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María Luisa Cabañero se enfrenta a su último verano como bombera después de casi cuatro décadas – EFE

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Si mañana me proponen cruzar el desierto o hacer algo nuevo, probablemente diré que sí.

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Puertollano (Ciudad Real) (EFE).- A punto de jubilarse tras casi cuatro décadas como bombero, María Luisa Cabañero (Puertollano, Ciudad Real, 1966) no solo ha desafiado al fuego, sino que también ha roto barreras, cruzado océanos a nado y surcado los cielos como piloto de globo aerostático.

Según relató en una entrevista con EFE, Cabañero fue la primera mujer en conseguir plaza como bombero profesional en España, aunque insiste en que el título real pertenece a otra compañera que falleció en un accidente.

“Ser la primera mujer bombero de España no me da de comer”, sentenció con humildad.

Su historia comenzó casi por casualidad en la piscina municipal de Puertollano, cuando uno de los monitores le mostró las pruebas físicas de la oposición al cuerpo de bomberos, y Cabañero recordó: “Estaba en tercero de BUP, vi las pruebas y dije: me las paso. ¿Lo peor?, los 10 kilómetros, nunca me ha gustado correr”.

Se presentó con apenas 20 años y entró a formar parte de los 135 aspirantes seleccionados entre más de mil, tras un exigente curso de formación de cuatro meses.

Desde entonces, su vida ha transcurrido entre camiones, rescates, incendios y turnos interminables.

Durante 29 años prestó servicio en Almadén, luego en Daimiel, y ahora cierra su trayectoria profesional en Puertollano, el mismo lugar donde empezó.

Con la llegada del verano, el fuego vuelve a ser protagonista, ya que según relató “ahora lo que más hay son pastos. La gente prende contenedores o los campos después de cosechar. Y hay mucho pirómano también, gente que prende fuego por los bichos, por lo que sea”.

Aunque los incendios urbanos son menos frecuentes, siguen presentes, como el ocurrido hace dos semanas en Puertollano, donde “ardió todo el frente del edificio”.

A sus 58 años, María Luisa sigue siendo una de las pocas mujeres en un cuerpo todavía mayoritariamente masculino, ya que según explicó “en una oposición se presentan mil hombres y quince mujeres. Así es difícil equilibrar”.

Defendió que las pruebas sean iguales para todos, pero con baremos adaptados, como ocurre en el deporte: “No tenemos la misma velocidad ni fuerza, pero el trabajo que hacemos es el mismo. No quiero privilegios, pero tampoco que nos pongamos zancadillas solas”.

Más allá del uniforme y las sirenas, María Luisa ha brillado en otro elemento, como es el agua.

Es una de las nadadoras de resistencia más destacadas del país, con varias marcas mundiales en su haber.

En 1990 cruzó el Estrecho de Gibraltar sin neopreno en 5 horas y 55 minutos; un año después, completó la ida y vuelta de 58 kilómetros en casi 11 horas y se convirtió en la primera persona en lograrlo; en 1993 nadó 24 horas seguidas en piscina para batir un récord Guinness, y alcanzó los 82,5 kilómetros; mientras que también ha formado parte de relevos en el Canal de la Mancha y en el lago Ness, enfrentándose a temperaturas de hasta 10 grados sin traje térmico.

“No me gusta ponerme límites. Si puedo soñarlo, puedo hacerlo. Lo importante no es el récord, es el reto”, confesó Cabañero.

También fue incluida en 2008 en el Salón Internacional de la Fama de la Natación (Hall of Fame), en Fort Lauderdale (EE.UU.), como nadadora destacada española, que según admitió “es el premio más grande que puedes tener como deportista. La repera”.

No contenta con tierra y agua, en 2000 obtuvo el título de piloto de globo aerostático, y se convirtió en una de las primeras mujeres en España.

“Entonces no éramos ni cinco. Hoy no llegamos ni a dieciséis mujeres pilotos en todo el país”, aseguró Cabañero, que compite en campeonatos y comparte esta pasión con una de sus hijas, también piloto.

Aunque reconoció que en aquel momento volaba poco porque dedicaba más tiempo a la natación de alto nivel, hoy el globo forma parte de su vida, y defendió que “en este mundo también somos minoría, pero lo importante no es eso, sino hacerlo bien”.

Si algo define a María Luisa Cabañero es su inconformismo: “No tengo ningún reto concreto ahora mismo, pero nunca cierro puertas. Si mañana me proponen cruzar el desierto o hacer algo nuevo, probablemente diré que sí. Lo importante es que me divierta y que me mueva”.

En sus charlas a escolares insiste en un mensaje vital: “Todas las oportunidades que se te presenten, escógelas. Nunca sabes cuándo te van a hacer falta. Siempre es mejor tener cosas de más que de menos”.

A punto de cerrar su etapa como bombero, sigue entrenando cada día en la piscina: “Un día hago 5.000 metros, otro 3.000. Pero siempre nado. Es mi manera de mantenerme fuerte, por dentro y por fuera”.

En un país donde aún escasean referentes femeninos en cuerpos de seguridad, María Luisa Cabañero es un referente y un ejemplo, que ha abierto camino con naturalidad, esfuerzo y una determinación inquebrantable.

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