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Logroño (EFE).- Elías Said Hung, especialista en la difusión de mensajes de odio mediante las redes sociales y los medios digitales, ha afirmado a EFE que es necesario actualizar y perfeccionar los mecanismos de regulación, “para entender que el odio no es solamente una amenaza, y que posee diferentes niveles de intensidad”.
Said Hung, investigador principal del proyecto ‘Hatemedia’ de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), ha explicado que los recientes disturbios de Torre Pacheco (Murcia) son “un ejemplo de la capacidad que tienen los escenarios digitales para condicionar la opinión pública y generar un ambiente de hostilidad contra grupos sociales vulnerables”.
Este doctor en Ciencias de la Información y sociólogo ha señalado que las redes sociales han representado un espacio “idóneo” para la propagación de los mensajes de odio.
Muchas de las plataformas han desmantelado sus programas de moderación contra este tipo de expresiones, y además, son espacios digitales donde el anonimato es un factor clave y el algoritmo favorece la propagación de expresiones emotivas negativas, y posiciona contenidos en base a la viralización.
A su parecer, los usuarios acceden a determinados contenidos “no para debatir, sino para reforzar sus prejuicios, estereotipos, ideologías y concepciones sobre su entorno”.
Así, en este contexto, los grupos de “extrema ideología” pueden beneficiarse, al aprovechar ese tipo de características o factores, para el posicionamiento de sus mensajes, los cuales son emitidos principalmente por usuarios anónimos o ‘microinfluencers’ con muy pocos seguidores.
De esta manera, ha detallado, siguiendo la teoría de los vínculos débiles desarrollada por Mark Granovetter, personas con características afines tienen mayor capacidad para posicionar sus mensajes en determinados grupos.
Este investigador considera que “la desinformación actúa como la granada, pero el detonante es el odio, que hace que un contenido desinformativo se viralice y termine generando las consecuencias como en Torre Pacheco”.
Por ello, ha matizado que “el odio no se puede entender únicamente como una amenaza, ya que también surge de mensajes incívicos, malintencionados e insultos”.
Pero los autores de los mensajes se aprovechan de su anonimato y deslocalización, y además, “es mucho más económico mantener una granja de ‘trols’ en Filipinas que pagar a un ingeniero que se dedique a modificar constantemente los ‘bots'”.
Estas dinámicas favorecen un caldo de cultivo de hostilidad hacia determinados colectivos, destinatarios de discursos que buscan legitimar una orientación ideológica, ha añadido.
Said Hung ha constatado que hay grupos de “extrema derecha” que aprovechan este escenario para el posicionamiento de una narrativa que “ataca al inmigrante, a las mujeres y a la comunidad LGTBIQ+”.
“El odio siempre ha existido, el problema actual es que tenemos una caja de resonancia desde 2006 -cuando se creó Twitter-, con la esperanza de que nos iba a permitir entablar un diálogo y un intercambio de opiniones en el marco de la globalización, lo cual no se ha regulado lo suficiente”, ha reflexionado.
De este modo, ha apuntado, la sociedad ha pasado de una comunicación ‘on line’ mediada por las redes sociales, a una comunicación ‘off line’ que también está siendo mediada por las redes.
En este sentido, ha abogado por asegurar que las plataformas no desmantelen los programas de monitoreo, como ha hecho Mark Zuckerberg con Facebook e Instagram “con el argumento de garantizar la libertad de expresión”.
Además, cree que se deberían establecer estrategias de moderación mixta, porque esta tarea no se puede limitar a la inteligencia artificial (IA) y debería contar con un apoyo humano, al producirse diversas estrategias de ocultamiento del mensaje.
“Hay muchas maneras de expresar estereotipos y prejuicios sin recurrir al insulto, por lo que se necesita esa moderación mixta”, ha insistido.
Este experto también propone programas de formación en competencias digitales, para enseñar que “no todo lo que aparece en la red es cierto y debe ser verificado” y ha advertido de que muchos pseudomedios se dedican a la tarea de propagación de esos mensajes de odio.
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