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Algunos se preguntarán: ¿A qué se debe ahora esta columna? La curiosidad sería comprensible. Lleva décadas desempeñando un trabajo impecable en todos los ámbitos en los que se ha desenvuelto, y no me había dignado a destacarlo, hasta que alguien comentó frente a mí: “Mira, Irving está en su mejor momento”.
No soy su amiga. Lo he visto en varias actividades en las que hemos coincidido y, por supuesto, yo sé quién es él, pero él no sabe quién soy yo. Al menos, eso creo. De él conozco su exitosa carrera y su carisma, que es imposible ignorar.
Se gana la vida “atento al chiste”, pero con una seriedad y un respeto hacia el público que no se pueden cuestionar. Es auténtico, genuino, espontáneo y curioso. Desde que vi su trabajo por primera vez, noté que la sencillez es la que domina su carrera y la que le ha garantizado el gran éxito que ha logrado a lo largo de su trayectoria en las artes.
Algunos se preguntarán: ¿A qué se debe ahora esta columna? La curiosidad sería válida. Lleva décadas haciendo un trabajo impecable en todas las áreas que ha desempeñado y desempeña, y no me había dignado a destacarlo, hasta que alguien hizo un comentario delante de mí: “Mira, Irving está en su mejor momento”.
Lo dijo cuando vio que estará, junto a otros presentadores también sobresalientes, en Dominicana’s Got Talent. Lo contradije diciéndole: “Él siempre ha estado en un buen momento, ¿o crees que lograr mantenerse en los medios de comunicación, en el teatro, el cine y en todo lo que hace es por un golpe de suerte de un momento dado?
De ninguna manera. Él no es un talento desechable. Es un profesional que ha sabido aprovechar en su justa medida la repartición de los talentos que hace el Señor. Ha multiplicado el suyo con honradez, gracia, entrega, y lo más importante: sin caer en la vulgaridad.
Ese comentario me llevó a realizar un recorrido por la extensa carrera de Irving, que por cierto, trabajó en este diario. En ella vi cómo, sin recurrir a las malas palabras, al contenido explícito y la “comunicación” deplorable, ha logrado ganarse el cariño, el respeto y la admiración de un pueblo que hasta hace poco, era muy exigente con lo que consumía por televisión, radio o cualquier plataforma.
Ahora, muchos han sucumbido a la grosería que se impone. Lo que no saben muchos de los que la promueven es que, en todos los escenarios de la vida, sobrevive la calidad. Irving es el ejemplo.
Este polifacético artista se ha mantenido porque sabe lo que es vivir como en una ciudad fabulosa. Va acorde a los tiempos, pero sin perder su esencia. Se sube al tren de la moda en su área, pero sin dejar “subir” con él a la maledicencia. Sabe qué tomar y qué no.
Tiene claro que quienes lo han ayudado a ascender, también pueden contribuir a su descenso. Se cuida de eso. Por ello está siempre en su momento, no porque otros se lo proporcionen cuando lo eligen para un proyecto, sino porque él con su forma de ser, con su entrega a lo que hace y “sin meterle al bloque” como se dice ahora, brilla con luz propia y está claro en que el sol sale para todos. Él no compite, es competente. ¡Bravo!
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