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En una “guagua voladora” camino a San Pedro de Macorís escuchó a pasajeros hablando el inglés de las islas y se preguntó sorprendido: “¿Quién es esa gente?”. Se expresaban en “inglés negro”. Recopilaba datos en el Central Romana como un anexo del ingenio puertorriqueño Guánica, y a partir de ahí se interesó por estudiar a los cocolos en República Dominicana.
Viajaba en transporte público, caminaba y llegó a subirse en un motor conducido por el obispo Telésforo Isaac. Así llegó a familiarizarse con inmigrantes y sus descendientes durante dos años, moviéndose por la capital y por el este.
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Humberto García Muñiz publicó libros y artículos sobre esa etnia y en torno a Marcus Garvey, fundador de la Asociación Universal para la Mejoría del Hombre Negro, UNIA (siglas en inglés). “Garveyismo y racismo en el Caribe: El caso de la población cocola en la República Dominicana”, que escribió junto a Jorge L. Grovannetti Torres, tiene dos ediciones, una patrocinada por el Instituto Nacional de Migración, que dirige el sociólogo Wilfredo Lozano.
“Después de su experiencia rumbo al este, el cardiólogo Fermín Álvarez se me aparece con una carta de Robert Hill, antropólogo, historiador, que quería documentos de Garvey en Santo Domingo. Yo sabía quien era, pero encontrarme con Garvey aquí fue una sorpresa”.
Nunca estuvo en el país, pero contaba con gran cantidad de seguidores cocolos.
“Garvey es importante en la cuestión negra del Caribe, el movimiento es contestatario en términos raciales, imagínate: tienen en contra a dominicanos y a los norteamericanos de la Ocupación de 1916”.
Los capítulos más numerosos, agrega, estaban en los ingenios Consuelo y Porvenir. “De una raza que era esclava, se unen y reclaman sus derechos, eso no se había dado en el Caribe, estaban en 44 países y eran más de un millón”. Los interventores “se asustan y les meten mano”.
Había otro movimiento: “La Hermandad africana de la sangre”, que “era comunista, pero los americanos se confunden y deportan a todo el liderato. Con todo y eso, el movimiento no muere”. Significa que la estructura “era capitalista. Garvey creó una corporación de fábricas, oficinas, tenía el periódico “Negro Word” con una página en español en la que publicaban resultados de los juegos de cricket en República Dominicana. Demuestra el nivel de comunicación de la base central en Nueva York con los demás capítulos”.
J. Edgar Hoover, del FBI, logró deportar a Garvey para Jamaica y este acaba en Inglaterra, donde fallece. La entidad sobrevivió en el país. Uno de los líderes más representativos era Wilfred Rowland. Cuando García Muñiz le llevó un ejemplar de su libro se lo colocó en el pecho y entonó el himno de la organización, en la que también había mujeres, “The black Cross Nurses”.
La frase común de unos y otras era “By Black”.
“Al detenerse la migración, Trujillo los asimila y permite que les den la ciudadanía”, porque “los ingenios querían la mano de obra ideal. El cocolo es un tipo con cultura, no se rebela, habla inglés, tiene escuelas, iglesias…”. Los domingos iban a sus cultos “de punta en blanco”. Su religión era anglicana, “con una vertiente episcopal”. Tenían “iglesias negras”.
Aportes cocolos
Humberto nació el 21 de octubre de 1947 en Río Piedras, hijo de Víctor García y Velia Muñiz. Lo unen al Caribe su abuelo, Antonio García, que peleó en la Guerra de Independencia Cubana, y su tío Toño, que decidió vivir en Macorís.
Cursando maestría en relaciones internacionales en Instituto de Relaciones Internacionales de West Indies, Trinidad, Tobago, se acostumbró al inglés de las islas.
Admira a los cocolos, “migrantes que vinieron sin protección”, rechazados por el “antinegrismo”.
Para él, hicieron grandes aportes, además, en la enseñanza del inglés, la comida, hermandades mutualistas. “Era tener una sociedad dentro de otra sociedad”.
Elogió homenajes a los cocolos por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Destacó que se hace mucho énfasis en el Caribe Inglés olvidando danés, francés, holandés. Agregó que la mayoría de autores se circunscribe a cocolos de San Pedro de Macorís cuando hubo también en Santo Domingo, Sánchez y otras localidades.
Cuenta que Mauricio Niemen, líder garveyiano, fue gran amigo de Mauricio Báez, quien asistía a sus reuniones, pero no se integró alegando que “el Garveyismo era un movimiento de vuelta al África. Él simpatizaba con el orgullo negro que sentían, pero decía: “Yo soy dominicano”.
Expresó que, aunque tardío, el acto de la Cancillera, “fue un reconocimiento a la contribución del cocolo a la cultura dominicana”.
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