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¿Lo que la Fed frenó… acabará por fluir?

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Aboga por bajar las tasas de interés, como forma de aliviar la carga crediticia de los hogares, sobre todo, en áreas sensibles como hipotecas, tarjetas de crédito y préstamos para vehículos.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

La posible sustitución de Jerome Powell al frente de la Reserva Federal — ya sea al cumplirse su mandato en mayo próximo o antes, si así lo propicia la investigación en curso sobre la renovación de la sede del organismo — podría significar un cambio en la política monetaria de la economía más importante del mundo. A ese cambio, nuestro país debe prestarle atención, pues cuando la política del gigante del Norte se mueve, el pequeño del Caribe no debe permanecer inerte.

Según una encuesta realizada por Bank of America entre gestores de fondos, los candidatos preferidos para sustituir a Powell son, en este orden: Scott Bessent (26%), Kevin Warsh (17%), Christopher Waller (14%) y Kevin Hassett (7%).

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Scott Bessent, actual secretario del Tesoro y quien ha confirmado que ya ha comenzado el proceso de relevo, se inclina por una orientación macroeconómica promercado. Aboga por bajar las tasas de interés, como forma de aliviar la carga crediticia de los hogares, sobre todo, en áreas sensibles como hipotecas, tarjetas de crédito y préstamos para vehículos. Además, lidera actualmente las negociaciones arancelarias entre Estados Unidos y sus principales socios comerciales, defendiendo los aranceles como herramientas legítimas de recaudación fiscal y reindustrialización, al tiempo que afirma que no han generado presiones inflacionarias significativas.

Kevin Warsh, por su parte, ha pasado de una postura marcadamente “hawkish” — priorizando el control de la inflación, incluso, a costa de frenar el crecimiento mediante tasas altas — a una posición más “dovish”, favorable a mantener o reducir las tasas de interés, con el objetivo de abaratar el crédito y dinamizar el sistema financiero.

En el caso de Christopher Waller, si bien su inclinación ha sido históricamente restrictiva, en las intervenciones más recientes ha mostrado mayor apertura a una posible reducción de tasas. De hecho, el pasado viernes sugirió una rebaja de los tipos, porque “el sector privado no está tan bien como todos creen” y el jueves había dicho que dado que los riesgos inflacionarios son limitados, la Reserva Federal debería reducir los costos de endeudamiento antes de que el mercado laboral comience a deteriorarse.

¿Y qué decir de Kevin Hassett? Se ha mostrado claramente pro-crecimiento y ha defendido una política monetaria acomodaticia (“dovish”), siempre que el contexto permita estimular la economía, sin generar riesgos inflacionarios. Es más, en múltiples ocasiones ha instado a la Reserva Federal a bajar las tasas o, al menos, evitar subidas repentinas.

Con matices y diferencias de enfoque, todos los candidatos mencionados parecen compartir una disposición menos estricta en el manejo de la política monetaria. De concretarse su llegada, el relevo en la presidencia de la Reserva Federal bien podría marcar el paso de lo que fue represa… a lo que será flujo.

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