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Madrid, 16 jul (EFE).- Las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la agricultura podrían disminuir en un 7 % con respecto a los niveles actuales para 2034, al tiempo que se erradica la desnutrición, si se adoptan métodos de producción y gestión de tierras más eficientes.
Así se desprende del informe conjunto anual de Perspectivas Agrícolas para la próxima década, publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El estudio presenta un escenario actualizado en el que las emisiones de gases de efecto invernadero agrícolas podrían reducirse un 7 % si la productividad aumenta un 15 % a nivel global mediante la adopción generalizada de sistemas de gestión de la tierra.
Entre estos sistemas se proponen intervenciones biológicas y técnicas que abordan las principales fuentes de emisiones en los sistemas agrícolas y ganaderos.
En el caso del sector ganadero, la OCDE y la FAO señalan que la gestión de la dieta es primordial, con estrategias como la implementación de la inteligencia artificial para optimizar el pastoreo, mejorar la digestibilidad del forraje y el equilibrio preciso de la ración.
“El manejo reproductivo, la prevención y el tratamiento de enfermedades, así como la cría selectiva, también pueden reducir significativamente las emisiones de metano al mejorar la relación entre la alimentación y las emisiones”, indica el informe.
En particular, se pide dar prioridad a las regiones de bajo rendimiento, para las que estos esfuerzos de reducción de emisiones “podrían traer beneficios sustanciales”, ya que se requerirán menos animales para producir la misma o mayor cantidad de proteína, lo que mejoraría no solo el medio ambiente, sino también los medios de vida de las comunidades rurales.
En la producción agrícola, esas técnicas se enfocan en la mejora de la eficiencia del uso de nutrientes, al tiempo que se minimiza la alteración del suelo y se mejora la captura de carbono, con el uso de GPS, sensores en tiempo real y aprendizaje automático.
Además, se destaca la necesidad de optimizar la sincronización del uso de fertilizantes y estiércol con la demanda de nutrientes de los cultivos y la aplicación de los primeros con mayor precisión.
La adopción generalizada de estas técnicas posibilitará “el aumento general de la productividad necesario para incrementar la disponibilidad de alimentos en todos los grupos de ingresos familiares y apoyar una reducción del 7 % de las emisiones”.
El estudio señala que la producción ganadera, agrícola y pesquera mundial aumentará un 14 % en la próxima década, impulsada principalmente por las mejoras de productividad, lo que se traducirá en un incremento del 6 % de las emisiones directas de gases de efecto invernadero agrícolas para 2034.
Específicamente, las emisiones aumentarán en el África subsahariana y en el sur y sudeste asiático, un 14 % y un 8 %, respectivamente, mientras que las del resto de Asia, América del Norte y Europa lo harán solo marginalmente al estancarse la producción ganadera.
Mientras la demanda alimentaria continúa creciendo debido al aumento de la población y la necesidad de erradicar la desnutrición en vastas regiones del mundo, “el desafío es reducir el impacto ambiental de la producción agrícola a la vez que se garantiza la seguridad alimentaria”, recalca el informe.
Los rumiantes y otras producciones ganaderas representarán alrededor del 70 % del aumento mundial de las emisiones directas de la agricultura, mientras que los fertilizantes sintéticos serán responsables del resto.
En el caso concreto de la carne, se espera que sus emisiones de gases de efectos invernadero aumenten un 6 %, por debajo del crecimiento previsto del 13 % en el informe anterior, gracias a las mejoras de la productividad y a una mayor participación de las aves de corral en la producción.
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