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LA MESILLA, Guatemala (AP) — A poco más de dos meses de que un grupo de presuntos narcotraficantes se enfrentaran a policías mexicanos en una polémica incursión a territorio guatemalteco, más de 600 efectivos de las fuerzas de seguridad de Guatemala ejecutaron el miércoles un operativo en un peligroso municipio fronterizo contra una banda de narcotráfico. El despliegue terminó sin detenciones. Policías y militares buscaban desmantelar una organización, que relacionan con el cártel mexicano Jalisco Nueva Generación, que quedó diezmada luego de que su líder Baldemar Calderón Carrillo, alias “Tío Balde”, y su hijo Walfre Donaldo Calderón Calderón murieran abatidos en enfrentamientos con policías mexicanos. La policía realizó 21 allanamientos en las aldeas Vueltaminas, del municipio de La Mesilla, y Agua Zarca, del municipio de Santa Ana Huista, ambas del departamento de Huehuetenango, fronterizo con México. Según el Ministerio de Gobernación, confiscaron dos armas de fuego y algunas municiones, pero el operativo se saldó sin arrestos. En La Mesilla, hubo un enfrentamiento armado a principios de junio cuando la policía mexicana se adentró con autos blindados en territorio de Guatemala, después de confrontar a delincuentes en su lado de la frontera. El polémico episodio llevó a México a pedir disculpas a Guatemala y a relevar a varios agentes. El miércoles, las dos poblaciones amanecieron con la llegada de más de 450 policías y 200 soldados fuertemente armados en busca de los presuntos miembros del crimen organizado. Vueltaminas es una pequeña aldea ubicada en una planicie, rodeada de imponentes montañas verdes, que no se puede ver desde la carretera principal. Tiene un reciente desarrollo económico y viviendas en construcción que contrastan con la sencillez del lugar. Durante los allanamientos, varias personas siguieron de cerca el accionar de los policías, hasta que estos se retiraron, pero no quisieron hablar. Allí estaba el hogar de Calderón Carrillo, donde también lo enterraron luego de ser abatido por la policía mexicana. El líder criminal era buscado por autoridades estadounidenses, pero no por la fiscalía guatemalteca, desde mayo de 2019. En la investigación presentada a un gran jurado en San Diego, California, se reveló que al menos 13 ciudadanos guatemaltecos eran miembros de una organización de tráfico de cocaína con sede en Guatemala que opera desde La Mesilla y Democracia, en la frontera con México. Al finalizar las diligencias, decenas de personas se aglomeraron frente a la policía buscando impedir la captura de alguna persona. Policías antimotines y soldados del ejército resguardaban a otros agentes y fiscales que realizaban los allanamientos. La operación contó con el apoyo de autoridades mexicanas, que brindaron un refuerzo fronterizo, así como con la colaboración de agencias de Estados Unidos, reveló el Ministerio de Gobernación. Lusvin López, jefe de la División Antidrogas de la Policía Nacional Civil, dijo a The Associated Press que las acciones se daban en seguimiento a los incidentes ocurridos con presuntos narcotraficantes en la frontera. El pasado 8 de junio, un comando de hombres armados cruzaron la frontera de México hacia Guatemala, hacia la localidad de La Mesilla. Detrás, los perseguía la policía mexicana. Ambas partes incursionaron en territorio guatemalteco, sin autorización y se enfrentaron a balazos. La persecución era la respuesta a un ataque previo de los presuntos narcotraficantes a policías mexicanos que dejó cinco agentes muertos. Al cruzar a Guatemala, al menos tres vehículos blindados de la policía mexicana se toparon de frente con varios hombres con armas largas que se cubrieron detrás de varios vehículos y de un Jeep militar J8 blindado, en el que estaba un soldado guatemalteco apostado y sin reaccionar, al mando de una ametralladora. La acción terminó en medio de una balacera, con los civiles libres y con una investigación abierta contra autoridades guatemaltecas por no reaccionar y detener a los presuntos narcotraficantes. Después de eso, la zona fronteriza comercial de La Mesilla volvió a casi la normalidad, dijeron algunos vendedores que, por temor, pidieron no ser identificados. Se ve más presencia de seguridad, pero el miedo está allí latente. El día de la balacera era domingo, día de mercado y había mucha gente comprando. Ahora las ventas han bajado, explicaron los negociantes.
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