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Trump arremete de nuevo contra Musk

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Requiere sacar, del círculo político, a todos aquellos que emplean la deuda como chantaje electoral y arruinan la solidez de las próximas generaciones.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Estados Unidos no requiere deportar a Musk. Requiere sacar, del círculo político, a todos aquellos que emplean la deuda como chantaje electoral y arruinan la solidez de las próximas generaciones. Durante las últimas semanas, muchos han creído ingenuamente que Donald Trump y Elon Musk se habían reconciliado tras su amarga disputa. No obstante, Donald Trump acaba de amenazar abiertamente con deportar a Musk. La razón subyacente es la audacia de Musk al proponer la creación de un nuevo partido político capaz de desafiar el estatismo desenfrenado tanto del Partido Demócrata como del propio Partido Republicano trumpista.

No nos engañemos: la sola idea de usar el aparato coercitivo del Estado para eliminar rivales políticos revela un aroma autoritario que debería helar la sangre de cualquiera que aún crea en la libertad individual y en la competencia política. Trump no esconde su disposición a instrumentalizar la coacción estatal para silenciar a quien ose disputarle su electorado.

Ahora bien, ¿qué ha llevado a Musk a dar este paso? Desde luego, no es, como falsamente se repite, un supuesto enfado por la eliminación de subsidios a los vehículos eléctricos. El propio Musk ha defendido en muchas ocasiones eliminar esas subvenciones. Lo que verdaderamente le subleva es que Trump, al igual que los demócratas, ha renunciado a controlar el déficit y la deuda pública. Prometió lo contrario, pero su proyecto presupuestario dispara la deuda estadounidense en 3,3 billones de dólares en la próxima década, según la Oficina Presupuestaria del Congreso.

Lejos de sentirse avergonzado, Trump justifica este derroche con un argumento que recuerda al más vulgar populismo peronista: que la economía crecerá más rápido que la deuda. Y para ello, advierte a los suyos que no se excedan recortando gasto público, no sea que pierdan votos y poder. Es decir, el objetivo no es sanear las cuentas ni defender la responsabilidad fiscal, sino perpetuar redes clientelares que aseguren la reelección.

Frente a esta traición fiscal, Musk plantea la única respuesta coherente: promover una alternativa que defienda el recorte del gasto y frene la voracidad de la deuda pública. Por eso Trump se enfurece. Porque sabe que un tercer partido que apueste verdaderamente por la disciplina presupuestaria y la libertad económica podría restarle millones de votos decisivos.

Estados Unidos no necesita deportar a Musk. Necesita sacar, del círculo político, a todos aquellos que emplean la deuda como chantaje electoral y arruinan la solidez de las próximas generaciones. Ahí radica la verdadera traición al pueblo estadounidense.

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