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Cuando EE.UU. bombardeó Irán, detalla Annunziata, se aseguró mucho de que los yacimientos de petróleo que proveen a China siguieran operando. Trump no se arriesgó a dañarlos, porque Pekín entonces no se hubiera quedado de brazos cruzados. Y es que la tensión entre EE.UU. y China se ha convertido en una segunda guerra fría para la cual las instituciones de mediación internacional no están preparadas. La ONU y su Consejo de Seguridad fueron pensados para la primera y hoy ya no representan a los nuevos poderes que dominan el planeta. ¿Qué hacer, por ejemplo, con India y los Brics? ¿Sigue siendo EE.UU. hoy un amigo de la democracia liberal o ya es otro país autoritario de extrema derecha? Mientras, la izquierda pierde el liderazgo de las clases trabajadoras, que apoyan cada vez más en Occidente a partidos trumpistas.
¿Un 5% de nuestro PIB para armas como pide Trump no es demasiado?
Creo que Pedro Sánchez fue valiente al rechazar ese porcentaje. La política la hacen tanto quienes deciden cosas como quienes deciden ir contra las decididas.
¿Al final qué acabará decidiéndose?
En el este de la UE no hay discusión, porque se sienten amenazados por Putin; pero en España e Italia la opinión pública no ve tan necesario desviar tantos fondos de educación o sanidad para armarnos…
¿Y Francia, Alemania, el Reino Unido?
También quieren rearmarse. Y el plan de Alemania, el país más influyente en la UE, es usar su enorme capacidad inversora como palanca para acelerar su crecimiento y, con él, el europeo.
¿De nuevo la inversión armamentística como palanca keynesiana para crecer?
Y Alemania tiene el músculo financiero para levantar un nuevo telón de acero que consistiría en convertir a Ucrania en una superpotencia militar que sea nuestra muralla frente a Rusia y sus tentaciones imperiales y que sea un fortín armado que nos proteja de Putin.
¿Sin comprometer suelo alemán?
Los países más interesados en esa Superucrania militarizada son Alemania, Gran Bretaña y la propia Ucrania, claro. Italia, España y Francia no lo tienen tan claro eso de pagarla. Así que en la UE estamos fragmentados también en defensa.
¿Cuán lejos podemos llegar en esa defensa común europea fragmentados?
Toda guerra empieza siéndolo de palabras. Y desde la invasión de Ucrania hemos pasado de hablar de seguridad a defensa; y de defensa, a defensa común. La Constitución Italiana rechaza la guerra, pero consagra el deber de defender a nuestro país si es atacado.
¿Defensa común con una UE dividida?
Por eso pido que nos movamos rápido, pero no seamos ingenuos, porque hablar de rearmarse es invertir sumas gigantescas de nuestro dinero en la industria armamentística de EE.UU.
¿Rearmarnos es invertir en EE.UU.?
Cuando Trump nos pide ese 5% de nuestro PIB para la OTAN está ganando dinero para su economía, que tiene un grave problema de deuda y quiere pagarla también con nuestro dinero.
¿Cuánto dinero europeo va a EE.UU.?
Ahora mismo el 60% de las armas que compramos se fabrica en EE.UU. Así que si no contribuimos bastante a la OTAN ahora, lo haremos pronto.
¿Tenemos dinero para pagar su deuda?
Lo curioso es que ese dinero que no tenemos los europeos será el que nos presten los fondos estadounidenses, así que nos endeudaremos con ellos para que su país tenga menos deuda. ¿Es eso una defensa común europea?
¿Por qué cree que Trump se impondrá?
Porque millones de europeos tienen miedo tras siglos de invasiones del imperio ruso. Y hace 80 años que no teníamos una guerra en Ucrania. Ya la tenemos.
Pero solo en Ucrania.
Me temo que la historia también nos dice que las guerras europeas tienden a convertirse en globales. Las guerras son incendios de la historia que pueden prender en cualquier otro sitio.
¿Debemos asustarnos?
Mire a China. Es el felino que contempla la guerra de Ucrania mirando el reloj,
porque la independencia ya formal del Taiwán que Pekín considera suyo e irrenunciable se anunció para el 2030. Y en el Pentágono lo saben y lo temen. Un general lo ha calificado desde el anonimato como el comienzo de la última guerra mundial: la de EE.UU y aliados contra China.
Esa guerra suena también a final.
Tanto que Israel y EE.UU. bombardearon Irán estos días, pero solo sus centrales nucleares. No se atrevieron a bombardear los pozos iraníes de petróleo que abastecen a China. Esa era la línea roja en los ataques a Irán. Y no la cruzaron.
¿Fue un alivio para usted?
Y para muchos que tememos que una guerra China-EE.UU. nos arrastre a todos al abismo. Y me preocupa que ya no quede ninguna institución mundial respetada por todos: ni la ONU, ni ningún otro foro en el que poder ejercer la diplomacia.
Eso no tiene por qué significar guerras.
Pero esa tensión entre EE.UU. y China puede desatar otra en cualquier momento y cualquier rincón del planeta.
¿Por qué ahora son más probables?
Porque tras la primera guerra fría, que acabó en 1989, las instituciones internacionales estaban adaptadas para ella y no para el nuevo orden mundial que ha surgido con la globalización y el ascenso imparable de China.
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