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Hacer frente al calor, un desafío aún por resolver para el urbanismo y el transporte del norte de Europa – EFEverde

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Madrid, 27 (EFE).- La ausencia de contraventanas en los edificios o la falta de sombra en las ciudades, así como una planificación urbana e infraestructuras ferroviarias poco pensadas para las altas temperaturas hacen a las ciudades del centro y norte de Europa muy vulnerables a las olas de calor, un fenómeno cada vez más común.

Sigfredo Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), comenta a EFE que esta “protección” contra el calor es una costumbre “muy del sur de Europa”, pero que, ante la necesidad, los países del centro y norte de Europa acabarán adaptándose.

El patrón que marcó el cierre de junio y el inicio de julio -con temperaturas récord en países como Bélgica, Países Bajos o Suiza- muestra, como advierte la ONU, una tendencia en aumento, con fenómenos que serán cada vez más frecuentes e intensos.

En muchos países del norte europeo, los edificios tienen ventanales grandes en busca de la luz que escasea en invierno. Sin embargo, en verano, la entrada de los rayos solares, amplificados por el cristal, sube la temperatura en el interior.

“Van a empezar a aparecer persianas y contraventanas”, predice Herráez, como una solución sencilla para evitar que la temperatura suba en las viviendas.

El arquitecto retoma las persianas de madera que, en España, se abren a primeras y últimas horas del día para permitir la entrada de aire fresco y que se cierran durante el día, evitando que el sol penetre directamente.

En los edificios de países como Alemania o Reino Unido, los aires acondicionados tampoco suelen copar las fachadas.

Aun así, Herráez no cree que vayan a generalizarse. Por un lado, menciona los problemas de salud que pueden causar, como la humedad, y por otro, la mentalidad ecológica de estos países, que los hace “reticentes” a instalar un sistema que consumiría mucha energía para, por el momento, pocos días de uso al año.

Asimismo, recuerda los pueblos blancos del sur de España, encalados para reflejar el sol. Colores parecidos, más claros, predice, “se irán moviendo al centro y norte de Europa” como estrategia contra las altas temperaturas.

Respecto a las ciudades, Herráez ha destacado la necesidad de planificarlas considerando el calor, algo que hasta ahora no se había considerado en muchas regiones del norte. “El orientar una calle en una dirección donde soplen vientos o diseñarla con cierta inclinación que permite que los edificios den sombra” hace que sea transitable en verano o no.

También subraya la importancia de incluir vegetación, especialmente en forma de árboles que proporcionen sombra, así como espejos de agua que ayudan a bajar la temperatura.

Por otra parte, si bien deben seguir existiendo en las ciudades europeas “plazas duras”, de cemento, que retienen mucho más tiempo el calor, en su opinión también deben hacerlo otros espacios de materiales distintos, como los terrosos.

El transporte público es otro de los puntos críticos en la adaptación de las ciudades europeas a su nueva realidad de olas de calor, ya que muchas de sus infraestructuras fueron diseñadas para condiciones térmicas muy diferentes a las actuales.

En cuanto al transporte público, Herráez insiste en que “para promover su uso debe ser cómodo y confortable” y pone como ejemplo los tranvías de Copenhague, “los mismos que había hace 100 años”, que necesitarán renovarse o reacondicionarse.

La vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, María Luisa Domínguez, explica algunas de las causas tras los retrasos o cancelaciones que sufren algunas rutas ferroviarias europeas ante episodios de calor.

En las líneas convencionales, los carriles se colocan con cierta holgura entre barras para absorber la dilatación del acero, pero si el calor expande el material más de lo previsto, “la unión se rompe y la línea queda cortada hasta que se repara o sustituye”.

Esto no sucede en los sistemas más modernos, con barras continuas soldadas y “liberación de tensiones”, que permiten una mejor adaptación al calor.

La experta añade que en países como Italia, se ha optado como medida adicional por pintar algunos de sus carriles de blanco, para repeler el sol, aunque se trata de pruebas piloto en espera de confirmar resultados.

También avisa que, en los últimos años, las altas temperaturas han causado movimientos milimétricos en los aparatos de vía, como los desvíos, que obligan a detenerse a los trenes por su sistema de seguridad, pero que se puede solucionar con un mantenimiento específico que antes no era necesario.

A pesar de los desafíos que afronta Europa ante un clima cada vez más extremo, Herráez no es pesimista y confía en que la adaptación llegará: “Ante la necesidad y el confort, la gente aprende rápido”, afirma. EFE

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