Economicas

Equivocarse es propio de los humanos

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Muchas personas no comprenden el riesgo porque no evalúan bien los eventos poco frecuentes que suceden y derriban el error de cálculo de supuestos sobre el futuro.

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Un importante mea culpa tuvo lugar con las declaraciones de Alan Greenspan, Presidente de la Reserva Federal, cuando compareció ante el Congreso de Estados Unidos en 2009, donde admitió “creer demasiado en la capacidad de autorregulación del mercado libre”. Esto fue impactante para Kahneman, que impulsó su labor fundamental de profundizar en aspectos de la investigación psicológica en la economía.

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Ipso facto (inmediatamente), pensamos que las decisiones tomadas en la agenda política de un país, por el presidente, están influenciadas por la psicología del pueblo y el rechazo que provocan anuncios con determinadas obras, o con reformas económicas anunciadas, o con designaciones que suponemos afectarán ciertas áreas de la vida política nacional.

En este artículo veremos cómo la psicología impacta la toma de decisiones económicas y las creencias sobre temas cruciales que modifican conductas y expectativas hacia resultados.

In extremis, hemos visto cómo se toman decisiones sobre variados aspectos y, después de la reacción del pueblo, se retractan. La investigación psicológica en economía juega un papel fundamental, ya que las decisiones de los agentes económicos y las empresas obedecen a un poder de mercado impredecible, inestable y muy cambiante. El poder que actualmente tienen las redes sociales es innegable.

“Kahneman, con sus investigaciones, ayudó a la economía del comportamiento, que cuestionó la teoría económica tradicional de las elecciones racionales, a la vez que introdujo supuestos más realistas sobre el juicio crítico y las decisiones humanas”. Enciclopedia Británica. Recuperado el 4 de septiembre de 2018. Disponible en https://www.britannica.com/biography/Daniel-Kahneman.

Por lo general, los modelos económicos convencionales asumen la racionalidad, es decir, que las personas maximizan beneficios y minimizan costos. La del comportamiento observado la contrapone, dice que la gente suele decidir en función de otros factores, a saber: sentimientos, intuiciones, gustos, moda, o sea, reglas empíricas más que costo-beneficio. Por lo tanto, los pensamientos grupales afectan los mercados y las decisiones futuras.

El lema “In god, we trust” (En Dios confiamos), visible en la moneda estadounidense, explica el exceso de confianza que a su vez es el motor del capitalismo. El predominio de este lema lo denominó “optimismo delirante”. Muchas personas no comprenden el riesgo porque no evalúan bien los eventos poco frecuentes que suceden y derriban el error de cálculo de supuestos sobre el futuro. Ejemplo de ello fue el mercado de las burbujas inmobiliarias en 2008, causada por la excesiva expansión del crédito y la especulación en el mercado inmobiliario.

Un rasgo distintivo de sus investigaciones se centró en las decisiones tomadas en medio de la incertidumbre, es decir, aquellas que se apartan de las previstas por la teoría económica convencional, o sea, la llamada teoría de las perspectivas. Esta explica mejor la conducta observada.

El citado nobel descubrió cómo el “criterio humano se desvía mediante atajos intuitivos que se alejan sistemáticamente de los principios de probabilidad. Esto obliga al enriquecimiento de la teoría económica utilizando herramientas de la psicología cognitiva sobre la motivación natural del ser humano.

La mencionada teoría de las perspectivas ilustra los resultados producto de experimentos que demuestran que las personas suelen tomar decisiones divergentes en situaciones idénticas pero enmarcadas de forma diferente. Revista Econométrica (Kahneman y Tverski 1979). Ambos analizaron por qué la reacción ante la pérdida es mucho más intensa que ante la ganancia, lo que originó el concepto de aversión a la pérdida, uno de los principales campos de la economía del comportamiento.

La gente da menos importancia a los resultados meramente probables que a los seguros. Lo que explica, a su vez, por qué un jugador en una racha perdedora se niega a aceptar la pérdida y sigue apostando con la esperanza de recuperar lo perdido. “Los líderes que llevan a su país cerca de la derrota en una guerra tienden a asumir más riesgos en lugar de llegar a un acuerdo”.

La credibilidad y los resultados posteriores a la crisis mundial de 2008 y el colapso de las hipotecas de alto riesgo obligaron a la necesidad de que la “regulación y la política económica tengan más en cuenta la naturaleza humana”.

Kahneman concluyó sobre esa crisis con lo siguiente:

“La respuesta humana innata que produce oscilaciones de la euforia al miedo se repite de generación en generación y no explica completamente el comportamiento del ciclo económico en los modelos financieros sin que se vislumbre una curva de aprendizaje. Las burbujas de precios de los activos crecen y estallan en el presente como sucedió a principios del siglo XVIII cuando surgieron los mercados competitivos modernos”.

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