492: La Conquista”, una película que presentaría la conquista de los españoles en la isla desde la perspectiva de los taínos.
Agliberto catalogó este proyecto como “sumamente ambicioso” y manifestó que esperaba que causara controversia, pero nunca fue llevado a cabo.
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