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Como documentalista, René Fortunato se dedicó a mostrar la historia de diversas figuras políticas y revolucionarios de la nación.
Con el fallecimiento de René Fortunato, República Dominicana ha perdido a uno de los exponentes más importantes del género documental.
A través de sus obras, Fortunato creaba conciencia de la historia del país y dejó a su partida un gran legado de documentales que podrán ser disfrutados por todos los dominicanos a través de las generaciones.
Fortunato es reconocido principalmente por su trilogía de “Trujillo: el poder del jefe”, sus documentales “Balaguer: La herencia del tirano”, “Balaguer: la violencia del poder”, “Bosch: presidente en la frontera imperial”, “Caamaño: militar a guerrillero” y su única obra de ficción, “Patricia: el regreso del sueño”.
A la edad de 67 años, Fortunato falleció tras perder la batalla contra el cáncer días después de la premier de su última película: “El triunfo de la democracia”.
Aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo en vida lo definieron como un hombre de gran corazón que veía en el cine documental una herramienta para la preservación de la historia del país, la cual ha quedado inmortalizada en sus obras.
Como documentalista, René Fortunato se centró en mostrar la historia de distintas figuras políticas y revolucionarios de la nación.
En una época en la que este trabajo era casi inexistente en el país y con la convicción de que debía de ser realizado, Fortunato compiló varios documentos del Archivo General de la Nación e incluso, según informaron allegados a él, viajó a Estados Unidos para conseguir más material para sus guiones.
Marc Mejía, una figura relevante de la industria de cine y amigo de Fortunato, dijo que la motivación del trabajo de este documentalista fue “llevar la historia al cine y la televisión y evitar que se perdiera”.
Según Mejía, Fortunato hacía documentales para que cada dominicano “pudiera encontrar en sus producciones el reflejo del pasado que vivió nuestro país, y así dejar un legado imborrable de nuestra historia”.
“Él se motivaba primero por lo revolucionario que él era y él decía que la memoria histórica no se podía ir perdiendo a través del tiempo, que había que quedar documentos escritos. Tenía una gran necesidad la humanidad y el país de tener algo en video que pudiese conservar lo que pasó y que así se creara una cultura cinematográfica y documental a través de la historia”, dijo Omar de la Cruz, director del Festival de Cine Global Dominicano y colaborador de Funglode, además de amigo de Fortunato.
De igual forma, Matty Vásquez, esposa del difunto cineasta, afirmó que René tuvo como motivación “rescatar, conservar y difundir la memoria histórica de la nación dominicana, como una forma de contribuir al fortalecimiento de los valores culturales que enaltecen la dominicanidad”.
A través de sus trabajos, Omar de la Cruz expresó que él “daba su opinión”, pero que también dejaba la esencia de los hechos para que el espectador pudiera formar sus propias opiniones al respecto.
De igual forma, Rienzi Pared, crítico de cine con el que formó una amistad, enfatizó que a pesar de que sus trabajos se centraron en figuras polémicas que reunieron dentro de las salas un público de opiniones tanto simpatizantes como opuestas a ellos, la gente “iba a ver ese trabajo y salían satisfechos por la forma profesional en que fue puesto en escena el trabajo de René”.
Más allá de sus producciones, los allegados a Fortunato lo describieron como un ser humano ejemplar, un hombre “solidario” y también “un gallito de pelea” que no descansaba hasta lograr tener realizada su visión.
Su propia esposa compartió que se trataba de un hombre “perfeccionista y riguroso” en los trabajos que realizaba. Ella expresó que lo recordará como “un esposo y padre ejemplar” y como “un ciudadano preocupado por el bienestar de su Patria”.
“El país debe recordarlo como un hombre íntegro a favor de las mejores causas. Siempre preocupado por aportar desde los escenarios donde se desarrolló. René Fortunato merece ser recordado como un guardián de la historia y un artista que dejó una huella imborrable en el patrimonio audiovisual de su país”, dijo Vásquez.
Su faceta más solidaria reluce en las anécdotas del cineasta haitiano Arnold Antonin, con quien llegó a desarrollar una amistad luego de entrevistarlo cuando Antonin se encontraba exiliado en Venezuela.
Arnold contó sobre el apoyo que Fortunato le ofreció para realizar su penúltima película, una obra enfocada en la igualdad de las razas. Para la producción de esta, Antonín realizó el diseño del sonido en el estudio de Fortunato.
Su consideración con el país vecino también se mostró en sus esfuerzos de ayudar a dar visibilidad al cine dentro de Haití y, según Antonín, el intento recibir en una pasantía a tres estudiantes de origen haitiano para colaborar en una de sus producciones y compartir sus aprendizajes. Sin embargo, el cierre de la frontera entre los países anuló esta iniciativa.
De igual forma, Arnold Antonin afirmó que durante su amistad René probó ser un hombre “absolutamente opuesto a toda forma de discriminación y de racismo en República Dominicana”.
Antonin también recordó la afinidad que ambos compartían a partir de sus documentales exponiendo distintas dictaduras. En el caso dominicano, la de Trujillo, y en la contraparte haitiana, los Duvalier.
“En ese sentido tenemos un punto común, la lucha permanente por la democracia en la República Dominicana y en particular contra la dictadura”, expresó Antonin, enfatizando el propósito de los documentales de “conservar la memoria para todas las generaciones” para que la historia no vuelva a repetirse.
Además de realizador de sus documentales, René Fortunato también fue miembro de la comisión redactora de la Ley de Cine en el 2005, ley que desde su concepción ha sido fundamental para el desarrollo del cine en el país.
“Hoy estamos viviendo lo que se llama una industria del cine dominicano, y eso es posible gracias a personas como él: que creyeron, que se atrevieron, que se arriesgaron y que lo dieron todo. Hoy y por siempre, esos nombres deben ser recordados con alegría, respeto y profundo agradecimiento”, dijo Marc Mejía, asegurando que René tuvo “un impacto enorme” en materia del cine.
De igual forma, la productora Matty Vásquez afirmó que René “dejó una huella significativa en el cine dominicano, consolidando el documental como una herramienta poderosa para contar la historia y preservar la memoria del país”. Resaltó además el valor educativo que tienen estos documentales para los jóvenes y la posibilidad que tienen estos de conocer su historia a través del cine documental.
Según contó Rianzi Pared, René Fortunato tenía un gran interés en la historia cinematográfica del país y en honrar a los directores que existieron en el pasado.
Acuñó el nombre de “Videocine Palau” para su casa productora en honor a la memoria de Francisco Palau, el hombre que realizó la primera obra cinematográfica del país, el documental “La leyenda de la Virgen de la Altagracia” en 1923 y poco tiempo después “Las encrucijadas de Cupido”, la primera obra de ficción en el cine.
Ya no existen archivos de estas obras y durante décadas, a raíz del régimen de Trujillo, la producción de material cinematográfico auténtico se vio estancada. No fue hasta la muerte del dictador que el cine experimentó un resurgir con “La Silla” de Franklin Domínguez.
“Y la gente se ha confundido que esa es la primera película, pero no, fue el documental de Francisco Palau, que por esa razón René Fortunato, la compañía, su compañía se llama Videocine Palao. Es un honor a Francisco Palao, el primer cineasta dominicano”, dijo Rienzi.
Confirmando su interés en este director, en el 1985 René Fortunato sería el realizador del cortometraje “Tras las huellas de Palau”, en el que rescata la historia de esta emblemática figura.
“El triunfo de la democracia” es la última película de la filmografía del destacado director. En esta, retrata la vida de Peña Gómez y señala el papel del racismo como arma política que utilizaron en su contra.
El documental contó con una premier a principios de este mes en el Teatro Nacional, espacio donde varios de sus amigos, como el caso de Rianzi Pared, compartieron con él por última vez.
Sobre este largometraje, Matty Vásquez expresó que “muestra la agitada vida política dominicana de los años setenta, teniendo como eje central la lucha del pueblo dominicano por el establecimiento de una democracia verdadera”.
Según contó Vásquez, Fortunato tenía “el 75% del proyecto avanzado” cuando fue diagnosticado con el cáncer que le arrebató la vida.
“Creo que era un compromiso de René no dejar este trabajo pendiente, y con mucho esfuerzo lo terminó”, dijo, invitando al público a asistir a las salas de cine, donde todavía se encuentra en cartelera la película, para observar la última obra del cineasta.
Marc Mejía, al reflexionar sobre su fallecimiento tan cercano a la fecha en la que terminó su último documental, dijo creer que el cineasta pidió a Dios la fuerza y salud necesarias para poder entregar este trabajo.
“Además de ser una promesa cumplida, era una producción en la que, como en todas las anteriores, él estuvo profundamente involucrado. Su alma necesitaba cerrar ese capítulo para poder partir en paz. Realmente, es algo que ni siquiera con palabras se puede describir: cómo logró hablar, presentarse y compartir con el público ese último trabajo”, concluyó.
A pesar de la gran cantidad de documentales y películas que dejó Fortunato como parte de su legado, a su partida esta lista queda incompleta y desprovista de un proyecto en el que se encontraba trabajando antes de su muerte.
Según Vásquez, Fortunato planeaba adentrarse una vez
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