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Trump impulsa la ‘Cúpula Dorada’: ¿el escudo antimisiles más costoso de la historia?

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Washington, Estados Unidos.- El ambicioso escudo antimisiles ‘Cúpula Dorada’ promovido por el presidente estadounidense, Donald Trump, genera dudas y críticas debido a su viabilidad, su enorme presupuesto o los riesgos que implica al militarizar el espacio o fomentar la proliferación.

Se trata de un mecanismo de defensa contra misiles intercontinentales y, aunque parece inspirarse en el nombre de la ‘Cúpula de Hierro’ israelí, es mucho más sofisticado en cuanto a escala y nivel conceptual en comparación con ese y otros sistemas complementarios de Jerusalén como ‘Flecha’ y ‘Honda de David’.

En ese sentido, ha sido definido como un “sistema de sistemas” debido a las múltiples capas que integra, incluida la orbital, que usa tecnología existente, pero que aún no se ha probado.

Una parte de los satélites de esta capa deben moverse y desplegar un vehículo interceptor para que colisione con el misil enemigo y lo destruya.

Esto es complicado ya que la ventana para interceptar un proyectil en fase de vuelo inicial (el momento idóneo para destruir un misil) es de 3-5 minutos y que los satélites están siempre en movimiento, según recuerda la directora de investigación de Seguridad Global de la Unión de Científicos Conscientes (UCS), Laura Grego.

” Para tener algo en el lugar correcto en el momento adecuado, se necesitarán cientos y cientos, como mínimo, o incluso miles (de satélites), incluso para (interceptar) uno o dos misiles”, puntualiza Grego, quien señala que si un estado “avanzado” militarmente como Rusia o China decide lanzar diez misiles a la vez, se debe “multiplicar por diez esa constelación de cientos o miles de satélites”.

Este escudo, en su opinión, “no es una forma viable de construir una defensa” porque ésta está “siempre en gran desventaja” dado que el enemigo siempre puede optar por “saturar el sistema” con un mayor número de misiles, o directamente “por atacar el sistema en sí” con armamento que inhabilite satélites.

” Históricamente, en el ámbito de la defensa antimisiles se han iniciado numerosos proyectos en los que se gastaron cientos de millones y, en algunos casos, miles de millones de dólares, y luego se cancelaron porque eran simplemente inviables”, recuerda la científica en referencia a programas como el llamado “Guerra de las Galaxias” del gobierno Reagan (1981-1989) que costó al menos 60 mil millones antes de ser cancelado en 1993.

La experta en armamento nuclear y astrofísica dice desconocer por qué la administración Trump tiene ahora interés en un proyecto semejante, pero sí tiene constancia de que “hay mucho dinero por ganar” para los involucrados, entre los que se cuentan, además de conocidos contratistas como Lockheed Martin o SpaceX, empresas emergentes surgidas de Silicon Valley como Anduril o Palantir.

Dentro del gran paquete fiscal y presupuestario aprobado este mes por el Congreso y firmado por Trump se destinan 25 mil millones para una fase inicial del escudo, que el presidente ha dicho que quiere listo para el final de su mandato en 2029 y que costará en total 175 mil millones.

Por su parte, la Oficina de Presupuesto del Congreso considera que el coste total podría ser de 542 mil millones a lo largo de 20 años.

Todo esto lo convierte en el sistema antimisiles más caro jamás aprobado y Grego considera que, incluso con la ausencia casi total de información técnica sobre el ‘Golden Dome’ que ha tenido el Congreso, “si se ha asignado esa cantidad de dinero, algo tendrá que materializarse”.

Otra de las críticas reiteradas por expertos como Jeffrey Lewis, del Centro James Martin de Estudios sobre No Proliferación, es que un sistema como ‘Golden Dome’ puede convertir el espacio en un campo de batalla — anulando el consenso global del Tratado del Espacio Exterior de 1967 — dado que los adversarios de Estados Unidos pueden intentar destruir sus satélites.

En ese terreno, se cree que Rusia lleva tiempo desarrollando un programa para armar satélites con ojivas nucleares destinadas a destruir otros satélites, un concepto preocupante por las caóticas reacciones en cadena que esto puede generar para las muchas redes de aparatos que orbitan en la atmósfera y de las que dependen sistemas cruciales para las comunicaciones o la navegación aérea y marítima.

Un escudo como ‘Golden Dome’, según Grego, no solo supone un incentivo para impulsar una carrera armamentística, sino que también “genera incertidumbre” la idea de que Estados Unidos pueda llegar a sentirse demasiado seguro tras su escudo y las otras potencias, roto el concepto de la “vulnerabilidad mutua”, pierdan la capacidad de disuadir a Washington de atacar primero.

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